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Nacho González Ucelay
Lunes, 1 de abril 2019, 07:25
Cantabria inauguró ayer la temporada de pesca deportiva abriendo la veda del salmón a casi 2.000 pescadores de la región y de otras comunidades autónomas que a diferencia de otras campañas no acudieron en masa a la llamada. No porque, además de ... experiencia, paciencia y suerte (y peces, claro), para poder pescar hace falta agua, y, ayer, ninguno de los ríos salmoneros de la región bajaba con la suficiente como para garantizar un buen día de capturas. Difícil de engañar en semejantes condiciones, el 'campanu' no picó.
Dónde y cuándo emergerá la primera pieza del año, la más cotizada, y a quién va a corresponder el honor de convertirla en tesoro gastronómico, como manda la tradición, siguen siendo misterios que no resolverán hasta mañana como pronto porque hoy toca descanso.
Desanimados por el bajo caudal de los ríos, un factor determinante a la hora de plantearse coger la caña, la inmensa mayoría de los pescadores con licencia salmonera, 1.986, prefirió sacar partido del espléndido día que les regaló este domingo haciendo cualquier otra actividad que no fuera perder su tiempo tostándose en un regato.
Que la temporada salmonera en Cantabria no haya dejado en la cesta ni un solo pez en el día de la inauguración no resulta ninguna catástrofe pero sí es un hecho infrecuente que, según dice la hemeroteca, no se producía en la región desde hacía un lustro.
En el año 2014, Jesús Giraldo sacaba del Pas el primer salmón de la temporada el mismo día del estreno de la campaña.
Desde entonces, y hasta ayer, esta misma operación la habían venido repitiendo de manera consecutiva Manuel Hoya (2015), José Luis Rodrigo (2016), Án- gel Fernández (2017) y Rogelio González (2018).
La hemeroteca también dice, esto a título de mera curiosidad, que todos ellos sacaron los salmones de las aguas del río Pas, donde ayer domingo, en el estreno de una nueva temporada, apenas había un reducido grupo de pescadores a los que ni siquiera las estadísticas les hacían presagiar nada bueno en una jornada que al final, efectivamente, no les trajo nada bueno.
Y así, la inmensa minoría, que agrupaba a aquellos que por sorteo tenían que ir a pescar ayer sí o sí, se adueñó de la treintena de cotos que la Consejería de Medio Rural ha abierto para la temporada 2019. A saber, nueve en el Asón, ocho en el Pas, otros ocho en el Deva y cuatro en el Nansa.
A diferencia de otras campañas, en que bajaban con agua y peces, los cuatro ríos sin excepción presentaron durante el primer día de capturas un aspecto semidesértico. Vamos, que en ninguno hubo tortas para coger sitio.
Ni en el Asón ni en el Deva ni en el Nansa... Ni siquiera en el Pas, al que las estadísticas conceden el mayor número de 'campanus'. Adormilado en el coto de Covachón, en la localidad de Puente Viesgo, un pescador con resaca se remite a su acompañante, que, más fresco, se anima a la conversación.
«Llevábamos cinco o seis años intentando venir a pescar a este coto pero el sorteo no nos beneficiaba. O nos salían otros ríos o nos salían malos números».
Y para una vez que le sale este río y le sale un buen número, el dos, «resulta que venimos y nos encontramos con que no baja con agua», dice contrariado Martín Urdanoz sin quitar el ojo del río.
Es navarro, como los otros dos titulares del coto que le acompañan. «Pero yo vengo de Pamplona y ellos vienen de Vera de Bidasoa», un pueblo situado a 75 kilómetros de la capital que coge el nombre de un río que Martín conoce a la perfección. De allí ha sacado en dos ocasiones el segundo salmón de la temporada y muchos de los cerca de 50 ejemplares que, dice, ha pescado desde que se inició en esta especialidad allá por el año 2000.
Pescador desde niño, Martín, que sabe que de aquí no va a sacar nada, da por bueno un viaje a Cantabria al que además de sus dos colegas también se han apuntado tres amigos asturianos que hoy no pescan –solo miran cómo los demás miran– y con los que han disfrutado de una jornada muy amena.
«Ha sido un buen fin de semana. Vimos ayer y nos marchamos hoy», cuenta Martín, que cree que el Gobierno de Cantabria debería hacer algo más por la pesca deportiva, «una fuente de ingresos para el turismo que no se debería despreciar». Como ejemplo, pone a su grupo. «Nosotros somos seis, y entre el alojamiento y las comidas nos habremos dejado aquí 200 euros cada uno. Eso son más o menos 1.200 euros», dice el pescador, que cree que a diferencia de lo que ocurre en Navarra, aquí, en Cantabria, la normativa es «muy restrictiva».
«En todo caso, ha sido un buen fin de semana», repite Martín, que valora la experiencia de arrojar la caña un entorno tan cautivador. «Para mí este es el coto más bonito de toda España», asegura. En defensa de lo suyo, como tiene que ser, uno de sus cinco acompañantes, asturiano para más señas, replica: «Bueno, bueno. Alguno del Cares tampoco está mal».
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