Las sopas, un lienzo de agua abierto a la creatividad

Desde entonces y hasta hoy ha sido comida de enfermos y de pobres, pero también de reyes; un plato ligado a la tradición familiar pero también presente en las cartas más selectas de restaurantes de alta cocina. Y es que la suya es una historia ligada al ingrediente. La sopa se presenta en la cazuela como un gran lienzo de agua que admite materias primas muy dispares, razón por la que ha sabido ser alimento para todos y fuente de inspiración para crear platos locales y recetas innovadoras.

Así, en Cantabria por ejemplo, podemos encontrar algunas elaboraciones propias con gran arraigo, como es el caso de la sopa que precede al típico cocido lebaniego, la llamada 'montañesa' o la que lleva como materiaprima estrella alguno de los pescados y mariscos que nos otorga el Cantábrico.

Esa polivalencia de la que hace gala el plato, unida a un saludable proceso de preparación, hacen de la sopa un formato repleto de virtudes para ser un entrante habitual en nuestra dieta. La primera de ellas es su capacidad de reconfortar al comensal, bien sea servida fría para lidiar con las altas temperaturas o caliente para los duros días de invierno. Además por su alto porcentaje líquido, es saciante y reduce el apetito, con una aportación calórica -en líneas generales- bastante limitada. Por el mismo motivo, la cantidad de agua, es hidratante y fácil de digerir, ya que los ingredientes cocidos son más blandos y suelen sentar mejor. Igualmente, por su forma de elaboración, es fuente de vitaminas, minerales y fibra, ya que aprovecha al máximo todos los nutrientes que tienen los alimentos con los que se prepara.

Por ultimo, destaca por ser un plato fácil de cocinar, lo que no quita para tener que cuidar algunos detalles para obtener un resultado óptimo. Entre ellos, los tiempos de cocción que requiere cada materia prima, ya que no es lo mismo utilizar carne que pescado, por ejemplo; o fijarse en sumergir los ingredientes en agua fría para que cedan mejor sus propiedades y sabores. Con estos pequeños consejos en cuenta, estaremos preparados para colocarnos el delantal y poner en práctica alguna de las recetas que han dado fama al plato o, por qué no, plantear una de cosecha propia.

Al cocido lebaniego, uno de nuestros platos de cuchara por antonomasia, le precede una sopa de fideos elaborada con el caldo que dejan los garbanzos, verduras y carnes empleados en la elaboración del guiso principal.

También llamada 'de ajo', tiene como ingredientes principales pan duro -preferiblemente hogaza- ajos, pimentón y agua o caldo. Para que quede más sabrosa, es tradicional añadir tacos de jamón y un huevo por cada comensal.

Se trata de la sopa más popular de Italia y tiene como principal elemento diferenciador que incluye entre sus ingredientes queso parmesano. Junto a él, la receta lleva multitud de verduras -judías verdes, cebolla, apio, zanahoria y tomate-, alubias y pasta.

Típica de las regiones de costa como Cantabria, es un plato que casi nunca falta en las celebraciones navideñas. Aquí cada pueblo o ciudad utiliza unos ingredientes y en nuestro caso es habitual encontrar en ella rape, almejas y langostinos.

Un auténtico clásico del plato hondo para disfrutar de una comida suave y nutritiva. Junto a la carne, se prepara el caldo con hortalizas que le aporten sabor, como puerro, cebolla o zanahoria. En ocasiones, para que tenga algo más de textura se añade pan o patata.

Esta sopa es uno de los emblemas culinarios de Francia, originaria de la región de Provenza. Se elabora con pescado de roca -que generalmente se utiliza entero o en porciones grandes-, patatas y salsa rouille. En ocasiones se acompaña también de especies más nobles y mariscos.