Hoy hacemos en casa ñoquis con salsa gorgonzola, nueces y albahaca fresca
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Jueves, 10 de febrero 2022, 14:54
Cuando hablamos de cocina italiana todo el mundo piensa en la pasta fresca, en el risotto o en la pizza, pero los ñoquis son también un plato tradicional en el país transalpino. Los ñoquis son un tipo de pasta que se prepara principalmente con patata ... y unos ingredientes básicos que siempre vamos a tener en casa –un poco de harina, yema de huevo y sal–, lo cual es perfecto, porque son fáciles de elaborar, con ingredientes sencillos, así que los podemos hacer sin problema cuando se nos antojen.
Las salsas más frecuentes a la hora de degustarlos son las de tomate y las elaboradas con algún tipo de queso, y éste es el caso que hoy nos ocupa: vamos a hacerlo con una salsa de queso gorgonzola, originario de la zona de Lombardía, unas nueces de Potes y un poco de albahaca fresca. Más italiano que Eros Ramazzotti.
Comenzamos preparando los ñoquis. Lavamos las patatas y las hervimos en agua con sal durante 40 minutos. Las escurrimos, las pelamos, las dejamos enfriar un poco y las pasamos por un pasapurés a un bol grande para que se acaben de enfriar.
Añadimos la harina, el huevo, una pizca de sal y amasamos todo hasta obtener una masa suave y elástica.
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Dividimos la mezcla en cuatro partes y en una tabla enharinada vamos estirando la mezcla con las manos hasta conseguir un rollo de un dedo de diámetro que vamos cortando con un cuchillo en trocitos de unos 2 centímetros de largo.
Si queréis podemos hacer las típicas rayas, apoyándolos en un tenedor y presionándolos ligeramente con el dedo, uno a uno.
Estas rayas sirven para que luego la salsa se adhiera mejor a los ñoquis. Los reservamos sobre un paño enharinado para que no se nos peguen.
Nos ponemos con la salsa de gorgonzola, que no es más que un queso fantástico italiano de pasta cremosa, hecho con leche de vaca con un marmoleo de tonos verdes o azules que le da el penicilium. En muchas ocasiones se utiliza como ingrediente para risottos, pizzas o la riquísima polenta.
En una sartén o cazuela baja ponemos el queso troceado –también puede ser un comté–, un poco de nata líquida y otro poco de leche, una pizca de sal y pimienta recién molida al gusto. Lo ponemos al fuego a temperatura media para que el queso se vaya fundiendo lentamente, mientras vamos moviéndolo de vez en cuando con la espátula con cuidado porque no interesa que hierva.
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Cuando veamos que se ha deshecho bien el queso y se ha integrado con la leche y la nata, ya lo tenemos. Lo dejamos al mínimo y vamos a por los ñoquis. Ponemos la olla con agua y sal a hervir y vamos cociendo los ñoquis, con el fuego no muy fuerte para que no se rompan. Cuando empiecen a flotar los sacamos con una espumadera y los vamos echando en la salsa, los salteamos unos minutos y listo.
Es el momento de picar unas nueces y añadírselas a nuestro plato, así como unas hojas de albahaca rotas simplemente con las manos. También le va estupendamente una vuelta de molinillo de pimienta negra.
Lo servimos calentito y a disfrutar. Estamos ante un plato clásico italiano que bien podemos adaptar a nuestros gustos sin problemas.
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