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Ciudadanos Cantabria vive una calma tensa por la situación de interinidad que sufre desde finales del año pasado, mientras espera que Inés Arrimadas renueve las direcciones autonómicas del partido a finales de este mes o comienzos de septiembre. La desilusión electoral y la marcha de ... Albert Rivera se juntaron con la dimisión de su líder regional, Félix Álvarez, por no haber reconocido que hizo un contrato de un día al exdiputado regional Rubén Gómez como asesor del Parlamento. Madrid apostó entonces por el alcalde de El Astillero, Javier Fernández Soberón, como cabeza visible de forma eventual. Pero esa provisionalidad ya dura ocho meses y en algunos sectores del partido hay cierto nerviosismo. «El proceso se ha dilatado mucho y hay gente que se ha cansado de tanta espera. El problema es que se han dado muchas situaciones excepcionales que han demorado el proceso y han provocado la tormenta perfecta para no pasar página. Hay cierta desafección», explicó el secretario de Organización en Cantabria, Esteban Martínez, que fue el primer afiliado que Cs tuvo en Cantabria.
En Madrid ya tienen preparada esa renovación total de las estructuras autonómicas del partido, algo habitual cuando se produce un cambio de ese calado en la dirección nacional y que, en este caso, llega con cuatro meses de retraso respecto al calendario original. En otras provincias, como Cádiz, han sido más contundentes que en Cantabria a la hora de exigir rapidez: «O hay cambios internos ya o este partido se hundirá sin remisión», señaló la corriente crítica gaditana a finales de julio.
El organigrama de Ciudadanos Cantabria se 'refundará' por completo para adaptarse a los nuevos estatutos del partido. La duda principal es quién será el nuevo coordinador, la máxima autoridad en la región. Soberón se descartó desde el primer momento para ocupar ese cargo de forma permanente. Y se mantiene en la misma postura: «Mi prioridad es trabajar incansablemente por mejorar Astillero y Guarnizo. Ser alcalde requiere una gran dedicación, compromiso y trabajo, pero seguiré colaborando con mi partido», confirmó a este periódico.
Esto deja a Félix Álvarez y a su entorno como los mejor situados para recuperar el control del partido en Cantabria. No solo por la ascendencia del portavoz parlamentario en Madrid tras una legislatura en el Congreso, sino también por el paso adelante que han dado dos de sus hombres de confianza: Rubén Gómez y Diego Marañón. Ambos forman parte del Consejo General nacional, y el segundo, además de diputado regional, es miembro de la Comisión de Transparencia y Control Financiero del partido para todo el país.
Aunque, de momento, nadie se atreve a pronunciar un nombre más alto que otro dentro del partido. «No podemos hacer política ficción, debemos ser cautos y esperar lo que diga Madrid. Si hay dos sectores interesados, se pueden decantar por uno de ellos o por una tercera vía», señaló Esteban Martínez. ¿Eso quiere decir que existen dos vertientes interesadas en tomar el control de Cs Cantabria? «No, no digo eso. Simplemente explico cómo ha funcionado Madrid en otras comunidades», matizó el secretario de Organización.
Félix Álvarez, por su lado, no quiso hacer esta semana ninguna declaración sobre el proceso o sobre si está interesado en volver a ocupar el cargo del que dimitió, aunque a comienzos de año, cuando Soberón fue nombrado provisionalmente, sí dejó la puerta abierta a volver a coger las riendas en un futuro.
Además del número uno, la reforma orgánica afectará al comité autonómico y a la junta directiva. El primero tiene más similitudes con una asamblea, formada por cinco miembros designados por Madrid, cinco cargos institucionales -además de tres diputados, Cs tiene 31 concejales en la región- y todos los coordinadores de las treinta agrupaciones locales.
En un nivel de decisión más alto se encuentra la junta directiva, de la que formarán parte el coordinador regional, tres de las personas elegidas por Madrid para el comité y otras cuatro designadas por ese órgano autonómico. Ocho en total.
Ciudadanos se acerca así al modelo organizativo de los otros grandes partidos nacionales como parte de ese intento de Arrimadas de descentralizar las decisiones y que haya más comunicación entre las autonomías y Madrid. La mayoría del núcleo fuerte de Rivera no ocupa ya cargos de responsabilidad, pero las personas de confianza de Arrimadas son heredadas de la anterior Ejecutiva, como Carlos Cuadrado y José María Espejo, entre otros. Por eso, la revolución -si es que se le puede llamar así- no es tanto en los nombres como en la estrategia política. Un acercamiento al PSOE para aprobar los presupuestos era impensable hace solo un año cuando la orden en Cs era atacar sin descanso a Pedro Sánchez, por ejemplo. Arrimadas, por aquel entonces, era la más vehemente con esas críticas.
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