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Si alguien pensaba que José Reñones, acusado del doble crimen de Liaño, iba a reconocer la autoría del asesinato de su hija de once ... meses y su pareja teniendo en cuenta que todos los indicios le señalan, estaba equivocado. Nada más lejos de la realidad. Durante las más de dos horas que duró este martes su interrogatorio defendió a capa y espada su inocencia, manteniendo la misma versión de los hechos que ofreció un día después del atroz crimen. «Yo no las asesiné, segurísimo, y tampoco tenía motivos para hacerlo», mantuvo, ante las insistentes preguntas de la fiscal Isabel Secada, que detectó alguna contradicción con su primera declaración, pero no consiguió arrancar una confesión.
El acusado –para quien su abogado pide la libre absolución– solo reconoce el quebrantamiento de condena (tenía una orden de alejamiento respecto a las víctimas) el día de los hechos (16 de diciembre de 2021).
En esa jornada, por la mañana, Eva le indicó que tenía que abandonar la casa por las últimas amenazas e insultos, pero Reñones se negó, hasta que horas después, sobre las cuatro y media de la tarde, la Guardia Civil se personó en el domicilio para desalojarle. «No pensaba que me fuera a denunciar y creía que me iban a llevar detenido». Pero no fue así. De hecho, eso llevó a que los dos guardias civiles que acudieron a la casa y el sargento que tomó la decisión final de dejarlo suelto fueran sancionados por una falta grave, al saltarse el protocolo.
Entonces, dice que cogió algunas pertenencias como un destornillador, unas cuchillas, un cúter y tabaco, que introdujo en una mochila, y se marchó. Primero se desplazó hasta la fuente de Santa Ana, que está situada a unos cien metros de distancia. Desde allí volvió sobre sus pasos en dirección a la casa de Eva, tal y como relató una vecina, a la que saludó, según esta última. Sin embargo, aquí viene la discrepancia. Mientras que la testigo ha declarado que vio al acusado entrar de nuevo a casa de la víctima por la puerta del garaje, él lo ha negado. «La vecina miente, como casi todo el mundo en este procedimiento». «¿Y qué motivo tiene la vecina para mentir?», le preguntó la fiscal. A lo que él no dio una explicación.
Después, relató que estuvo dando vueltas por la zona hasta que se quedó en un merendero cercano al supermercado Eroski de El Astillero, donde estuvo dando «paseos» y «fumando». «Estaba nervioso y abatido y no cené. Pasé la noche allí, viendo vídeos de Eva y mi hija (se refirió ayer a ella como Evita) porque no tenía datos al no disponer de saldo».
Al día siguiente (17 de diciembre), asegura que cogió desayuno en el citado supermercado y después fue cuando recibió dos llamadas de la madre de Eva preguntándole dónde estaban. «Le dije que no sabía nada y entonces me fui al cuartel, donde había sido citado». Después, relató que «intenté ayudar a encontrarlas» y, para ello, facilitó contactos y contraseñas de las cuentas de redes sociales de Eva. «No sabía lo que había pasado, intentaba localizarlas». «Hice todo lo posible sin saber qué había pasado ni dónde estaban», declaró, para, a continuación, acusar a un guardia civil de insultarle en el cuartel de El Astillero. «Pensé que me iban a encalomar un robo».
Cuando le pusieron sobre la mesa todos los indicios que hay en su contra, como la geolocalización (que le sitúa en el lugar y la hora del crimen), el estudio de temperatura de los móviles (que le ubica junto al de la víctima dentro de la casa y no en la calle) y las muestras de sangre y ADN aparecidas en las prendas de las víctima, los descartó todos. En el caso de la geolocalización, Reñones se apoya en la opinión de su perito, Luis Enrique Hellín, que defiende que es «imposible» ubicar a alguien por el móvil, pese a los resultados que esta técnica ha dado a la UCO para resolver casos como las desapariciones de Diana Quer o las niñas de Tenerife que murieron a manos de su padre en el agua, entre otros. «Yo sé que no he estado en esa casa. ¿Cómo me van a ubicar en esa casa?».
Respecto a la temperatura de los terminales defendió que, si era de 20 grados en el momento de los hechos, pese a que en la calle el termómetro marcaba 5º, «puede ser porque lo tendría dentro del bolsillo». En cuanto a las muestras de ADN, niega que sean de sangre como sostienen los peritos y justifica que «es normal» que viviendo con su pareja y su hija hubiera restos suyos en las citadas prendas.
Del mismo modo, negó haber destrozado el mobiliario de casa de Eva y los enseres de su hija, teniendo en cuanta que rechaza insistentemente haber vuelto a la vivienda.
Durante el interrogatorio, en el que contestó a todas las partes, Reñones reconoció haber hecho «muchas cosas malas», de las que se considera «culpable» y pidió que le «condenen», pero refiriéndose a ese trato y actitud con su pareja y su hija, tal y como ponen de manifiesto los audios, y cuestionó que no se hayan abierto «otras líneas de investigación».
Una vez finalizada la declaración del acusado, la fiscal modificó y elevó a definitivas sus conclusiones, añadiendo el ensañamiento en la muerte de la madre. A este cambio se adhirieron el resto de acusaciones (las particulares, ejercidas por familiares de las víctimas, y la popular, por el Gobierno regional), manteniendo todas la petición de prisión permanente revisable y 26 años más de cárcel.
Por su parte, la defensa se ratificó en la solicitud de libre absolución por los dos asesinatos y solo reconoce el delito de quebrantamiento de condena por parte de Reñones.
Este miércoles, las partes emitirán sus informes y el acusado tendrá el derecho a la última palabra. Y el jueves se conocerá el veredicto del jurado.
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Ana del Castillo
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