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Álvaro Machín
Viernes, 15 de julio 2016, 16:27
Catherine estaba cenando anoche en un restaurante. Recibió un mensaje en el teléfono. Fabien se enteró por la mañana, en el trabajo. En su empresa hay varios compatriotas y, obviamente, hablaron del atentado. Ella tiene una academia de música en San Vicente de la ... Barquera (Preludio) y él es jefe de proyecto en Equipos Nucleares (Ensa). "La única forma de combatir esto es seguir viviendo como lo hacíamos antes de los atentados. No dejar de acudir a los próximos fuegos artificiales", explica Fabien. "Lamentas todos los muertos, por supuesto. Ya son muchas personas. Pero lo más duro -explica Catherine- es el lado psicológico del terror. La preocupación. Francia está realmente tocada. Da miedo y da la sensación de que siempre van a encotrar otra vía. Y en una fiesta sonada, como el 14 de julio. Te sientes castigado". Franceses que viven en Cantabria.
Hay un cierto tono de costumbre en lo que dicen. Van demasiadas veces. "Cada vez más se banalizan las conversaciones", explica él, que apuesta por "seguir promulgando el mestizaje del país, una fuerza importante a todos los niveles para Francia". "Si nos quedamos en casa estaremos haciendo lo que ellos quieren".
Catherine reflexiona: "Probablemente había musulmanes entre toda esa gente arrollada. Es un golpe ciego. O sea, que para el Daesh los muslmanes que estaban allí tampoco eran buenos. Da igual, es hacer daño, la vida no vale nada". También sobre la sensación tras la lista de atentados, "porque parece que esa sensación se te va con el tiempo, pero vuelven a hacerlo y el recuerdo se queda más tiempo". "No te dejan respirar y no sé si ese es tal vez su objetivo".
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