Las legumbres, esencia de cocidos y aliadas de los días de frío
Con el frío, más pucheros ·
A lo largo de los siglos, los guisos de cuchara elaborados a partir de diferentes tipos de estas semillas o frutos, han evolucionado al tiempo que se han identificado con cada territorio
En los últimos días han caído las temperaturas y tiempo ha tornado en húmedo y desapacible. Sin duda, en cada época del año, las condiciones meteorológicas han condicionado la alimentación humana y, aunque las modas o tendencias de la gastronomía contemporánea estén relegando a ... un papel secundario a los platos de cuchara, nadie puede negar que en estas circunstancias apetece más que nunca un plato de cuchara caliente, que cumplirá el rol de reconstituyente.
No podemos certificar con exactitud cuando se introdujeron en la alimentación humana los guisos que hoy denominamos 'de cuchara', los potajes, los cocidos, las ollas..., pero no es descabellado que ya en la prehistoria los primeros sapiens probaron a introducir en un recipiente diferentes ingredientes, incluido un líquido que seguramente fuese agua, y calentar el conjunto para luego ingerir el resultado con la ayuda de algo parecido a lo que hoy conocemos como cuchara. En los yacimientos arqueológicos se han encontrado algunos objetos tallados en madera o en hueso que podían cumplir, entre otras, esta misión.
En el Neolítico, con la 'domesticación' de las primeras semillas se advirtió que las leguminosas ofrecían un rendimiento generoso y que, además, no interferían, sino todo lo contrario, en la producción de cereales. De este modo, las ollas para guisos que se transmitían de generación en generación encontraron un nuevo ingrediente con grandes capacidades alimenticias para colectivos numerosos.
En Egipto, las legumbres se recolectaban aprovechando las consecuencias de las crecidas del Nilo. Su destino principal fue la alimentación de la Corte y sobre todo del faraón, como recuerda Ismael Díaz Yubero en sus artículos divulgativos.
Este mismo autor, recuerda que con el principio de la era cristiana se produjo un interesante fenómeno, porque se diferenciaron las legumbres con destino a la alimentación humana y a la alimentación animal. Además se empezó a mejorar su calidad, valorándose sobre todo variedades y zonas de producción y de esta forma las lentejas, las habas y los garbanzos se convirtieron en las legumbres preferidas y se empezó a diferenciar el precio, por la zona de procedencia, lo que fue descubierto y aceptado, que condiciona la calidad.
Las preguntas sobre legumbres del libro de los porqués de Arthur Le Caisne
¿Por qué algunas legumbres provocan flatulencias?
Las legumbres son más difíciles de digerir que otros alimentos. En lugar de asimilarse en el estómago y en el intestino delgado, necesitan que la flora bacteriana que se encuentra en el intestino grueso se descomponga y sea asimilada por el cuerpo a través de la fermentación y es esta reacción la que produce los gases. Pero que nadie se preocupe porque el cuerpo evacúa diariamente entre 0,5 y 1 litro de gas.
¿Por qué hay que poner en remojo las legumbres?
Las legumbres no contienen agua y, al no tenerla, están duras y no se pueden cocinar. Esto se puede remediar de dos formas. Una, ponerlas en remojo antes –de víspera– para que absorban el agua y se hagan más fácilmente; y otra, cocinarlas directamente en el agua, con un tiempo de preparación mucho mayor y una diferencia de cocción entre el exterior y el interior.
¿Por qué es mejor echar sal en el agua de remojo?
Las legumbres contienen mucho almidón, que se hincha al absorber parte del agua contenida en la legumbre. Cuando tienen mucha agua en el interior, el almidón se hincha tanto que la piel se agrieta. Al salar el agua del remojo, se reduce en casi un tercio la absorción de líquido y, en consecuencia, la absorción por el almidón, la consiguiente hinchazón y el riesgo de que la piel se agriete. Solo así se consiguen legumbres bien hechas.
¿Por qué hay que poner una pizca de bicarbonato en el agua de cocción?
