Amplio apoyo a la enfermería escolar en Cantabria

«La enfermera escolar es la principal responsable de la salud en los centros educativos», define Ana Isabel Ántón, miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de Enfermería de Cantabria. La institución apoya al «100%» su implantación en colegios e institutos desde hace años, porque esta figura no reporta sino beneficios a la sociedad a corto, medio y largo plazo. ¿Cómo? Como «primer agente en salud» del centro, puede abordar y valorar en primera instancia sucesos puntuales en el entorno educativo –una caída, un golpe– y evitar así traslados e incluso absentismo escolar y laboral; puede hacer un seguimiento de enfermedades crónicas –por ejemplo, diabetes o epilepsia, cada vez más comunes– y anticiparse a las situaciones críticas que deriven de esas patologías para «tranquilidad del profesorado, familias y niños»; y puede procurar una educación para la salud, que es «una herramienta para crear hábitos de vida saludable en todos los aspectos»: alimentación, higiene bucodental, ejercicio, primeros auxilios, sexualidad, consumo de sustancias..., enumera Antón. La enfermera, por tanto, abarca un «abanico grande» de temas, que pueden estructurarse en programas y talleres adecuados a las etapas y madurez del alumnado. Y actúa como referente para los escolares gracias al «importante» vínculo que crea con ellos en el aula.

Es más: en todo esto subyace un «ahorro» para el sistema sanitario y la sociedad en general. La prevención y promoción de la salud rebajan el coste asociado a las patologías, las presentes y las futuras, dice Antón, que va desgranado datos e ideas apoyándose en el completo informe que el Colegio elaboró tras el programa piloto que lideró su Fundación de 2014 a 2017. Sus buenos resultados derivaron en un estudio «objetivo» que validó la enfermería escolar como un recurso útil y posible.

Las familias también lo creen. «Los resultados fueron favorables», evoca José Manuel Torre, al frente de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres, que pide a la administración que «garantice la educación en igualdad y actúe ante una necesidad» como la de Mai. Más allá de soluciones puntuales, la enfermería sería el «mecanismo» adecuado.

Torre pide voluntad política para activar el recurso. Ana Samperio, líder del Sindicato de Enfermería Satse, interpela directamente a Sanidad –que no ha aportado su visión a este artículo– para «abordar» la implantación de una figura que debería «ser generalizada en todo el Estado». Satse pide un sanitario por centro para evitar discriminación, pero se abre a debatir el despliegue. ¿Y cómo puede afectar la falta de profesionales –95.000, según el Consejo General de Enfermería– a la iniciativa? «Vivimos un momento difícil, pero no hay que ser cortoplacistas. Hay que invertir en prevención», zanja Samperio, cuyo sindicato hace frente común con ANPE. «Se lo hemos trasladado a los Gobiernos, partidos... El proyecto piloto funcionó y suspenderlo hace que los docentes asuman responsabilidades que no les corresponden», agrega Rus Trueba, al frente de ANPE.

Ambas organizaciones se han reunido con María Prieto, madre de Mai, para trasladarle su apoyo. La familia también cuenta con el respaldo de STEC, que reivindica la cobertura «urgente» de las necesidades específicas y que plantea un trabajo desde las perspectivas de igualdad e infancia, indica Miriam Gómez.

¿Y qué recursos hay ahora sobre la mesa? Educación recuerda que en las aulas cántabras trabajan 133 técnicos sociosanitarios; 26 fisioterapeutas; 3 técnicos de Lengua de Signos y dos enfermeras en los centros de Educación Especial Pintor Martín Sáez y Parayas. Yla Consejería se compromete a solventar las necesidades puntuales que, como la de Mai, vayan aflorando. Su madre no comparte esta visión. «Aunque nuestra iniciativa –una campaña en change.org con miles de firmas a favor de la enfermería escolar– parte de una vivencia personal, los niños cántabros necesitan medidas globales, a largo plazo».