
Mojar pan en los platos con salsa, un placer al alcance de todos
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Ante comidas clásicas como los caracoles, los callos o una asadurilla no vamos a permitir que el plato vuelva a la cocina sin rebañarHe mirado la palabra 'mojar' en la RAE y sus nueve definiciones no contemplan la referencia a «pan introducido en una salsa u otro líquido». En todo caso, en la sexta contempla untar como sinónimo de sobornar. Seguro que muchos pensáis que la RAE está actualmente en decadencia, lo cual puede ser cierto si leemos las abundantes críticas que últimamente abundan sobre la misma. Pero tal palabra, en el pequeño 'Larousse Gastronomique', en español, señala: «Añadir un líquido en una preparación culinaria, sea para hacerla cocer o para elaborar la salsa, el jugo, etc».
Conclusión, no contemplan la palabra mojar tal como yo la concibo, y supongo que vosotros también, que consiste en introducir unas galletas, pastas o pan en un líquido y, sobre todo, este último en una salsa.
Ya Julio Camba, en su obra 'La Casa de Lúculo', dejó esto escrito: «No deje usted nunca de sopear por un falso concepto de la corrección; lo verdaderamente incorrecto es devolver a la cocina sin haberla probado una de esas salsas que honran a una casa». Ya lo sabéis: ¡a mojar!
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Recordemos que nuestras abuelas nos decían aquello de «toma un poco de pan, para ayudarte». Creo que el empujar era una mera disculpa, aunque también servían para tal ayuda, pero ellas pensaban que el fin deseado del pan era el ser mojado en ella salsas inmejorables que constituían el orgullo de una buena cocinera y que hoy no suelen ser más que un recuerdo.
Estamos con un pie en las fechas de Navidad y nuestra mente está casi con los dos pies dentro, pensando en lo que vamos a comer en esos días tan señalados. Y no podemos por menos que recordar que en Cantabria, se dice, que no se han celebrado bien unas Navidades si no se ha comido unas torrijas (o torrejas) y unos caracoles. Nadie en su sano juicio pensará disfrutar unos caracoles sin mojar un buen pan en su salsa.
Cierto es que las elaboraciones actuales han tomado un camino donde las salsas están perdiendo protagonismo, pues en la cocina muchas veces llamada 'de autor', el mojar no suele tener su lugar. Pero ante platos clásicos como los referidos caracoles o unos callos, e incluso una asadurilla, no vamos a permitir que vuelva a la cocina el plato sin que el pan se recree en su salsa. Y ante un huevo admito el no usar el cuchillo, pero no mojar, no lo encuentro lógico. ¡Qué buen moje tienen los huevos!
En algún libro de protocolo he leído el siguiente consejo: «Aunque la salsa que nos han servido sea deliciosa es preferible evitar mojar el pan en ella. Sólo en caso de mucha confianza se pone un pedazo de pan en el tenedor y se unta discretamente».
Y siguiendo con las comidas familiares o de confianza, opino que el uso del pan pinchado en el tenedor puede resultar hasta cursi, siendo preferible, en mi modesta opinión, el utilizar la propia mano con cierta sutileza y discreción, teniendo siempre presente que no debemos usar el pan a modo de esponja para dejar el plato totalmente limpio.
Y ya puestos a mojar, tal como os aconsejo, hay que elegir un buen pan. Los panes que mejor cumplen con estos requisitos son los artesanos, que tienen una corteza gruesa pero con una miga compacta y algo húmeda, perfecta para poder rebañar bien en cualquier tipo de salsa. Pero entramos en el complicado terreno de encontrar un buen pan.
Os aconsejo mojad y disfrutad, siempre recordando que si alguien te dice que estás 'de toma pan y moja…', ¡estás de enhorabuena!
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