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Ninguna ración está completa si no tiene a su lado un buen trago que la acompañe. Esta es una ley no escrita que se cumple sin excepción en cualquier quedada de picoteo. Y es que como muchos profesionales de la hostelería apuntan, es una costumbre habitual entre sus clientes que, con la segunda ronda, se pida también la carta de raciones.
Nuestra cultura favorece esta fórmula distendida que despierta la conversación animada entre grupos de amigos y familias y busca alargar nuestros ratos de ocio. Por ello, los establecimientos apuestan fuerte por este tipo de oferta, con cartas que van desde lo tradicional hasta la más arriesgada e innovadora combinación y puesta en escena.
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E igual que escogemos con mimo el bocado, poniendo el foco sobre el producto local, es interesante buscar 'en casa' el maridaje que mejor combine con él. En Cantabria tenemos una enorme despensa en la que caben alimentos de la máxima calidad, pero también bebidas de gran prestigio. De hecho, ambos mercados deben tejer alianzas para caminar y avanzar de la mano, complementándose para fortalecer la propuesta turística y ser un reclamo más de la región.
Las opciones de maridaje que ofrece nuestro territorio son tan infinitas como la propia comunidad. Y hay donde elegir porque contamos con un tejido de productores cada vez más extenso y consolidado. Muestra de ello es que recientemente se han agrupado tras la asociación #CantabriaBrinda, compuesta por 19 empresas vinculadas a la producción de vino, cerveza, sidra y destilados, cuyos principales objetivos son dinamizar el sector y poner en valor a los pequeños productores locales.
Hay bebidas que ya tenemos asociadas al tapeo y podría decirse que siempre encajan bien con cualquier bocado. En este sentido, sin duda alguna, la cerveza reina en barras y terrazas. Es posiblemente el trago más universal de todos y el más arraigado entre nuestras costumbres. Pero es igual de cierto, que este es un mercado diverso e inclusivo. Porque no siempre nos apetece tomar lo mismo, ni es igual el aperitivo del mediodía que el tardeo. También hay veces que no se puede, por ejemplo, consumir alcohol... Por ello y aunque los gustos de cada uno marcan el paso, cada momento tiene su bebida y cada bebida su capacidad de potenciar mejor los sabores. Pero ¿qué combina mejor con qué?
Empezando por el clásico de los clásicos, se puede decir que en nuestro imaginario existe una unión, prácticamente indisoluble, entre la caña y las patatas fritas. Y si a esta generalidad le añadimos el componente local, con un buen trago artesano y el tubérculo de Valderredible, la tapa es más que perfecta. Gracias a esta transversalidad, la cerveza también acompaña muy bien a la ración cántabra por excelencia, las rabas. Sin embargo, aquí se abren otras interesantes combinaciones. Y es que los sabores del mar se potencian, por ejemplo, con la sidra, que se caracteriza por ser una bebida fresca y ligera. Natural o espumosa, se presenta igualmente como un maridaje ideal para una ración de almejas, gambas, sardinas, mejillones, ostras...
Lo mismo ocurre con vinos como el albariño, del cual tenemos interesantes referencias en la región. Este caldo, frío, ligero y de sutiles aromas, casa también con unas buenas anchoas del Cantábrico.
Sin alejarnos de los vinos, en el capítulo de tintos son estupendas opciones de picoteo una ración de queso curado de vaca, de jamón serrano o de tortilla de patata. Para quien no concibe la hora del aperitivo sin un vermú entre las manos, seguramente goce de combinarlo con una gilda. Un bocado tan sencillo como sabroso que, elaborado con una de nuestras anchoas, potencia al máximo su mezcla ácida, amarga y salada. Por su golosidad, el vermú tanto seco como rojo es también ideal para otras conservas, banderillas o tapas de aceitunas. Por su parte, el rosado, quizás más desconocido, por su ligereza y suavidad encaja mejor con embutidos.
Tanto la hora del aperitivo como la del tardeo son momentos excelentes para un buen combinado. Entre las muchas opciones que hay en el mercado está el Negroni, de origen italiano y elaborado con ginebra, perfecto para maridar unas anchoas, unas patatas fritas o un aperitivo de encurtidos. Todos estos ejemplos ilustran que comida y bebida forman un tándem que no se debe desligar. En primer lugar porque conforman un sector estratégico para nuestra economía que unido es más potente. Y en segundo, porque la experiencia gastronómica es mejor y más completa cuanto más variada es la oferta en ambos mercados.
Cerveza rubia. Perfecta para acompañar unas patatas fritas.
Cerveza tostada. Idónea junto a una ración de quesos o embutidos.
Sidra natural. Excelente para maridar cualquier pescado y mariscos.
Sidra espumosa. Magnífica elección para pescados y quesos suaves.
Albariño. Estupendo compañero de viaje para ensalzar el sabor de las rabas o las anchoas.
Tinto. Versátil para potenciar las cualidades de un buen queso curado, del jamón serrano o junto a una tortilla de patata.
Vermú. seco Ideal para acompañar una tapa de gildas, banderillas o aceitunas.
Vermú rojo. Adecuado para conservas en escabeche.
Vermú rosado. Delicioso junto a cualquier embutido.
Negroni. Potente fusión de sabores para disfrutar de una ración de anchoas, patatas fritas y encurtidos.
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Ana del Castillo
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