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Un concienzudo informe presentado la semana pasada por la Red Europa de Lucha contra la Pobreza en Cantabria advertía de que los indicadores habían dado un respiro. Mejoraban con respecto a 2020. ¿Optimismo? «Para nada», contesta su presidente, Daniel Pesquera, al frente de esta Red ( ... EAPN en sus siglas en inglés), que aglutina a dieciséis entidades sociales de la región. «Se podría entender como menos pobreza si no fuera porque la comparativa se hacía con el año previo, en plena pandemia», cuando la pobreza alcanzó cotas de pobreza bajísima. Lo peor está por venir, advierte, con un invierno más frío de lo normal en plena crisis energética.
-Unas 125.000 personas estaban en riesgo de pobreza en Cantabria en 2021, esto es 16.000 personas menos respecto a 2020, ¿se puede ver esto con optimismo? Hablamos de que uno de cada cinco cántabros está en riesgo...
-Yo creo que no se puede ser optimista, porque más del 20% de la población está en riesgo de pobreza o exclusión. Son datos con respecto al informe del año 2020, que como consecuencia de la pandemia tenía datos muy complicados, y aunque ha habido una pequeña mejora en 2021, hablar de una comunidad tan pequeña como Cantabria en la que hay 125.000 personas en riesgo de exclusión social es alarmante.
NUEVA POBREZA
-Es un espejismo esa mejoría, entonces. ¿Hay cierta esperanza entre las entidades sociales o están esperando a que crezca la ola?
-Sinceramente, estamos esperando a que crezca la ola. Todo va enlazado. La mejoría se debe a que no estamos en los datos pospandemia, pero son datos bastante alarmantes. Y los que vienen no van a ser buenos. Después de la pandemia hubo mucha gente más empobrecida, pero en las entidades sociales no notamos esa mejora que dicen los datos.
-Sin registros aún de este 2022, pero con una inflación disparada, ¿qué están percibiendo las entidades sociales?
-Vemos que se está cronificando el estado de pobreza en Cantabria, es decir, el perfil de personas que venían a los centros a pedir ayuda cambió tras la pandemia, pero esas personas, a pesar de las ayudas que da la Administración, siguen viniendo. Y si bien es cierto que hay una reforma laboral que favorece a los trabajadores, hay que leer entre líneas. Esas personas cobran unos salarios que a nuestro parecer son precarios porque no llegan a final de mes a cubrir los gastos y los costes de los recursos de los que tienen que abastecerse, ya sea energía o alimentos. Esa mejora que dan los datos no se reflejan de momento en las personas que vienen a pedir ayuda.
CRISIS ENERGÉTICA
-En 2021, las personas que no podían permitirse tener su hogar a una temperatura adecuada se duplicó, y eso sin tener en cuenta el efecto de la guerra en Ucrania. ¿Se avecina un invierno más frío de lo normal en los hogares de Cantabria?
-Llevamos un año hablando de la subida del gas y la electricidad, y por mucho que hayan intentado mejorarlo desde la Administración estatal para que no se encarezcan tanto las facturas, siguen siendo bastante desproporcionadas. Con la guerra en Ucrania hay una crisis energética de la que se vale Rusia para amenazar al resto de los países de la Unión Europea con quitarles esa energía o encarecerla, así que calculamos que este invierno será duro. No solo lo dicen las plataformas sino cualquier estadística o informe; estamos advertidos de que va a ser un invierno bastante duro para las familias.
-Incluso están advirtiendo de que la gente con escasos recursos no va a quitarse de comer para pasar menos frío...
-Claro. Al final, las prioridades son las que son y la alimentación es la prioridad básica para que las familias sigan subsistiendo; lo que no van a hacer es gastar más dinero del que no pueden en energía, y eso se traduce en que en las viviendas cántabras se va a pasar frío, con lo que repercute. Y sobre esto llamábamos la atención: las familias más empobrecidas tienen hijos e hijas que acuden a sus centros educativos y deben seguir con el proceso de estudios, pero el nivel de concentración no puede ser el mismo cuando en una vivienda falta la luz, y no es lo mismo tener en casa calor que te facilita el estudio que estudiar si estás pasando frío.
-El importante descenso de la tasa Arope en Cantabria se debe a la mejora en la situación de los hombres, donde se reduce en 5,6 puntos, mientras que para las mujeres se mantiene prácticamente como en 2020. ¿Qué está pasando para que esta brecha de género se siga ensanchando?
-Dentro del indicador Arope se combinan varios elementos: población en riesgo de pobreza, la privación de material severa y la población que vive en hogares con baja intensidad de empleo. Es aquí donde creemos que ha subido el nivel de contratación de los varones; en cambio siguen siendo las mujeres las que se han quedado sin trabajar más de un 20% de su potencial laboral el año que se hizo el estudio. Con estos datos estamos hablando de que de los 16.000 nuevos cántabros que están en esta baja intensidad de empleo, 14.000 son mujeres, y esto hace pensar que las mujeres, cuando se ha retomado la empleabilidad, es a las que no se ha contratado, sino que se ha contratado a los varones.
-¿Ve nuevas formas de pobreza?
-Sí. Y aquí hablamos de los trabajadores. La clase media está desapareciendo y lo que se ve son personas que incluso teniendo trabajos vienen a por ayudas porque no llegan a final de mes. Antes, el perfil eran personas que estaban sin hogar, sin trabajo o sin posibilidades de empleo, y ahora lo que vemos son familias en las que uno o dos tienen empleo, pero que con sus salarios no llegan a final de mes. Estamos hablando de trabajadores empobrecidos, esa seguridad que da tener un empleo ahora ya no es garantía para dejar de estar en riesgo de pobreza o exclusión social.
-¿Están los gobiernos actuando frente a la que se nos viene encima?
-Tengo que agradecer al director general de Políticas Sociales y a la directora del Icass las reuniones que hemos mantenido y por tener en cuenta a las entidades sociales para poner sobre la mesa la ayuda para los desfavorecidos. Creo que se está trabajando y se nos tiene en cuenta. Otra cosa es la parte estatal, porque vienen ayudas de la Unión Europea que pueden solventar temporalmente esta crisis de pobreza que hay, pero tenemos mucho miedo porque al final esto son préstamos que vamos a tener que pagar o devolver. Y esto es pan para hoy y hambre para mañana.
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