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Un sitio impreciso

Es probable que en el cuadro ‘La rendición de Breda’ no salga ningún español. Y que los programas locales de empleo no tengan ninguna eficacia

David Remartínez

Martes, 10 de enero 2017, 07:10

Es probable que en La rendición de Breda no salga ningún español. Felipe IV le encargó el cuadro a Velázquez unos ocho años después de ocupar la ciudad flamenca. El pintor, al documentarse, se encontró con que allá ni había acontecido batalla ni se había ... derramado coraje nacional: el general al mando era genovés; las tropas, mercenarios alemanes; y los nobles, extranjeros en su mayoría, pues los españoles hacía tiempo que preferían celebrar las victorias junto al rey en lugar de jugarse la vida por él. El monarca les gravaba su cobardía con impuestos, pero ni aún con esas cambiaban aquellos el muslo del faisán por la espada. Breda fue atacada para rescatarla del calvinismo, y se rindió tras un sitio preciso, trigonométrico. Pero la victoria resultó mayormente inútil desde un punto de vista estratégico: sólo le sirvió al flemático Austria para sentirse santo e imperial. Eso cuenta un libro que me leí este domingo mientras dibujaba el cuadro de Velázquez en un bonito cuaderno. Mi versión de Breda se parece más al mercado medieval que organizan en mi pueblo durante las fiestas patronales, pero me entretuvo muchísimo. No sé por qué solo dibujamos de críos, supongo que porque de adultos supeditamos su utilidad al resultado y entonces nos rendimos, nos plegamos al concepto de provecho de este mundo mercenario. Una pena. Levantando lanzas pensaba yo en los gráficos del paro, y en que los ayuntamientos y las comunidades deberían suprimir todas sus presuntas partidas para Empleo. Ese dinero se gasta porque siempre se ha hecho así, por inercia, ¿pero qué provecho proporciona? Cursos de formación que se dan como palos de ciego y contratos temporales en los municipios para rebajar las cifras del desempleo oficial. ¿Eso crea riqueza? No. Ni siquiera presenta batalla, si acaso la contiene en vísperas electorales para que el político de turno ahueque su pecho de faisán. Si yo fuera rey municipal o regional dedicaría ese dinero a contratar a gente para que nos entretuviera las calles durante los fines de semana: talleres de dibujo, conciertos, porno, yo qué sé. Que siempre hubiese algo en las plazas y en las aceras que nos mereciera el paseo y la reunión. Contratos para que nuestras ciudades fueran algo más que asfalto. Para que fueran un lugar, y no un sitio impreciso.

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