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Camila Rodrigué (8 de julio de 1993, Buenos Aires) es la segunda Chef Panadera del concurso Chef Cantabria. Estudió Bellas Artes en Argentina aunque no llegó a licenciarse. Llegó hace cinco años a Barcelona para trabajar en una galería pero pronto se dio cuenta de ... lo complicado que era vivir del arte y decidió reinventarse en el mundo de la pastelería.
–¿Como sabe el triunfo a doce mil kilómetros de casa?
–Un poco agridulce porque me gustaría compartirlo también con mi familia de argentina.
–¿A quién le dedica el premio?
–A toda la gente que me apoya y está al pié del cañón. Mi familia de Buenos Aires en la distancia y mi familia adoptiva, la de mi pareja, Dani. Él ha sido quien me impulsó para seguir estudiando, formarme en algo que me apasiona y me anima a perseguir mis sueños siempre.
–¿Cómo llega a la panadería?
–Nunca me había metido en una cocina hasta que vine a España y eso que mi madre en Buenos Aires tuvo un restaurante. Estando en Barcelona me puse a preparar una tarta para un amigo que tenía varias intolerancias y desde ese momento no paré. Me divierte tanto la elaboración como la presentación, creo que mi formación en bellas artes algo tiene que ver. Hice un curso en la escuela de pastelería de L'Atelier con Ester Roelas. Me encantó y hoy es mi mayor inspiración pero en 2020, un mes antes de la pandemia, decidí mudarme a Santander y tuve que buscar formación. Encontré el Grado Medio en Panadería, repostería y confitería y aquí estoy.
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–¿Es más de panes o de bollos?
–Soy de dulce siempre y los bollos me gustan bien dulces.
–¿Está satisfecha con las elaboraciones presentadas? ¿Qué presentó al jurado?
–Salí muy contenta. Estoy en primer curso y controlar las fermentaciones no es fácil porque es un proceso muy frágil. A nada que la temperatura de la masa suba dos grados, ya no valdría.
Elaboré una masa de pan común de dos kilos con aceitunas, ajo, romero y orégano porque me encanta la pizza y quise buscar unos sabores parecidos. Con ella tuve que hacer un pan de un kilo y otros diez panecillos de 100 gramos cada uno. Quise haber hecho una forma de calabaza pero por falta de tiempo tuve que hacer algunos cambios... Llegué justa pero salió bien. Después del salado, hice una masa abriochada en forma de flor, rellena de avellanas y chocolate, con sabor a Nutella, y las horneé formando una flor. Por último el sobao con el que quise hacer un guiño a mis orígenes, simulando un alfajor. El sobao era de naranja y le puse una cobertura de dulce de leche y chocolate.
–¿Cómo le gustaría continuar con su formación?
–Todavía no se hasta que punto saldré aprendida. De entrada la panadería me cuesta más pero tendría que esperar a terminar para decidirme. Se que la bollería refinada y la alta pastelería me encantan. Me atrae todo aquello donde pueda crear e innovar.
–¿De qué manera influyen tus orígenes en su forma de elaborar?
–Lo que más me influye es mi paladar. Los argentinos le tenemos muy dulce. En casa no falta nunca el dulce de leche y si me dan a elegir prefiero el postre a cualquier otro plato.
No tengo en mi cabeza los conocimientos de pastelería tradicional de aquí. Es por una cuestión cultural, de arraigo, que a la hora de elaborar piense siempre en los sabores más típicos de argentina. Por ejemplo allí no se comen los croissants y las napolitanas no existen. La percepción que tenemos los argentinos del dulce no es la misma que en España. Quizá porque también bebemos mucho mate, que es muy amargo, y con el dulce encontramos el equilibrio perfecto.
–¿Se presentará el próximo año?
–Me he subido tanto el listón que me da miedo, pero seguro que al final sí.
–¿Qué planes de futuro tiene?
–Me gustaría poder trabajar en pastelería y seguir aprendiento al mismo tiempo. Y porqué no, montar mi propio obrador argentino en Cantabria. Me traería toda mi cultura, las cosas que extraño y que aquí no se ven por ningún lado. En Argentina llamamos facturas a la bollería, medialunas de manteca, alfajores, galletitas de limón, cañoncitos rellenos de dulce de leche... Pero lo haría más delicado, no tan rústico. Me encanta, también, el buttercream y si algún día tengo mi propio despacho, también haré tartas para eventos.
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