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La actividad se mantiene con normalidad en la planta de El Buen Pastor, en San Vicente de Toranzo, donde un camión cisterna lleno de leche está listo para descargar. Después de recorrer un laberinto de tuberías y depósitos de acero inoxidable, el producto saldrá envasado ... en los briks que marchan ordenadamente por la línea, para ser empaquetados y, de momento, almacenados.
Álvaro Ortiz, gerente de la empresa, reconoce que, en condiciones normales, no se acumularían tantos palés, aunque tampoco es que las cajas lleguen hasta el techo. Él explica que el problema no es de espacio, sino de material para envasar: en cuanto se acaben los briks, los tapones o las cajas, se para todo.
«Con los palés no tenemos problema porque los conseguimos aquí cerca y venimos con furgonetas. Pero los briks, por ejemplo, vienen de Madrid, y no tenemos camión para traerlos. El tapón viene de dos fábricas, una en la zona de Cataluña y otra también Madrid, y pasa lo mismo. Las cajas de cartón son de Cantabria y de Madrid, y aquí ya nos han dicho que tienen problemas: hay que meter de seis en seis los envases, porque logísticamente es imposible manejar los briks sueltos».
Así que, mientras la zona de leche envasada se va llenando, la de los materiales de envasado se vacía. «Tenemos para unos días, pero en cinco o seis nos va a empezar a faltar, y en el momento en que no tengamos más, habrá que parar y, lo que es más grave, dejaremos de recoger al ganadero, que tal y como está ahora mismo, con los precios que tiene la leche y el de los piensos... es un drama».
No es que Ortiz se esté poniendo trágico, ni que esté exagerando: de las cinco grandes industrias lácteas de la región, dos ya se han visto obligadas a parar forzadas por la huelga de transporte. La primera fue Andros La Serna, de Arenas de Iguña, más afectada porque fabrica también yogures y postres, que precisan refrigeración y tienen periodos de caducidad más cortos. Lácteos de Santander, en Meruelo, detendrá a partir de hoy su producción. Además de El Buen Pastor, siguen aguantando Andía Lácteos (Renedo) y Nestlé.
Los piquetes dejan circular a los camiones que recogen la leche -«salvo algún pequeño incidente»-, gracias a un acuerdo de mínimos, pero con eso los ganaderos solo han conseguido una prórroga: el problema sigue ahí. Los que surten a las empresas que han parado intentan colocar la mercancía en las que siguen en marcha, pero el tiempo se agota. Y en las grandes estabulaciones el temor se acrecienta ante la posibilidad de que llegue el momento de que no puedan dar salida a su producción láctea.
El Buen Pastor trabaja con 28 ganaderos de Cantabria, con una recogida de 50.000 litros diarios que al final de cada jornada ya están tratados y envasados, porque la leche no puede permanecer almacenada en tanques. «No se puede hacer, porque si nadie me garantiza que voy a disponer de material, a los dos días tengo la leche ácida en los depósitos, y a ver qué hacemos con 50.000 o 100.000 litros de leche mala, porque es un problema. No es cuestión de tirarla, sino que hay que destruirla, y eso igual te cuesta setenta céntimos el litro».
«Los ganaderos están, lógicamente, muy preocupados, porque ellos ya estaban mal: con la subida de los piensos y de la energía están asfixiados, y esta situación va a ser la puntilla para muchos», lamenta.
Eso lo corrobora Gaspar Anabitarte, secretario general de la Unión de Ganaderos y Agricultores Montañeses (UGAM-COAG). «La situación se empieza a poner más difícil, porque los ganaderos no pueden asumir tirar un litro de leche, y aunque las demás industrias estén recogiendo lo de las que están paradas, llegará un momento en que no van a tener capacidad, a cada una le llegará su punto crítico si no consiguen abastecerse».
«Hasta ahora, mal que bien, los ganaderos veían cómo la leche iba desapareciendo de sus tanques, pero ellos viven día a día, y tienen que estar pendientes de si aparece un camión para recoger, porque no pueden tirar la leche. Un ganadero medio puede tirar 1.500 o 2.000 euros por el tanque diario, y producir esos 2.000 le ha costado 1.900 en caso de que esté produciendo sin pérdidas, y aquí no es posible secar las vacas o dejar de ordeñarlas: esto no es como cerrar una planta, y el ganadero tiene que seguir trabajando igual que si estuviera vendiendo la leche».
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