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Bioquímico, farmacéutico, profesor, político, alto funcionario internacional, poeta... Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934), director general de la Unesco durante más de una década y que actualmente preside la Fundación Cultura de Paz, es un hombre a quien sus responsabilidades le han permitido construir una visión ... global sobre la situación y los problemas del mundo. Este miércoles será distinguido como Magister Senior Honoris Causa por la Universidad Permanente (Unate) por su aportación a la paz y la cultura del conocimiento en una ceremonia que se celebrará en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria.
- Si le preguntan que cómo está el mundo, ¿usted qué dice?
- Soy una persona con muchos años y nunca, a pesar de que he vivido momentos muy difíciles, había visto un mundo que se va a acercando a una situación de no retorno, a puntos irreversibles respecto al cambio climático o la sostenibilidad de la Tierra. Y en lugar de ser conscientes e implicarnos en la solución, ahora que ya podemos gracias en buena medida a la tecnología digital, estamos siendo espectadores y no actores, testigos impasibles. Siendo director general de la Unesco estuve muy activo diciendo que íbamos por mal camino; más adelante, que se está fundiendo el Ártico: nadie hizo caso. Ojo que empieza a derretirse la Antártida: nadie nos ha escuchado. Ha habido una reunión en Madrid, la COP25, y tampoco se ha escuchado. No puede ser que el mundo dependa de lo que piensa el señor Trump.
- ¿Es el cambio climático el gran reto de la humanidad?
- Es uno de los principales, pero hay otros muchos, sobre todo la desigualdad desde el punto de vista social, que hace que todos los días se muera de hambre muchísima gente, miles de personas, mientras nosotros miramos para otro lado. Ya ve lo que está pasando con los emigrantes: si emigran es porque no pueden vivir en sus lugares de origen. Lo que hay que hacer es ayudarlos como hacíamos antes, con un gran programa de las Naciones Unidas para el desarrollo. Esto ha desaparecido de nuestras perspectivas: Europa era solidaria, ayudaba mucho al desarrollo de los demás países, era un ejemplo de democracia. Me preocupa mucho porque vuelve a haber supremacismo, fanatismo. Este pensar que uno es superior al final provoca una cantidad de víctimas enorme: pensemos en lo que ocurrió en la Segunda Guerra Mundial. La ultraderecha que piensa que solo ella tiene la verdad y nada más que la verdad es un fenómeno al que también tenemos que hacer frente.
- ¿A qué atribuye ese fenómeno de polarización tan generalizado en las sociedades?
- Se debe a que no somos capaces de aprender las lecciones de la Historia, y aquellos acontecimientos a los que habíamos dicho 'nunca más', vuelven a repetirse. Las Naciones Unidas se están marginando totalmente. ¿Usted cree que lo que ha pasado en Siria es algo que tenemos que aceptar? Una guerra en la que no se ha dejado que intervinieran para nada las Naciones Unidas. El partido republicano de EE UU siempre ha estado en contra del multilateralismo y nunca las ha aceptado. Todo esto lo tenemos que reflexionar y tomar medidas rápidamente. No puede ser que haya tantísimos millonarios como consecuencia de la crisis y tantísima gente que no puede llegar a fin de mes. No podemos aplaudir a un señor como Trump, que cuando llegó a la presidencia dijo que no iba a poner en práctica nada de lo que aprobó su antecesor. Obama había dado pasos muy importantes para la paz en el mundo, como tender la mano al islam y evitar que se invadiera Irán como se invadió Irak. Los señores de las Azores que decidieron que se tenía que invadir Irak son en buena parte responsables del terrorismo actual. No era verdad que tuvieran armas de destrucción masiva; los que las tenían son los que invadieron Irak.
- ¿Qué le hace falta al mundo para coordinar una acción global? ¿Una gran amenaza? ¿El coronavirus?
- El coronavirus es un tema en el que hay que seguir la pautas científicas y de los médicos. Ha tenido una mortalidad inferior al 2,5%: desde un punto de vista médico y epidemiológico, se le ha dado una proyección que no es necesaria. La mejor manera de unir hoy a la gente es hacer frente al cambio climático. Que miren a los ojos de sus hijos y sus nietos y digan 'no lo vamos a consentir'.
- ¿Cree que las Naciones Unidas han sido sustituidas por el G20, que el valor de un país lo determina su PIB?
- Al principio fue el G6 con Reagan, luego el G7 con Canadá y el G8 con la Federación Rusa; ahora es el G20, pero todo es igual: todo esto es el G1, y el G1 es el señor Trump. El partido republicano de los EE UU impone estas prácticas. Habíamos llegado en París en 2015 al acuerdo de que era necesario, con todas las transformaciones sociales y económicas, aplicar medidas que evitaran el calentamiento de la Tierra. Pero llega el señor Trump y lo que había firmado el señor Obama no lo sigue. En el mes de noviembre de 2015 en las Naciones Unidas se había llegado a una resolución por la gran mayoría de países para transformar el mundo: trabajar con otro sistema económico, otros baremos de desarrollo... y llega el señor Trump y dice que tampoco lo va a seguir. El G1 tiene una manera de actuar que sube aranceles, los baja... ¿qué es todo esto? No hemos respetado un multilateralismo fuerte y hemos abandonado el sistema de las Naciones Unidas, y ahora mismo somos Naciones Dispersas. Tenemos que reconsiderar todo el conjunto.
- ¿Usted piensa que la cultura de la paz es la fórmula que lo soluciona todo?
-Esto fue adoptado por las Naciones Unidas: la cultura de la paz es cambiar la fuerza por la palabra: cambiar la razón de la fuerza por la fuerza de la razón. Es que, a partir de ahora, cuando haya un conflicto, que siempre los habrá, tenemos que reunirnos y no resolverlos por las armas o con estas posiciones a escala mundial que le estoy comentando, sino que tenemos que procurar volver al espíritu de las Naciones Unidas, del multilateralismo y, sobre todo, de la democracia y la participación ciudadana. No puede ser que haya muchos ciudadanos que no participan, que únicamente se inhiben y únicamente critican. Lo que tenemos que hacer es aprovechar las posibilidades que tenemos y expresar la opinión ciudadana porque, al final, los que sufren las consecuencias de este desorden actual son los ciudadanos.
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