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¿Pediría alta gastronomía a domicilio y que el cocinero prepare la comida en su casa?

¿Pediría alta gastronomía a domicilio y que el cocinero prepare la comida en su casa?

LA SEMANA DÍA A DÍA ·

Cuando termine el confinamiento será el momento de reinventarse. En España tenemos una cantera de cocineros terriblemente talentosos dispuestos a asumir el reto

Clara P. Villalón

Santander

Sábado, 11 de abril 2020, 21:05

DOMINGO

José Andrés

La maravillosa actividad que está realizando José Andrés en Estados Unidos, comprometido desde que comenzó la terrible situación que nos enmarca para alimentar a los más desfavorecidos, ha visto seguida su estela en España importando –gracias a Mateo & Co y la frenética actividad de su CEO Patricia Mateo en aras de promover todos los eslabones de la hostelería en esta situación crítica– un modelo que arrancó el pasado domingo con la puesta en marcha de la primera cocina de contingencia liderada por Álvaro Castellanos e Iván Morales de Arzábal, con la colaboración del Banco de Alimentos y Makro.

Y rápidamente ha visto cómo sus raciones de comida se han multiplicado gracias a que a la iniciativa se han unido otras cocinas como la de Dstage, la de Medems Catering, la del Qüenco de Pepa, la de Bulbiza en Madrid y la de Carles Tejedor en Barcelona y la de Fierro en Valencia. En apenas cinco días se ha puesto en marcha un entramado solidario que saca lo mejor de todo el personal de nuestra hostelería para elaborar menús saludables que cumplan las necesidades de los mayores y niños que más están sufriendo esta crisis que nos azota a todos. Un aplauso que, sin duda, les deberíamos otorgar a ellos cada día.

MARTES

Sandoval y Oria

Lo fantástico es que esta no ha sido la única iniciativa puesta en marcha y es que los hermanos Sandoval también arrancaron el pasado lunes a cocinar para ayudar al colegio Ramón María del Valle Inclán que acoge a unas 140 personas a las que dan asilo y de comer, según les guió en sus necesidades el Ayuntamiento de Madrid. Y no son los únicos porque otra labor de mi completa admiración es la de Cristina Oria que junto a su marido, algunos de sus trabajadores de motu propio y apoyada por un crowfunding que ha conseguido recaudar más de 100.000 euros gracias a donaciones anónimas está no sólo cocinando para el personal sanitario de Ifema, de otros hospitales que lo necesitan y de parroquias que alimentan a personas vulnerables sino que está destinando los recursos a comprar materiales necesarios para todos ellos según las peticiones que cada punto rojo le va haciendo. Impresionante forma la de Cristina de volcarse con la sociedad en los momentos de más necesidad.

JUEVES

«Reinventarse o morir»

Y mientras todas estas acciones solidarias aparecen y nos dan esperanza, el jueves aparecía un estudio de Deloitte que pretendía prever cómo será la vuelta a la normalidad con unos gráficos en los que se intuye una crisis más potente que la del 2008 pero, afortunadamente, más corta. Seamos realistas – aunque algunos me llamen pesimista– pero los restaurantes y la gastronomía en general se van a ver arrastrados por un cambio profundo a partir del cual se establecerán unas nuevas reglas del juego que aún desconocemos.

Hasta hace unos días planteaba como el mejor escenario posible ese en el que dentro de un mes saldríamos a la calle y todo volvería a una 'normalidad' relativamente conocida, algo que cada vez veo más lejano más que nada porque la alarma sanitaria continuará y eso conlleva aparejada una situación de miedo latente con la que viviremos más encerrados en casa que nunca, limitando nuestros momentos sociales. Algo por otra parte necesario para no volver a la situación actual, porque si todos nos lanzásemos como locos a la vida anterior nada más terminarse el estado de alerta volveríamos a engrandar esta bola de nieve.

Pero mientras todo esto nos afecta, llamados a la contención absoluta, buscaremos el hedonismo a partir de otras vías; siempre que podamos, porque la capacidad económica de la mayoría de la población se va a ver mermada, ahora con los ahorros casi desaparecidos o en coyunturas deudoras incluso. Entre tanta incertidumbre gris, la luz me llega por esas compras a domicilio directamente de los proveedores eliminando algunas cadenas de distribución que podemos ver suprimidas, buscaremos cercanía y nuestra casa será más que nunca nuestro refugio antes que el lugar donde muchos simplemente dormían o en el que se sentían casi atrapados.

¿Cuándo abrirán los restaurantes? O quizás la pregunta debería ser otra: ¿Cuántos restaurantes podrán abrir? Porque tardarán en llenar y se verán obligados a reconvertirse en formatos demandados en la actualidad. Sí, lo pienso, es el momento de la alta gastronomía a domicilio, quizás incluso del cocinero en casa que se desplace a reuniones de cuatro o cinco amigos, en petit comité.

A los que ansiamos volver a sentarnos en la mesa de un restaurante nos acompañará nuestra mascarilla y tendremos que asimilar que nos atiendan con guantes y con otra puesta, quizás hasta que los cubiertos lleguen debidamente enfundados y esterilizados.

Volveremos a cocinar en casa mucho más y buscaremos, para ocasiones de más gusto, platos de cuidada elaboración que ahora afrontarán aguantar bien un transporte y un posible recalentamiento. Ahí está el reto. ¿Disfrutaré tanto? Sin duda no, porque mucha parte de la gastornomía, de cualquier comida, tiene que ver con lo social. Pero celebraré poder comerme unos callos de Iván Cerdeño en casa, o unas croquetas de Nacho Solana, o un arroz de ortiguillas de Sergio Bastard, o una ensaladilla rusa de Pan de Cuco, o unos chocos en su tinta de Cañadío, o una calabaza asada con crema de queso de Suculent, o unas pochas con verduras encurtidas de Nerua, o un guiso de conejo de La Salita...

Ahora es momento de esa frase: «reinventarse o morir». Y lo mejor de todo es que en España tenemos una cantera de cocineros terriblemente talentosos, dispuestos a asumir el reto.

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