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Juan Carlos Flores-Gispert
Sábado, 10 de diciembre 2016, 22:55
«Os pido que me exijáis cumplir en la ayuda a los demás, para lo que el Papa me ha nombrado cardenal». Carlos Osoro se dirigió ayer así a sus paisanos en la Catedral de Santander durante la misa en la que quiso estar cerca ... de cuantos no pudieron acudir a Roma, al acto solemne en el que fue elevado a la más alta dignidad de la Iglesia por el Papa Francisco.
La misa en el templo fue solemne y, en ella, Osoro pidió perdón «por si hice alguna cosa mal cuando estuve aquí, en Cantabria, perdón por si no he sabido serviros en este mundo convulso». Y agradeció «a todos mis paisanos que comparten mi alegría por el servicio a la Iglesia». En ese escenario, el cardenal no quiso olvidar al obispo Juan Antonio del Val, «que me apoyó desde el principio y a quien debo mucho de lo que soy». Y al obispo Vicente Puchol, «que me llevó en su coche hasta el Seminario de Salamanca para iniciar mis estudios». Agradeció la presencia de amigos, familiares, autoridades y «a muchos sacerdotes hoy aquí presentes, que iniciasteis los estudios en el Seminario de Corbán y habéis estado conmigo».
«Vengo con mucha ilusión a mi tierra, a recordar que todo lo que soy se lo debo a la Iglesia. Atodo pájaro le gusta volver al primer nido», dijo, y al instante recordó a sus padres, a quien debe la fe católica. Y a la Virgen Bien Aparecida, patrona de Cantabria, cuya imagen siempre lleva consigo. «La fe y el ministerio sacerdotal me lo ha dado esta tierra y estoy al servicio de los demás, donde hay necesidad, un servicio que me exige ampliar la mirada a todos los hombres.El Papa me pide esta labor, ayudar a los demás, y esta es mi misión», acabó.
La Catedral se quedó pequeña para acoger a cuantos deseaban acudir a la celebración con el cardenal cántabro, que impartió la comunión a cientos de personas y abrazó y besó a otras tantas al finalizar la misa. Antes de llegar al primer templo de la Diócesis, Osoro visitó la Parroquia de la Bien Aparecida de Santander, templo donde fue ordenado sacerdote en 1973. En la Catedral, el cardenal estuvo acompañado por varios miembros de su familia, entre ellos sus hermanos Fernando y José Manuel. En representación de las instituciones estuvieron presentes el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y la concejala de Hacienda de Santander, Ana González Pescador.
Fue una misa de víspera del domingo la que Carlos Osoro eligió para su presentación en Cantabria como purpurado de la Iglesia Católica. Osoro, que siente devoción hacia Cantabria, la tierra en la que nació y creció en la Iglesia, como ha recordado en numerosas ocasiones, se presentó ante cientos de personas que abarrotaban la Catedral de Santander de manera sencilla, vistiendo la ropa de Adviento, de color naranja, en el tercer domingo de este periodo que señala el comienzo del año litúrgico cristiano y comprende las cuatro semanas anteriores a la Navidad.
Solemnidad
El cardenal Osoro ofició la misa acompañado del Obispo de la Diócesis, ManuelSánchez Monge; el arcipreste de la Catedral, José Vicente Pérez; el deán, Francisco Sánchez; el vicario general de la Diócesis, SergioLlata, y el párroco de Castañeda, Luis Carlos Fernández (localidad donde nació hace 71 años), entre otros sacerdotes.
La solemnidad vino dada por la homilía y la música del órgano, tocado por el organista de la catedral Norbert Itrich que acompañó al coro A capella, a cuyo frente está Manuel Galán. Las lecturas fueron las propias del día. El Evangelio, Mateo 11, versículos del 2 al 11 (¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?). La primera lectura fue la de Isaías 35 (versículos 1 a 6 y el décimo), la segunda lectura la Carta de Santiago, capítulo 5, versículos 7 a 10, y el Salmo el 145, cuya antífona es Ven Señor a salvarnos. Sobriedad en toda la Catedral. Es tiempo sobrio y no se adorna el altar, pero si se encendió la vela de la tercera semana de Adviento.
Una de las características de la personalidad de Carlos Osoro, dicen los que le conocen bien, es que nunca dice no. No sabe decir no. Lo suyo es la escucha paciente. Y lo demostró ayer en la Catedral santanderina (catedral de la Asunción de Nuestra Señora) cuando no tuvo prisa para abrazar y ser abrazado, besar y ser besado por cientos de fieles, de vecinos, de colaboradores en su estancia en Santander y de personas que solo le conocen por la prensa pero han seguido de cerca su carrera en el Seminario de Monte Corbán, como obispo de Orense, arzobispo de Oviedo, Valencia y de Madrid.
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