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El Gobierno central, a través de las Confederaciones Hidrográficas del Cantábrico y del Ebro, y el regional han invertido más de 25 millones de euros durante los últimos cinco años en la conservación y mantenimiento de los ríos de la Comunidad Autónoma y en la ... ejecución de trabajos de restauración fluvial y de defensa contra posibles inundaciones.
A grandes rasgos, la Administración regional, junto a los ayuntamientos, se hace cargo de las actuaciones en los tramos urbanos de los ríos, y la central en el resto, aunque las Confederaciones siempre han de supervisar y conceder el permiso para cualquier proyecto a ejecutar, sean encauzamientos, defensas de las márgenes, extracción de material depositado en el lecho del río, su limpieza o la de las riberas.
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Aunque cada río de Cantabria tiene sus propias características se puede decir que, en líneas generales, se trata de cauces rápidos y con mucho desnivel: no hay barrancos como los de Valencia, pero sí acusadas pendientes que pueden contribuir a que se produzcan estragos, aunque sin consecuencias tan dramáticas como las de Levante. Al tratarse de ríos rápidos, ofrecen poco tiempo de reacción desde que se producen las precipitaciones en la cabecera.
6,2 millones
se invertirán en remediar las recurrentes inundaciones en Ampuero.
3,1 millones
cuesta la obra para mejorar la capacidad hidráulica del Ebro y el Híjar.
2,3 millones
se destinarán a la defensa del núcleo de Molleda frente a las crecidas del Deva.
Las zonas inundables en cada uno de los ríos están perfectamente determinadas, lo que no impide que en algunos enclaves resulten recurrentes: las vegas fluviales han sido históricamente ocupadas por usos vulnerables, como viviendas, infraestructuras o instalaciones industriales, algo que en la actualidad ya no resulta posible en áreas inundables, a no ser que dispongan de las adecuadas medidas de protección.
Aunque se ejecuten obras de prevención de inundaciones y para mitigar sus efectos, hay condicionantes como infraestructuras preexistentes –puentes antiguos, cruces que sobreelevan la lámina de agua, etc.–, que limitan las actuaciones. Limpiar los ojos obstruidos de los puentes, acondicionar los cauces o construir motas ayudan a evitar daños, aunque las puntas de crecida de los ríos cada vez se producen con menos margen y más intensidad.
Tras la catástrofe provocada por la DANA de Valencia parecen existir diferentes criterios sobre cómo mantener las riberas de los ríos, como si hubiera que elegir entre un entorno hormigonado y otro de vegetación frondosa. Según señalan los expertos, la vegetación de ribera autóctona ayuda a que las márgenes de los ríos no se desmoronen con las crecidas –siempre y cuando no esté dentro del cauce, ante el riesgo de que una avenida la arranque y tapone los puentes–, aunque es necesario eliminar aquella suelta y muerta. En cuanto a las obras hidráulicas, son los expertos quienes tienen que determinar su conveniencia tras analizar cada cauce y cada problemática, para acometer aquellas que resulten necesarias.
El punto más conflictivo de su recorrido es Ampuero, situado en la vega por la que discurre, con inundaciones recurrentes tanto en el polígono industrial como en el núcleo urbano.
Durante el último lustro, la Confederación Hidrográfica del Cantábrico ha invertido casi 300.000 euros sólo en el cauce principal del río.
El término municipal de Ampuero y el polígono de Marrón han sufrido numerosas inundaciones reiteradas a lo largo de los años, causando cuantiosos daños materiales en las propiedades privadas, los negocios y las industrias de la zona, afectando también las infraestructuras, con cortes en la circulación ferroviaria y en las carreteras. Para buscar una solución definitiva a estos problemas, se va a acometer, de forma inminente la restauración fluvial de sus márgenes, con una renaturalización del entorno mediante la formación de motas o caballones a mayor altura que los actuales y retranqueados respecto a éstos, de forma que permitan contener las sobreelevaciones en las crecidas, así como la renaturalización urbana y fluvial de esa zona del municipio.
El importe de la obra es de 3,3 millones, financiados con fondos europeos a través de una ayuda de la Fundación Biodiversidad al Ayuntamiento de Ampuero, una inversión que la Consejería de Fomento, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente incrementará hasta los 6,2 millones.
Cabezón de la Sal, Mazcuerras y Reocín han venido sufriendo los cambios de comportamiento del río Saja, y se ha actuado ya en los puntos más problemáticos eliminando la mayor parte del riesgo. En el Besaya queda pendiente –una obra ya prevista– la canalización del arroyo Muriago, tributario de él, en Los Corrales. En Torrelavega, donde se cruza con el Saja, la actuación parece más complicada, aunque muchos de los terrenos a los que podría afectar una crecida están baldíos.
La Confederación del Cantábrico ha destinado en el último lustro 615.000 euros para trabajos en el cauce principal del Besaya, y 1,5 millones en el del Saja. La inversión de Cantabria en el Besaya y su tramo común con el Saja supera el medio millón de euros. Los problemas causados por las avenidas del Saja han precisado destinar más fondos regionales para remediarlos, más de medio millón de euros, y la colaboración con las expropiaciones en el proyecto más destacable acometido por la Confederación, la recuperación hidromorfológica del río entre Caranceja y Casar, y la protección del núcleo de Villanueva de la Peña, con un coste de unos cuatro millones.
