«En 34 años han abandonado estos pueblos tres cuartas partes de los vecinos»

El mayor problema, dice, es que no hay trabajo para la gente joven. «Aquí sólo hay ganadería y es muy sacrificada. ¿Qué va a hacer aquí la gente joven? Pues nada, irse. No aguantan. En las ciudades hay muchas más oportunidades», resuelve. «Yo, por ejemplo, recorro 500 kilómetros para vender cuatro cosas. No me sale a cuenta. Pierdo mucho dinero. Con mi generación desaparece la venta ambulante», augura.

Pasan los minutos y las vecinas, que acuden al reclamo del camión, comienzan a hablar entre ellas y se suman al desánimo. «Hay mucha gente nueva en el pueblo; pero es gente que viene sólo los fines de semana o en vacaciones», explica Dolores Martínez. «Con la pandemia hay familias que han comprado casa aquí. Una gente de Cataluña, otros de Madrid, pero al final te das cuenta de que hay muchas casas vacías. Con dueño pero vacías, porque la gente no vive aquí. Sólo vienen a pasar los fines de semana o las vacaciones», se suma su hermana, Lalo Martínez.

La vivienda tiene un precio asequible aquí. Justo donde está detenido el camión, donde se ha formado el corrillo, hay una casa en venta. «Creo que cuesta unos 65.000 euros», apuntan. Es una vivienda unifamiliar grande, con un amplio garaje y una cuadra. Necesita una fuerte inversión para arreglar fachada y tejado, «pero por lo demás parece barata. Lo que no puede hacer la gente es pretender que se les regalen las casas», protestan estas vecinas. «Piensan que por estar en el pueblo tienen que ser tiradas de precio y es que no valoran lo que ha costado hacer cada una de ellas. Años y esfuerzo, mucho esfuerzo». Lo dicen ellas, que vieron levantarse muchas de estas edificaciones.

El mayor problema para repoblar Villayuso de Cieza, coinciden todos, «es que Los Corrales de Buelna está demasiado cerca». «La gente prefiere vivir allí porque tienen más servicios, y eso que aquí no podemos quejarnos de cómo estamos». «Aunque también, por esa regla de tres, podrían pensar que se puede trabajar en Corrales y vivir aquí, mucho más tranquilos», opinan estas mujeres.

A las afueras del pueblo destaca la arquitectura moderna de un edificio que es la sede de Bodegas Behetría. Lo rodean los campos de vides. «Es un negocio que montamos hace unos años y que no tiene grandes pretensiones», explica su máximo responsable, Manuel Torío. «Tenemos sólo un trabajador que casualmente no vive en el pueblo», concreta. Pero en el fondo es un ejemplo más de que hay ideas emprendedoras, que no tienen por qué ser muy innovadoras, como es el caso, pero que pueden convertirse en un modo de vida en estas localidades apartadas. «¿Podría servir para que una o dos familias vivieran de ello? Pues sí, claro», resuelve Torío.