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La historia oculta del delantal

La historia oculta del delantal

Pasó de ser una prenda de piel de cordero para artesanos y cocineros a un atuendo fijo en el hogar y en muchos trabajos

Diego Ruiz

Santander

Domingo, 10 de enero 2021, 07:46

Fueron ellos, no ellas, en el siglo XIII, los primeros en ponerse un delantal. Fabricado de piel de cordero era, por entonces, prenda habitual de artesanos y cocineros, principalmente. Hoy, es un atuendo obligatorio en el hogar y hasta en el puesto de trabajo, y lo utilizamos por igual hombres y mujeres.

Todo en esta vida esconde una historia y no sólo el ser humano guarda secretos de su pasado. Prueba de ello es la semblanza del delantal -su nombre proviene de la palabra davantal, que en catalán significa 'va delante'-, ese trozo de tela que colgamos del cuello y atamos a la cintura cuando nos ponemos a cocinar y que también conocemos como 'mandil'.

Si en el XIII fueron los caballeros los que comenzaron a utilizarlo, no fue hasta el XIV cuando su uso se extendió a las damas. Y en el XVIII, durante la Revolución Industrial, se impuso como uniforme de trabajo en las fábricas europeas.

Pero es en el siglo XIX cuando el delantal -en inglés apron y en francés naperon- se hace con los favores de las entonces llamadas 'amas de casa', que se lo prenden a la cintura para mantener limpia la ropa que llevaban puesta. En dos de las grandes obras de la literatura universal: David Cooperfield (1849) y Mujercitas (1868) encontramos referencias del popular mandil.

La llegada del movimiento hippy, movimiento contracultural, libertario y pacifista, nacido en los años 60 del pasado siglo en Estados Unidos, hace que el delantal pierda fuerza al ser considerado por los jóvenes 'melenudos' como un símbolo de la opresión femenina. Aquellas fotos de las abuelas con el delantal hasta los tobillos, realizando las tareas de casa, encendieron la reivindicación. Cincuenta años después, en EE.UU., esta prenda vuelve a ser utilizada, gracias a la diversidad de modelos (bordados, serigrafías, etc) y materiales con los que de fabrican (goma, tela, plomo, cuero...). Hasta tal punto su uso está tan extendido que se han establecido distintos colores por profesiones: camareros, cocineros, zapateros, peluqueros...

Hay quien sostiene que un buen cocinero debe tener manchado su delantal con la grasa, las salsas y los restos de sus mejores platos. Hoy en día, nuestros chefs disponen de prendas de repuesto y se muestran siempre pulcros, hechos unos pinceles, como cuando a través de la pequeña pantalla nos muestran sus mejores recetas. Sin duda, la manera de cocinar y sobre todo de emplatar nada tiene que ver con la de hace unos años. Y, además, como se dice en cocina, y en todos los órdenes de la vida, «no es más limpio el que más lava, sino el que menos mancha».

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