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En la ciudad colombiana de Bogotá continúa en marcha la primera churrería 'La Castreña' fundada en 1951 por Óscar y Gloria, los bisabuelos paternos de Óscar Cobo, churrero que actualmente regenta la segunda churrería La Castreña, fundada en la ciudad en 1973. ... Ya son cuatro las generaciones de churreros dedicados a este negocio que, además de churros, ofrece a sus clientes gofres, y que continúa con la elaboración artesanal de otra de sus especialidades: los barquillos. Óscar Cobo Gómez, padre de Óscar, fue quien comenzó con la elaboración de los barquillos, un dulce que continúa haciendo otro de sus hijos, Oliver Cobo, quien lleva esta especialidad a las fiestas de los Baños de Ola en Santander y a las fiestas de verano de Comillas.
Óscar Cobo lleva dos décadas elaborando churros. A pesar de haber cursado sus estudios de Grado Medio en Electricidad y otro en Repostería, Cobo decidió continuar con el negocio familiar. Y es que, este castreño comenzó a los 17 años a preparar la masa, una receta que aprendió de su madre y que tanto su padre como su hermano siempre han preparado «muy buena». Cobo cuenta que su padre fue su maestro y que en estos veinte años la receta sigue siendo la misma.
Asegura que no hay secreto, que lo que importa para que los churros salgan buenos «es la materia prima», hacer la masa con buen aceite de oliva y «utilizar primeras marcas en todo», porque «si das buen género y calidad, la gente viene» y de ahí que perdure el éxito de esta veterana churrería.
Además, con la práctica diaria ha conseguido cocinar los churros «a ojo, sin tiempo de espera», para que el cliente los pueda degustar en su correcto punto. Tras la elaboración de la masa y de cocinarla en el aceite, sale una rueda dorada que se corta, aproximadamente, en una quincena de churros, procurando siempre que siempre vaya «un poco más de cantidad».
No obstante, esto no lo es todo. Tratar y cuidar bien al cliente también es una pieza fundamental en la historia de este establecimiento. De hecho, Cobo explica que «ves crecer a los niños que venían con sus padres a por churros, que después se hacen mayores y luego son ellos los que vienen a comprar churros con sus hijos, generación tras generación». Por todo ello, el trato cercano con los clientes es lo que le da un valor añadido a su trabajo.
Después de Semana Santa, la churrería permanecerá abierta los domingos y festivos en horario de 8.30 a 11.30 horas, un horario «para los madrugadores», como decía su padre. El resto de días, la jornada depende de la climatología.
Cobo disfruta de un oficio que conoce de toda la vida y que le «encanta» y destaca que lo que más le gusta es «ver la sonrisa de los críos, hacerles felices y tener detalles con ellos, lo mismo que con los mayores, estar pendientes de ellos y que no les falte de nada».
Y así continúa funcionando 'La Castreña' en un año «duro» en el que este castreño se sienta cada noche, a las 23.15 horas, en el banco de la churrería. Cobo quiere agradecer a aquellos que se han molestado en preguntar cómo está la familia tras el fallecimiento de su padre. Es por ello que no puede dejar de mostrar su agradecimiento a todos esos clientes que se han interesado por la familia y han tenido un recuerdo para el que fue su maestro en el oficio de churrero, Óscar Cobo Gómez.
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