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El rey Felipe VI tuvo que esperar el miércoles casi un minuto a Pedro Sánchez y este sábado Alberto II hizo lo mismo con Miguel Ángel Revilla. Hasta hora y media se retrasó el vuelo que trajo al soberano de Mónaco hasta el Seve ... Ballesteros. Un problema sin importancia para el presidente de Cantabria, que se mostraba encantado con la llegada de una de las personalidades de la realeza europea que más focos atrae. O lo que es lo mismo, con la proyección que gracias a esta visita tendrá la comunidad autónoma y sus cuevas rupestres Patrimonio de la Humanidad en todo el mundo. Ese es el motivo de la parada del príncipe Grimaldi en la región, que se enmarca en una gira con motivo del centenario de la muerte de su tatarabuelo, Alberto I.
El titular de la corona de Mónaco está recorriendo distintos lugares que marcaron la vida de su antepasado. Y uno de ellos es Puente Viesgo. Allí pasó unos días participando en las primeras excavacaciones –que él mismo sufragó– en el Monte Castillo. Tras pasar la noche en el Hotel Palacio de Helguera de Las Presillas, Alberto de Mónaco visitará este domingo estas mismas cuevas, por las que ya pasó en 2010. Descubrirá una placa conmemorativa y también conocerá el proyecto del Centro de Arte Rupestre para la divulgación del patrimonio histórico que se está levantando en las inmediaciones. Estará poco más de 24 horas en Cantabria porque tras una comida con autoridades en el Gran Hotel Balneario de Puente Viesgo, el príncipe regresará a casa en un avión privado a las 17.00 horas.
El lujoso Falcon de la familia real monegasca aterrizó a las 18.24 horas. Desde tres horas antes, la presencia de seguridad era evidente en el aeropuerto. Policía Nacional y Guardia Civil revisando el alcantarillado, la Unidad Canina olfateando cada esquina y un equipo de la división de Protecciones Especiales –estos no con uniforme, sino trajeados– que se encarga de la protección de jefes de Estado extranjeros procedente de Madrid en un operativo de más de 40 personas. Para amenizarles la espera, el presidente regional sacó el libro que explica el paso de Alberto I por Cantabria y se puso a a explicar aquellos hechos a los agentes.
La idea inicial era que Revilla recibiera al soberano en la sala de autoridades del Seve y que después subieran al coche en la entrada del aeropuerto. Para que quien quisiera pudiera saludarle. Pero la gran afluencia de personas en Parayas –estaba lleno de los participantes del Mundial Junior de Bádminton– obligó a cambiar de planes. Desde lejos, al otro lado de la valla, siguió el saludo entre ambos Paco Rozadilla. Estaba allí para dejar a un hijo que viajaba y «aprovechó» por si veía al ilustre. De lejos, pero lo logró.
Alberto II llegó después a Las Presillas en coche junto a Revilla. El soberano se interesó por la situación económica y por el impacto de la crisis energética en Cantabria. No hizo falta que el presidente presumiera de 'verde' ni de los atardeceres cántabros porque ya lo hizo el de Mónaco. Se lo contó a Ángel Molino, que junto a una docena de vecinos del barrio Helguera esperaba la llegada de la comitiva. La entrada fue un visto y no visto. «Si sale a dar una vuelta le pedís una foto que se la hace, es majísimo», les recomendó el regionalista.
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