El futuro Museo del Queso honrará la memoria de Manuel Arroyo
dosier quesos 2022 ·
El proyecto se desarrollará en un palacete adquirido para este fin en El Sardinero y se prevé abrir en 2025. La iniciativa de Laboratorios Arroyo es totalmente privada
Cantabria, una región en la que la cultura láctea está muy arraigada y en la que los quesos son una seña de identidad gastronómica, contará con un museo del queso, gracias a la iniciativa privada, que honrará la memoria y cumplirá los deseos del ... doctor Manuel Arroyo (1922-2010), un auténtico pionero y referente en el mundo de los quesos a nivel internacional, y que, además, pondrá en valor la cultura de esta mágica elaboración láctea a partir de un proyecto que combinará lo divulgativo con lo científico, lo gastronómico, la investigación y la etnografía.
La idea que el propio Arroyo llamaba 'aula cultural' está en su fase embrionaria pero sus impulsores, la familia Arroyo –con sus hijas, Ana y Regina, y su sobrina, María, al frente–, y el Grupo Arroyo que él mismo creó junto con su hermano en el año 1950, ya han dado un primer paso decisivo: la adquisición de un palacete en El Sardinero, ubicado en la Avenida de los Infantes, nº 89, frente la iglesia de San Roque y el parque de los pinares.
El proyecto, ambicioso y que aspira a ser un referente en su clase, se está comenzando a esbozar y sus responsables contemplan que el Museo del Queso Manuel Arroyo pueda ver la luz entre 2024 o 2025, todo dependerá en gran medida de lo ágil que sean las administraciones en conceder las licencias y los permisos.
Un inmueble señorial
No ha sido tarea sencilla encontrar el lugar idóneo. Manuel Arroyo falleció el 17 de marzo de 2010 y a su familia le costó mucho, por razones emocionales, recuperar el sueño de exhibir una extraordinaria colección de objetos relacionados con el mundo del queso recopilados fruto de una pasión inquebrantable que ha permitido salvar una gran cantidad de piezas etnográficas del olvido y de la desaparición/fuego/basura.
La colección, integrada por más de dos mil piezas y gestada durante décadas, se conserva en una nave de mil metros cuadrados y hasta la fecha se puede visitar con petición previa, algo que hacen sobre todo especialistas y grandes aficionados. Una representativa selección se mostrará en este nuevo Museo del Queso para el que se ha buscado durante algún tiempo un edificio acorde a lo ambicioso del proyecto.
Se exploraron algunas posibilidades para conseguir la colaboración municipal mediante la cesión de alguno de los edificios singulares como el Palacio de Cortiguera o un chalet de Mataleñas que están en una situación de lamentable y preocupante abandono, sin futuro presente ni futuro aparente, pero la negativa fue la respuesta para un proyecto que desea dinamizar el turismo, generar cultura y proyectar tradiciones y gastronomía entre el público de todas las edades.
Con este triste panorama, comenzó la explotación que se ha cerrado con la compra del inmueble anteriormente citado, donde el museo podrá disponer de unos 750 m2 y en cuya finca, en concreto en la parte posterior, se puede añadir alguna otra construcción auxiliar que permita disponer de más espacios, al tiempo que de una zona ajardinada. Se trata de un edificio protegido por el Plan Especial del Sardinero, por lo que se respetará lo que contempla la normativa patrimonial.
La familia Arroyo no contempla este proyecto como una simple exhibición de piezas etnográficas. La idea pasa por definir un museo moderno, muy visual, interactivo, con realidad virtual, acorde a las tendencias actuales de la museografía y la museología... «y que sea divertido y ameno», apunta Ana Arroyo.
Y también se pretende que se un sitio que los queseros lo sientan como su casa, una embajada del queso, con zona para investigadores, que divulgue pero que igualmente anime a escribir a los expertos sobre aspectos concretos del mundo de los quesos. Para ello se concederá una beca anual.
Pero, como resulta lógico, al tratarse de una iniciativa totalmente privada –«si hay ayudas institucionales, bienvenidas sean, pero por el momento vamos solos con el proyecto», comenta Regina Arroyo–, el centro museístico se planificará para que sea rentable. Así, habrá un restaurante especializado, que permita al visitante degustar diferentes quesos y tablas, así como platos en los que éstos sean ingredientes protagonistas. Por otro lado, habrá un espacio para una tienda de quesos, con referencias regionales, nacionales e internacionales, y un aula donde se alternarán las actividad de formación, cursos de diferentes niveles para profesionales o aficionados, y conferencias abiertas al público, una al mes, por ejemplo.
Como apunta María Arroyo, otro de los objetivos es dedicar cada mes a los quesos de una autonomía o de un país, programar exposiciones temporales y poner en marcha concursos fotográficos y de cortometrajes sobre el mundo del queso.
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