![2018 fue el segundo año con menor número de nacimientos desde la posguerra](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201912/12/media/cortadas/bebe-kFJC--624x385@Diario%20Montanes.jpg)
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El número de nacimientos en Cantabria sigue cayendo en picado, hasta el punto de que en 2018 registró, con 3.805, la segunda cifra más baja de alumbramientos desde el año 1941. La tendencia, lejos de corregirse, se agudiza con el paso del tiempo, ... y 2019 va camino de batir tan triste récord: durante los primeros seis meses de este año se produjeron 1.717 nacimientos, 137 menos que en el mismo periodo de 2018. 1995 marcó el mínimo de nacimientos en la región, con 3.734.
La serie del Instituto Cántabro de Estadística (Icane) arranca en 1941, y recoge las inscripciones en la provincia de los nacidos (6.921 en ese momento). Desde 1975 también se registran los nacimientos por otro concepto: la residencia de la madre en la región, que ofrece cifras más ajustadas (y algo más bajas) que las inscripciones. Tomando esta nueva referencia, los 70 fueron una década en la que se superaban con holgura los 8.000 nacimientos anuales. Durante los 80 se aprecia un descenso vertiginoso y constante: desde los 7.874 de 1980 hasta los 4.611 con que se cierra el decenio. En los 90 continúa la merma, aunque pierde aceleración: parte de 4.576 en 1990 y alcanza su mínimo en 1995, año en que cambia la tendencia. Es un avance tímido, con algún altibajo, que aguanta hasta 2008, con un pico de 5.886. A partir de ahí, y hasta hoy, todo cuesta abajo.
3.805 fue el total de nacimientos que se registraron en Cantabria en 2018.
estableció el récord de número más bajo de alumbramientos fueron 3.734.
-2.291 es el saldo negativo que arroja la diferencia entre nacimientos y defunciones del pasado año.
El Instituto Nacional de Estadística (INE), acaba de publicar los datos provisionales de la Estadística del movimiento natural de la población de 2019, en la que se recoge ese retroceso en el número de nacimientos en Cantabria entre los meses de enero y junio (-7,4%), más acusado que la media nacional (-6,2%), unos datos que demuestran el enquistamiento del problema.
Pedro Reques, catedrático de Geodemografía de la Universidad de Cantabria (UC), no se muestra sorprendido por los números: formó parte del equipo de expertos que elaboró la 'Estrategia frente al reto demográfico', un documento impulsado por el Gobierno regional que ya los vaticinaba. «Hay tendencias tan estructurales que es difícil modificarlas», comenta al respecto. En su opinión, más grave aún que el escaso número de nacimientos es el problema de la baja fecundidad, esto es, el número de hijos por mujer, que ahora es de 1,12 en Cantabria. «Siempre hablamos de 2,1 hijos por mujer, que es el índice de reposición: esto significa que la generación que viene a continuación será la mitad de numerosa que la de sus padres: son cuatro abuelos, dos padres y un hijo».
Juan Carlos Zubieta, Sociólogo Economista
«Los datos no sorprenden a nadie que esté en la sociedad y que la observe», sentencia el sociólogo de la UC Juan Carlos Zubieta. «Los que tenemos contacto con jóvenes vemos que se casan y se independizan más tarde porque no tienen empleo, y por eso también aplazan la decisión de tener hijos o no los tienen. La razón fundamental de todo esto es económica».
«La situación de inestabilidad y falta de recursos económicos, combinada con un coste de la vida tan alto obliga a aplazar todos los proyectos. ¿Cuándo me independizo? Más tarde. ¿Cuándo formo un hogar? También más tarde. ¿Y un hijo? Un hijo supone una satisfacción, pero también un coste y una menor movilidad. Si me sale un trabajo en Madrid o en Canadá, me voy; con un chiquillo, las posibilidades son menores, se convierte -poniendo las comillas que se quieran- en un obstáculo. Y cuando la decisión de tener un hijo se aplaza, el primero puede llegar tarde, pero el segundo igual no llega, y el tercero ni me lo planteo».
El informe del INE ofrece también otros datos definitivos de Cantabria en 2018: se contabilizaron 3.805 nacimientos y 6.096 defunciones, lo que arroja un saldo vegetativo negativo de -2.291 personas. Además, la edad medida de maternidad es de 32,6 años, la quinta más elevada de las comunidades, y la esperanza de vida al nacimiento en esta comunidad es de 83,4 años, superior a la de España, que se sitúa en 83,2.
David Cantarero
«Si nada cambia, la próxima decada estas cifras demográficas van a aumentar todavía más la tercera y la cuarta edad. Ya no es atípico que una persona de 65 años tenga una esperanza de vida de veinte años por delante», apunta David Cantarero, profesor de Economía de la UC y coordinador del grupo de trabajo de la citada 'Estrategia'. En su opinión, luchar contra el envejecimiento de la población con un incremento de la natalidad solo sería posible generando actividad económica que pueda atraer a una población emigrante que no se asienta si no hay buenas perspectivas.
Según explica, la primera consecuencia de una población envejecida es la falta de equilibrio entre ingresos y gastos. «A pesar de la presión fiscal, una población envejecida genera menos actividad económica», y por tanto menos riqueza e ingresos. «La presión demográfica sobre el sistema de pensiones es un problema nacional, no solo regional, y va a ir copando cada vez mayor parte de los recursos públicos por una población de más edad. Y en Cantabria, el envejecimiento va a condicionar el presupuesto sanitario: la población de más edad demandará más atención sanitaria pública por el alargamiento de la esperanza de vida, y eso supone más gasto en tecnología, en fármacos...».
Más allá de idear medidas prohibitivas o bonificadoras para corregir el reto demográfico, Cantarero se muestra partidario de buscar ingresos en la «economía de las canas», que ayuden a sostener el sistema. «Hay que intentar aprovechar esos espacios económicos para generar los ingresos y recursos que da una población tan mayor como la de Cantabria. Dependencia, cuidados, residencias,... todos los servicios para personas mayores con mucho tiempo por delante son oportunidades que no se están aprovechando».
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