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Se puede hacer un palalelismo con el tren rápido de Santander a Bilbao. No es imprescindible que el proyecto se incluya en la Red Transeuropea de Transportes porque el Gobierno de España puede poner en marcha la obra con sus recursos propios, pero que ... esta línea aparezca en un futuro en el mapa ferroviario comunitario supone una garantía añadida porque obliga a los estados a cumplir unos plazos concretos y, sobre todo, abre la puerta a la llegada de fondos procedentes de Bruselas. Algo así ocurre también con el proyecto para la ampliación de la central hidroeléctrica de Aguayo, que además de ser una iniciativa estratégica para crear en el corazón de Cantabria el segundo mayor almacén de energía limpia del país supone también la mayor inversión (636 millones de euros) de todas las planteadas en la región en la próxima década por parte de la iniciativa privada.
La compañía Repsol, impulsora de la iniciativa, está convencida de llevar a cabo esta inversión, pero que la obra se incluya en la lista de Proyectos de Interés Común Europeo (PCI) supondría el respaldo definitivo. Prácticamente, la garantía de que no se produzca una vuelta atrás, ya que las infraestructuras que consigan este 'sello de calidad' tendrán prioridad a la hora de recibir el impulso por parte de cada uno de los gobiernos nacionales. Aunque la nómina de los proyectos elegidos no se conocerá hasta el mes de noviembre, Aguayo II -esa es la denominación oficial de la actuación- ya ha pasado el primer filtro en Bruselas y aparece en la propuesta elevada a la reunión decisoria de alto nivel que se celebra estos días en las instituciones comunitarias. Salvo sorpresa, el puñado de iniciativas de todo tipo (infraestructuras energéticas, redes de conexión eléctrica, almacenamiento de CO2...) repartidas por todos los países del continente que ahí figuran tendrá el visto bueno en esta quinta lista -se renueva cada dos años y en el pasado ya hubo otras cuatro- de los PCI. Es decir, que habrá que esperar unas semanas para celebrarlo, pero Repsol ya puede empezar a enfriar el champán.
VENTAJAS DE SER PROYECTO DE INTERÉS
Permisos. Se simplifica la planificación y también se acelera la fase de concesión de licencias.
Interlocutor. Los proyectos tendrán que responder ante una única autoridad nacional.
Facilidades. Existen mejores condiciones regulatorias. En el caso de Aguayo, está pendiente de un permiso del organismo europeo de Competencia, cuyo visto bueno sería más fácil de conseguir
Menos costes Se reducen los costes administrativos debido a que se someterán a procesos de evaluación ambiental simplificados. Aguayo cuenta con declaración de impacto favorable desde 2021.
Desde el punto de vista financiero, los Proyectos de Interés Común pueden optar a financiación del Fondo Conectar Europa (CEF), el fondo de la UE para impulsar la energía, el transporte y la infraestructura digital. El nuevo programa 2021-2027 asigna un presupuesto total de 5.800 millones de euros al sector energético, con una aportación máxima de 750 millones por proyecto.
Pero además de la parte económica, hay otras ventajas como la planificación acelerada y la agilización de la concesión de permisos, una única autoridad nacional para la obtención de permisos, mejores condiciones regulatorias y menores costos administrativos debido a procesos de evaluación ambiental simplificados, aunque Aguayo II ya logró los permisos ambientales en mayo de 2021. Esto se traduce en que el último gran trámite administrativo que esperaba Repsol para que el Gobierno de España autorizara el comienzo de la obra, la autorización del organismo europeo de Competencia, está mucho más cerca de ser una realidad.
Repsol, que inicialmente tenía intención de arrancar la obra a finales de 2022, lleva más de un año esperando a que esto ocurra. De hecho, para no estar con los brazos cruzados a la espera de las licencias, encargó ya hace meses la redacción del proyecto constructivo de una actuación que servirá para ampliar la potencia de la planta de los 340 megavatios actuales a más de 1.400. ¿Cómo? No hay que hacer nuevas presas. Los planos presentan la construcción de una nueva infraestructura subterránea -permanecerá oculta a la vista- para crear un sistema que tendrá el mismo funcionamiento que el de la actual central reversible, aunque aprovechará al máximo las posibilidades de generación eléctrica.
La central de Aguayo se compone de dos embalses, Mediajo (el superior) y Alsa, y el paso del agua de uno a otro mueve las turbinas que generan la electricidad. La peculiaridad de esta presa es que también puede bombear agua del embalse inferior al superior. Cuando hay picos de generación de energía renovable, el complejo consume electricidad procedente de fuentes verdes (eólica o fotovoltaica, que si no se consume en el momento se pierde) para subir el agua de Alsa a Mediajo. Y cuando las renovables no dan abasto, se abren las compuertas y la gravedad hace girar las turbinas, generando así una nueva energía hidroeléctrica. Es decir, hace de almacén. Al contrario que las renovables, aquí la producción no tiene un carácter variable. No depende del sol o del viento. Siempre que haya agua arriba, se puede activar el sistema.
Es lo que ya ocurre ahora, pero cuando esté funcionando la ampliación se hará de forma más eficiente con un potencial de generación cuatro veces superior. Para ello es necesario la creación de nuevas conducciones subterráneas de agua que unirán ambos depósitos, así como la instalación de cuatro nuevos grupos de turbina-generador reversibles ubicados en una caverna construida al efecto.
Repsol estima que hasta que la obra finalice se generarán alrededor de un millar de puestos de trabajo adicionales.
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