«Lo que siento por el pimiento es pasión»

«Lo que yo siento por el pimiento es pasión». Así describe Galo su trabajo de plantar pimientos. «Me gusta plantarlo, comerlo, fotografiarlo... Estoy enamorado del pimiento de Isla». Y es que su trabajo, además de producirlo es venderlo en el supermercado que tiene en la localidad. «Llevo relacionado con el pimiento desde siempre».

La tradición le viene de familia, ya que su tío Norberto es una de las personas que más conoce sobre esta hortaliza, aunque ya se ha jubilado. «Tengo dos hijos que me ayudan, pero aún no tengo claro que quieran seguir con el pimiento».

Si tuviera que describir el pimiento de Isla, le sobran buenos calificativos se mire por donde se mire. «Yo lo veo como un manjar existente en pocos sitios, nunca he probado ningún pimiento como éste». Y eso que durante algunas épocas del año vende pimientos de distintos lugares. Del pimiento de Isla destaca que tiene mucha carne, que es muy sabroso y que tiene un intenso color rojo.

«Estamos vendiendo pimientos desde hace quince días». De esta manera reconoce que el buen verano que ha hecho ha ayudado a que la producción se adelante. Además, destaca la calidad de la producción de este año. «El pimiento necesita un verano como éste, ni muy caluroso ni muy lluvioso». Las mejores condiciones para tu desarrollo es que la temperatura sea de cerca de 23 grados por el día, que no baje mucho por las noches y que llueva lo justo, ya que cuentan con sistemas de riego.

El truco de obtener un buen producto está, en primer lugar, en tener buena semilla. «Cuando ya tenemos los pimientos, hay que escoger los mejores para así tener para plantar al año siguiente». Después, también es importante tratar la tierra. En su caso, utilizan abono natural en un principio. «A veces nos ayudamos de químicos, sobre todo para evitar epidemias y bichos. Afortunadamente han evolucionado tanto que podemos recoger pasado un día o dos».

Aun así, destaca la tierra de Isla como uno de los factores para que el pimiento salga como lo hace. «Tenemos en Isla una tierra arenosa inigualable, sobre todo en Quejo». En su opinión, en tiempos lejanos todo estaba cubierto de agua, de ahí que haya quedado ese tipo de terrenos. Asimismo, también 'culpa' al clima de la zona de Siete Villas, ya que es el idóneo para plantar.

En cuanto al resto de los trucos que tiene para que la producción sea buena, los resume en: cuidar y mimar. «Te tiene que gustar, porque si no te gusta, no lo haces bien y el producto no es tan bueno».

En su caso, es consciente de que tiene que estar pendiente de su plantación todos los días, ya sea para podar o para surtir de lo necesario a sus plantas.

«Me quedan aún unos doce años en este oficio y espero que la tradición continúe». En su opinión, las nuevas generaciones de Isla no se sienten atraídos por el pimiento, y al final quedarán las huertas que surten a las casas.