Dentro del estudio general de defensa de riadas del Saja entre el Puente de Santa Lucía y el de Virgen de la Peña, que incluye una serie de actuaciones tanto en el río Saja como en sus afluentes, se comenzará a ejecutar, en el plazo de unas semanas, un caballón de tierras en la zona oeste de la población de Cos, que partirá del canal de salida del molino existente y lo unirá con la zona alta al norte del núcleo, aprovechando la propia inclinación del terreno para proteger a las viviendas de la zona. La mota diseñada contará con unos taludes muy tendidos a lo largo de toda su longitud, y se regenerará el terreno con prados al finalizar los movimientos de tierras.
Potes, Vega de Liébana y Molleda son tres de los puntos donde más perjuicio pueden hacer los aumentos de caudal del Deva, un curso de agua que no puede considerarse tan problemático como otros y que ha requerido una modesta inversión en su mantenimiento y acondicionamiento, unos 120.000 euros en su cauce principal por parte del Gobierno central.
Cantabria, por su parte, se dispone a acometer en breve plazo un completo proyecto de protección del núcleo de Molleda frente a las inundaciones, al que se destinarán 2,3 millones de euros. Una vez redactado el proyecto de construcción, y consensuado con el Ayuntamiento, se están consiguiendo los permisos pertinentes para poder licitar y comenzar la ejecución de las obras durante el año 2025.
El núcleo urbano de Molleda, donde se concentran todas las viviendas, es atravesado por el arroyo La Fuente, que circula paralelo a la carretera CA-841 y alimenta al arroyo La Quinta. El arroyo la Quinta desemboca finalmente en el río Deva, cruzando bajo la N-621. Debido a que los terrenos en los que se asienta Molleda son muy llanos, y están ubicados en la vega inundable del río Deva, el desagüe del arroyo la Quinta se ve comprometido por el nivel en el río Deva, que no solamente depende de los caudales provenientes de su propia cuenca sino también de la influencia de la marea debido a su proximidad a la ría Tina Mayor, ocasionando esto que finalmente ambos arroyos se desborden, inundando el núcleo urbano.
Los desbordamientos de los ríos Ebro, Híjar e Izarilla en diciembre de 2019 provocaron la peor riada de la historia en Reinosa, espectacular aunque, afortunadamente, sin víctimas. En ese caso no fue una lluvia torrencial la causante del desastre. Fue, sencillamente, persistente, aunque se combinó con un viento sur huracanado sobre las montañas de Campoo, con un aliento cálido que derretía la nieve acumulada. Esa suma de factores provocó un fenómeno tanto meteorológico como hidrológico, cuando el agua de las precipitaciones se sumó a la del desnieve, que se canalizó por los ríos Izarilla e Híjar. Para dar una idea de la magnitud de la crecida, el Híjar marcó un máximo de 3,59 metros de altura, tres más que durante la jornada previa. El río Ebro, destinatario de estas aguas, fue incapaz de absorber ese volumen de su afluente, saliéndose de su cauce para transformarse en una pesadilla de agua y barro que afectó sobre todo a Reinosa y Matamorosa, arrastrando vehículos e inundando bajos y viviendas.
La Confederación Hidrográfica del Ebro ha actuado en los cauces cántabros con una inversión de cuatro millones de euros en la última década, actuaciones que se enmarcan fundamentalmente en sus programas de Conservación del Dominio Público Hidráulico y Adecuación y Restauración.
El Ministerio de Transición Ecológica destinó dos millones al acondicionamiento ambiental y paisajístico y mejora del estado del río en ambos cauces a su paso por Reinosa, Campoo de Enmedio y Hermandad de Campoo de Suso, en 2018. Actualmente se está acometiendo, por parte de la Consejería de Fomento, la segunda fase de las obras de mejora de la capacidad hidráulica y restauración ambiental de los ríos Híjar y Ebro en Reinosa, financiada en parte por fondos europeos, con más de tres millones de euros de presupuesto. Los trabajos consisten en el incremento de la capacidad hidráulica del puente nuevo sobre el río Híjar mediante la ampliación con un ojo nuevo en la margen derecha del cauce, así como en la restauración fluvial de las márgenes de ambos ríos.
La Confederación Hidrográfica del Cantábrico ha gastado más de 300.000 euros en trabajos en el cauce del Miera, un río que no origina graves problemas. Hazas de Cesto, Beranga o Solórzano son localidades de su cuenca que podrían sufrir las consecuencias de una crecida extraordinaria. Los trabajos realizados consisten principalmente en tareas de mantenimiento y conservación del cauce.
El hecho de que las poblaciones estén situadas debajo de las presas ha evitado episodios de inundaciones en la cuenca del Nansa. La Confederación del Cantábrico ha invertido más de 700.000 euros durante el último lustro.
Las drásticas actuaciones realizadas hace muchos años en el valle de Toranzo lograron solucionar las históricas y reiteradas inundaciones en el área. La zona baja de la cuenca, cuando ya se unen Pas y Pisueña, es la más problemática: un terreno llano adonde llega toda el agua de arriba, como ocurre en Piélagos.
El Estado ha gastado cerca de tres millones en la adecuación de estos ríos en los últimos años, que el Gobierno cántabro complementa ahora con el mantenimiento y limpieza de cauces para limitar los efectos de las avenidas, como el vaciado de canto rodado acumulado en el Pas en torno al barrio Penilla, en Santiurde de Toranzo (42.000 euros), y junto al barrio La Calleja, en el municipio de Puente Viesgo (46.000) euros.
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