Cuando el agua es caliza contiene calcio y este refuerza la unión entre las células de la verdura, lo cual impide que se ablanden, incluso después de horas de cocción. Por eso parece que no acaben de estar al punto... Si se añade una pizca de bicarbonato, la caliza se precipita y desaparece, y la cocción será más rápida y mejor.
Los cocidos, hoy
A lo largo de los siglos, los guisos de cuchara elaborados a partir de diferentes tipos de legumbres y hoy popularmente conocidos como cocidos, han evolucionado al tiempo que se han identificado con cada territorio.
Aunque la base es la misma, como se recuerda en el libro 'Los cocidos de Cantabria' de Pedro Arce -comida preparada con carne, tocino, legumbres y hortalizas-, las diferencias entre regiones e incluso comarcas han enriquecido el recetario y permitido a investigadores como el citado Pedro Arce catalogar solo en Cantabria una veintena de cocidos.
Este autor también defiende que la olla podrida, en su versión actual los cocidos, es por derecho el plato nacional, ya que en cada región tienen un interesante catálogo de guisos de cuchara. Las variantes locales vienen justificadas porque, dados sus orígenes humildes, hay que poner en contexto que en cada casa «echaban» al puchero o a la olla lo que había en la despensa, ya fuese cerdo, hortalizas u otros ingredientes.
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Pedro Arce | Autor del libro 'Los Cocidos de Cantabria'.
Aunque los platos de cuchara están perdiendo protagonismo en la pauta alimenticia de las nuevas generaciones -a nivel doméstico no se cocina tanto y cuando se hace no se dispone del tiempo que necesita una cocina sin prisas como es la de los guisos y en la restauración contemporánea las tendencias van por otros derroteros-, en su defensa hay argumentos de peso.
Los cocidos son platos que se pueden denominar colectivos. Siempre se cocina en cantidades suficientes para varios comensales. Por ello, en una mesa con un cocido se socializa, se estrechan relaciones familiares y de amistad.
Otros aspectos que se pueden destacar de los cocidos es que son elaboraciones vistosas y coloristas. Al llevar diferentes ingredientes, es aspecto que presentan es atractivo, cautiva la vista y provoca al paladar. También tiene a su favor que es una elaboración que, dada la facilidad que tiene para incorporar distintos ingredientes, permite practicar el aprovechamiento.
Finalmente, un buen cocido es perfectamente un plato único -aunque pueda tener dos vuelcos-, y simplifica el almuerzo. Ahora solo cabe preguntar qué cocido es el favorito de cada uno.
El proceso de cocción de los garbanzos, por Carlos Cidón
El que fuera propietario del restaurante Vivaldi, reconocido con una estrella Michelín y dos soles Repsol por su innovación en el mundo de la cocina, el cocinero leonés Carlos Domínguez Cidón (Astorga, 1959), que falleció en 2009, dejó un importante legado gastronómico, como gran defensor de los productos castellanos, así como un interesante estudio de investigación que resolvió algunas incógnitas de los garbanzos. Partiendo de una humilde legumbre que llevaba muchos años estudiando en colaboración con la Universidad de León, Cidón recogió lo que ocurre dentro del garbanzo durante todo el proceso de cocción, desde su estado en seco. Observó minuciosamente como es la piel en seco, como es una vez hidratada, que necesidades de agua tiene, que temperatura y cantidad salina tiene que tener, el volumen y las cualidades del agua que se adaptan mejor a una cocción perfecta, las características específicas de la carne del garbanzo hasta llegar a conclusiones tan curiosas como que el garbanzo debe ponerse a remojo con el agua caliente, a unos sesenta grados de temperatura, y cocerlo en un caldo que tenga un 20% de grasa, para que los poros que se sellaron con la fécula al humedecerlos previamente, se mantengan cerrados y se abra el característico pico que tiene esta legumbre. Por que es por el pico por donde debe penetrar el agua que los haga cocer.
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