El precio del pescado..., y de las espinas

El pescado está demostrado que es un elemento clave para tener una alimentación sana, pero hay determinadas capas sociales que no pueden permitirse el lujo de adquirir pescado fresco con frecuencia. La alternativa son los refrigerados, los congelados, los ahumados o las conservas, pero en estos también la inflación y la subida de los costes de la extracción han repercutido en una alza disparatado de los precios.

Los estudios de mercado y de consumo indican que el 40% de los españoles consumen nos pescado que hace cinco años y que nueve de cada diez personas compran menos por la subida de los precios.

A esta situación hay que sumar que las nuevas generaciones cada vez cocinan menos en casa; y en el caso del pescado hay que introducir el factor de que determinadas técnicas son aparatosas y 'manchan' mucho.

Con este panorama, quien puede disfruta del pescado en los restaurantes. Y el auténtico placer es cuando es fresco, bien seleccionado y lo preparan en su punto –¿por qué los profesionales de sala no preguntan cómo le gusta al cliente de punto el pescado?–. Y la apoteosis, cuando lo presentan desespinado. Eso sí que tiene valor.