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Ana Rosa García
Jueves, 23 de febrero 2017, 07:03
"El primer día que entré a trabajar en Valdecilla como auxiliar de enfermería me destinaron a Urgencias, lo pasé fatal porque me mareaba al ver la sangre. Recuerdo que uno de los médicos me dijo No te preocupes, cuando cobres el primer sueldo se ... te quita el mareo". La anécdota la recordó ayer Carmen Merino tras el acto de despedida de la que ha sido "mi segunda casa". Han pasado 42 años desde aquella escena que "no se me olvidará nunca". Toda una vida. El hospital rindió homenaje a todos los profesionales que, como ella, estrenaron jubilación en 2016. En total, 188, la mayoría mujeres (147). El acto sirvió para echar la vista atrás, para hacer balance y para mirar al futuro "desde el otro lado de la puerta".
"Hace un año, en este mismo acto, lanzamos el reto de crear la primera asociación de antiguos trabajadores de Valdecilla, que ahora está a punto de hacerse realidad", destacó el gerente, Julio Pascual. Elvira Torralbo fue la encargada de dar a conocer el proyecto, actualmente en fase de tramitación administrativa. "El objetivo es que esta institución, que tendrá su sede en el hospital, agrupe a los profesionales jubilados y desarrolle actividades con fines lúdicos y sociales", explicó. Próximamente se celebrará la primera reunión del colectivo, a la que ayer tuvieron la oportunidad de sumarse los 188 profesionales que dijeron adiós al hospital en 2016, entre los que figuran 59 auxiliares de enfermería, 36 enfermeros, 25 médicos, 18 auxiliar administrativo, 17 celadores, siete pinches, cinco fisioterapeutas, cuatro técnicos especialistas, tres administrativos, dos calefactores, dos cocineros, dos mecánicos, dos planchadoras, una matrona, un electricista, un ingeniero superior, un trabajador laboral, una limpiadora y una telefonista.
Las celadoras Ana Galán y Matilde Sánchez se van "orgullosas y satisfechas" de haber formado parte de la familia de Valdecilla. "Todo lo que te diga es poco. Son tantos recuerdos los que me llevo... Si pienso en la gente con la que he compartido vivencias a lo mejor se me caen las lágrimas", dice la primera. "Está claro que en tantos años ha habido de todo, pero se intenta olvidar lo malo", coinciden.
Sin embargo, resulta difícil borrar de la memoria aquel 2 de noviembre de 1999, sobre todo entre quienes vieron caer los escombros a pocos metros, como recuerda el traumatólogo Carlos Garcés. "Estábamos en plena operación de rodilla cuando la fachada se vino abajo en el quirófano de al lado. Tuvimos que evacuar a toda la gente para salir corriendo. Entre el ruido y los gritos pudimos cerrar a la paciente de milagro fue intervenida días después ya en Liencres. Una de las enfermeras, llorando, se quedó conmigo hasta que terminamos", rememora emocionado.
Garcés, uno de los pilares de la Unidad de Ortopedia, se despide del hospital donde empezó su carrera en 1974, y lo hace "orgulloso" de haber contagiado su pasión por la medicina a su hijo, traumatólogo también; y con un último deseo: "Menos tecnología y más humanidad para Valdecilla, que es lo que hemos mamado. Como mejor se diagnostica es viendo al paciente a la cara, no a través de una pantalla". Otro de los 41 hombres jubilados el año pasado es el enfermero Miguel Ángel Gozalo, que destaca "las buenas sensaciones" acumuladas en sus tres décadas de trayectoria profesional. "Me llevo el recuerdo de toda la gente a la que he podido ayudar y los amigos que he ganado por el camino. Ahora espero que el hospital siga en la misma línea y, sobre todo, que cuide a sus profesionales", señala. El homenaje, celebrado en el salón Téllez, contó con la presencia de la consejera de Sanidad, María Luisa Real, que estuvo acompañada por el gerente, JulioPascual, el director médico, Trino Pina, y la directora de Enfermería, Nuria Martínez. Todos agradecieron "el legado de enseñanzas y ejemplo" que deja este conjunto de veteranos que "ha entregado su vida para convertir este centro en un gran hospital".
Nada menos que 46 años trabajados cumplía María Luz Elices cuando le llegó la retirada, en agosto. "Estaba deseando que llegara el día para descansar, porque los años pesan y estos últimos han sido muy duros, pero me ha costado dejarlo, se echa en falta a la gente y ¡las charladas que nos echábamos!", declara esta auxiliar de enfermería que en su etapa final trabajó en la Unidad de Politraumatizados. Su compañera de profesión Carmen Merino asegura que "he sido muy feliz en Valdecilla, aunque tengo que decir que esto ya no es lo que era. Debe mejorar la relación humana". De "orgullo y felicidad" habla también la que fuera supervisora de Enfermería de Rayos, Nieves Bea: "Siempre llevaré en el corazón a Valdecilla, es mi casa". Como ella, Marta Ortiz, supervisora del área quirúrgica, es otra de las históricas. Ayer, reconocía que "amo a mi hospital y a los quirófanos como a mí misma, pero estoy encantada con mi jubilación tras 43 años de trabajo".
Trabajo en equipo
Como portavoz de la última tanda de jubilados ejerció la enfermera Alicia Bolado, que desempeñó su actividad los últimos años en el Hospital de Día Médico. En su discurso, ensalzó "la importancia del trabajo en equipo", "donde todos suman y nadie resta", y reivindicó a la Dirección que proporcione formación continuada, "trabajando en la resolución de conflictos, en las habilidades de comunicación, en la confidencialidad y el manejo del estrés, porque de esa forma se podrá ofrecer al usuario respeto, seguridad y empatía". Términos que se repitieron en las conversaciones con otros profesionales, como Merche Fernández, otra auxiliar de enfermería jubilada de Neurofisiología, "aunque aún no he podido salir de aquí, he pasado de trabajadora a paciente, me operan en unos días". Insiste en que "no se nos tiene que olvidar que vivimos del enfermo, al que hay que tratar bien y cuidar como es debido.A veces tengo la impresión de que nos estamos convirtiendo en robots". Con la visión que aporta la veteranía, opina que "como las generaciones que nos vamos no va a haber más. Nos hemos dejado la piel por este hospital, con mimo y delicadeza. Ojalá me equivoque y el personal nuevo siga nuestros pasos".
Tampoco entre los fogones se conserva el ambiente de antaño, lamenta la pinche de cocina Esther Herrera. "Me llevo muy buenos recuerdos porque siempre me ha gustado mi trabajo, aunque con el paso del tiempo las cosas cambian". Le vienen a la cabeza, por ejemplo, "las meriendas que organizábamos hace años cuando había algo que celebrar, todo era mucho más familiar", dice con nostalgia y sin acabar de asimilar su adiós. "Aún tengo la sensación de que estoy de vacaciones", añade. A todos ellos, como a los que no asistieron al acto, trasladó el gerente su agradecimiento, recordándoles que "esta siempre será vuestra casa".
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