Hay anillos que solo salen con ayuda de los bomberos

La última vez que ha ocurrido algo semejante en la región ha sido ayer mismo, 19 de septiembre. El hospital de Laredo llamó al Servicio de Emergencias de Cantabria para que los bomberos acudieran a retirar un anillo atascado en el dedo de una mujer que iba a entrar en quirófano. Acudieron dos profesionales armados con una 'dremel' (pequeña radial) y unas galgas (chapas) de acero inoxidable. Antes de nada, colocaron la chapa del grosor adecuado entre el dedo y el anillo y, con buen pulso, precisión y delicadeza, la herramienta empezó a cortar la alhaja con su inquietante zumbido de sierra eléctrica. Durante el proceso, fueron refrigerando la radial para enfriarla y evitar quemaduras. Todo salió bien. La paciente se vio redimida de su alianza y pudo entrar en el quirófano con el dedo intacto.

Los bomberos de Laredo tienen bastante experiencia en este tipo de misiones, porque hace poco más de un mes (el 15 de agosto) un joven se presentó en el parque pidiendo ayuda porque tenía un dedo estrangulado por un anillo. Al igual que en el caso anterior, le colocaron una galga y se lo cortaron con una 'dremel' y con mucha destreza, refrigerando continuamente el metal para que no se le quemara ni un milímetro de piel.

Y otro ejemplo más: el 14 de junio los bomberos del 112 tuvieron entre sus manos otro dedo estrangulado por un anillo, el índice de un chico muy joven que primero fue a urgencias y que soportó la maniobra de los bomberos sin moverse ni un milímetro, mientras le cortaban su sortija con buen tino y sentido del humor para liberar tensiones. Al final, el anillo partido en dos fue devuelto a su legítimo dueño por si quisiera volver a ponérselo. «Lo aprietas un poco y ya está», se les escucha decir a los bomberos en el vídeo de la maniobra colgado en las redes sociales del Servicio de Emergencias de Cantabria.

Son tres 'dispositivos de anillos' en el balance de este verano, una época en la que por el calor las manos se dilatan, pueden hincharse los dedos y luego pasa lo que pasa. En cualquier caso, para bomberos acostumbrados a descapotar coches con grandes cizallas y poderosas herramientas hidráulicas, manejar sus 'dremel' para cortar aretes es, al final, un divertimento entre tanta intervención penosa y trascendente. «Y jamás se ha registrado un accidente», indican desde el 112. Todo aquel que acude para que le quiten un anillo, se va a casa con los dedos libres... e ilesos.