La historia de la cocina en el Prado

Los bodegones, en su origen, contenían un simbolismo religioso y, aunque no lo parezca, ofrecían al artista más libertad que otras disciplinas, como el paisajismo. Pintores como Picasso, Zurbarán, Goya, Caravaggio, Juan Cris, Van Gogh, Cézanne, Joan Miró, Gauguin, e, incluso, Dalí y Andy Warhol han pintado bodegones. De esta manera parece una contradicción que se hayan considerado una disciplina menor si los grandes genios de la pintura de todos los tiempos lo han practicado, cada, uno, por supuesto, aplicando su estilo particular.

Origen España, la entidad que aglutina los sellos de calidad de denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas, ha realizado una nutritiva ruta por los bodegones que se pueden contemplar en el museo del Prado. La guía, Alicia Pérez, ha elaborado un 'menú' pictórico que permite conocer la colección de otra manera, con un matiz gastronómico que ofrece, además, un retrato sobre las costumbres culinarias de cada cultura.

El primer plato es la pintura flamenca, de donde nace el género del bodegón, como un encargo burgués a los pintores, a modo de mecenas, para poder exhibir su opulencia. Así, en obras como 'Filopemenes descubierto' (1609), de los belgas Pedro Pablo Rubens y Frans Snyders, se puede ver una escena griega con una mesa repleta de animales cazados a punto de ser cocinados.

Para compartir se señala el completo cuadro 'Mesa con mantel, salero, taza, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas' de la inglesa Clara Paters, una obra contraria a la anterior, donde imperaba el desorden, la improvisación, frente a esta pulcritud y limpieza, además de sencillez, con unas olivas, unas pocas aves, una empanada, una naranja... Un elemento destaca en este bodegón, la sal, un elemento que ayuda a la conservación de los alimentos.

El plato fuerte es el 'Bodegón con plato de acerolas, frutas, queso, melero y otros recipientes' de Luis Edigio Meléndez, pintor español que, aunque murió en la pobreza, había recibido el encargo del rey Carlos IV de realizar una serie de 60 bodegones que reflejaban los productos de la época, como jamones, aceites, carnes, frutas... distribuidos, además, por sus estaciones propias.

El postre es una 'joya' que regalaron a Felipe V, el primer Borbón, un frutero de lapislázuli adornado con dragones y niños. Una pieza más de decoración que de uso cotidiano por su compleja elaboración, muy detallada; aunque Alicia Pérez también destaca un salero de oro macizo como pieza de colección.