Sopas frías para combatir el calor: de zanahoria y manzana verde o de melón y jengibre

Como podéis comprobar, estamos inmersos en una ola de calor, y de las gordas. No estamos acostumbrados a estas temperaturas tan altas y nuestro estómago también lo nota. Estamos desganados y no nos apetece comer cualquier cosa. Algo refrescante y nutritivo es lo ideal para estos días en los que el calor tanto aprieta.

El gazpacho con tomate, añadiendo cualquier fruta que queráis, que ya hemos hecho en alguna ocasión, como la sandía, fresas o el melocotón, está buenísimo, pero hoy os propongo algo diferente, unas sopas fías que vais a querer tomar todo el verano.

La primera es una sopa de melón y jengibre, rapidísima de elaborar y que bien fría es increíblemente refrescante. Con un vaso de batir y un poco de imaginación tendremos unos resultados inimaginables.

Comenzamos con una cucharadita de semillas de hinojo, de aroma anisado, que tiene la virtud de aplacar el dolor de estómago y de combatir con éxito numerosas indisposiciones digestivas; pero nosotros lo vamos a utilizar básicamente por su aroma y su sabor. Las vamos a tostar en una sartén durante unos segundos, así las sacaremos el mayor aroma, con cuidado de no quemarlas. Las metemos en un mortero y las machacamos hasta tener un polvo un poco grueso.

Vamos con el melón, le quitamos la piel y las semillas y lo troceamos para ponerlo en nuestro vaso de batir. Añadimos el polvo de hinojo y un trozo de jengibre pelado, un poco al gusto. Lo vamos triturando y según se está batiendo todo añadimos unas uvas verdes, sin pepitas, el zumo de una lima y unas hojas de menta. Seguimos dejando que el vaso de batir haga su trabajo, cuando esté listo lo colamos y lo ponemos a enfriar. Tiene que estar bien frío, así que lo sacamos de la nevera justo antes de servir. A mí me gusta añadirle una cucharada de yogur justo en la misma taza al servirla y decorarlo con una hoja de menta. Está tremenda, ya veréis.

Y por otro lado os propongo una crema de zanahoria y manzanas verdes, una combinación perfecta para servir, también, muy fría. Un plato ligero, sano y lleno de sabor, perfecto para una cena o también para un entrante.

Comenzamos con un par de puerros, los lavamos bien y los cortamos en trozos pequeños. Hacemos lo mismo con las zanahorias, peladas y cortadas en rodajas finas para que se cocinen antes. Ponemos una cazuela al fuego con un chorro de aceite de oliva, añadimos el puerro y las zanahorias y lo removemos bien, dejando que se poche un poco, sobre todo el puerro, durante al menos 10 minutos.

Es el momento de añadir las manzanas, las pelamos al instante para que no se oxiden y las quitamos las semillas; cuando esté pochada la verdura, directamente a la cazuela. Salpimentamos y añadimos agua para que cueza todo unos minutos, trituramos y colamos para que nos quede lo más fina posible.

La textura o densidad de la crema nos la va a dar la cantidad de agua que le añadamos para cocer. Yo os recomiendo no triturarla con todo el agua y, según vayamos necesitando, le vamos añadiendo hasta que quede como más nos guste.

La ponemos en la nevera y la servimos bien fría con un chorrito de aceite de oliva. Veréis que manera más buena de combatir este calor.

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