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«Cantabria ya tiene Estatuto», publicaba El Diario Montañés en primera página el 16 de diciembre de 1981, un día después de que lo aprobara el Pleno del Congreso. Fue, según cuenta el periódico, una sesión histórica, seguida desde las tribunas por una nutrida representación ... montañesa, con alcaldes y diputados provinciales de UCD y PSOE y algunos paisanos residentes en la capital, que rompieron a aplaudir cuando el presidente de la Cámara, Landelino Lavilla, lo dio por aprobado, con 249 votos a favor, dos en contra, uno nulo y 31 abstenciones. Eran exactamente las 19.37 horas, y los bedeles trataban de acallar esas muestras de entusiasmo, prohibidas por el reglamento.
Antes de llegar a ese momento hubo que recorrer un largo y tortuoso camino, con el protagonismo de un grupo de parlamentarios cántabros decididos a luchar por la autonomía, y de los ciudadanos, que la reclamaron en manifestaciones multitudinarias. Y cómo no recordar aquel decisivo día, el 30 de abril de 1979, cuando el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, presidido por el senador de UCD Ambrosio Calzada, solicitó formalmente el autogobierno, dando comienzo a su cuenta atrás.
Diez políticos de la región -diputados a Cortes y provinciales, y senadores- fueron los encargados de elaborar el borrador del texto, conocido popularmente como el 'Estatuto de Puertochico'. Seis pertenecían a UCD -Leandro Valle, Ambrosio Calzada, Alberto Cuartas, Mariano Linares, Alberto Mateo del Peral y Ciriaco Díaz-; por el PSOE estaban Jaime Blanco, Mario García Oliva y Jesús Cabezón, y por el PRC, Esteban Solana. Terminada la semana y cumplidas las obligaciones, se reunían los viernes por la tarde y los sábados, en sesiones maratonianas y a puerta cerrada, para ir dando forma al Estatuto de Autonomía.
Alberto Cuartas | Ponente del Estatuto
«La Autonomia de Cantabria supuso un paso trascendental para nuestra región, al permitir a la misma tomar en sus manos su propio destino. Ello representaba una oportunidad, pero también un riesgo, al ser nosotros quienes teníamos que decidir nuestro futuro. No podríamos ya echar la culpa a otros, seríamos nosotros, y solo nosotros, los responsables», recuerda Alberto Cuartas.
«Muchos opinaban entonces, y algunos también ahora, que hubiera sido mejor nuestra integración en Castilla y León, ya que éramos demasiado pequeños para constituirnos en comunidad autónoma. Sin embargo La Rioja es la mitad que nosotros y no parece que la haya ido nada mal. Y ello no significa, ni mucho menos, que tengamos que vivir de espaldas a Castilla, como tampoco debemos hacerlo sin contar con Asturias o el País Vasco, pero con la ventaja de poder trabajar con ellos en base a nuestros intereses y prioridades y no sometidos a lo que otros, desde la distancia, decidan por nosotros».
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«Cuando redactamos el Estatuto de Autonomía, algunos políticos -no todos-, pensábamos en diseñar una realidad política anclada en la Constitución, porque queríamos un texto legal para gestionar competencias, disponer de capacidad legislativa mediante un Parlamento propio y de un Gobierno ejecutivo», apunta Jesús Cabezón. «Ha transcurrido el tiempo y pienso hoy, como pensaba entonces, que hay políticos que siguen sin entender que la autonomía no es una simple descentralización administrativa, aunque se disimule con lábaros y albarcas».
Jesús Cabezón | Ponente del Estatuto
Cuartas no está seguro de que, cuarenta años después, se hayan cumplido las ilusiones y anhelos de quienes participaron activamente en la gestación de la autonomía. «Pensábamos entonces, y sigo pensando ahora, que nuestra Comunidad debiera tener una organización política reducida y austera, con una Administración muy eficiente y al servicio de los cántabros y con unos cuantos objetivos fundamentales consensuados por nuestros representantes políticos por encima de los intereses, legítimos pero limitados, de los partidos políticos».
«Pienso que lo que debíamos hacer, sin perder más tiempo, dejando atrás el pasado y mirando al futuro, es ponernos seriamente a trabajar para, conjuntamente, tal y como conseguimos nuestra Autonomía e hicimos nuestro Estatuto, consensuar el camino a seguir para que nuestra Comunidad se pueda situar entre los grandes de nuestro país, si no en tamaño y población, sí en riqueza y calidad de vida».
En opinión de Cabezón, «quejarse de lo mal que trata el Gobierno de Madrid a Cantabria, sirve para el mitin, para buscar un titular de prensa, para llenar un espacio de radio o televisión, pero es tan solo una torpe disculpa. Reivindicar tiene su lógica, lo grave es no presentar un proyecto propio para enfrentarse a los problemas».
«No hace demasiado tiempo, para algunos responsables políticos las urgencias para recuperar la economía de la región pasaban por solucionar los problemas de los buscadores de níscalos, de los pescadores de cachón y de los cazadores de gamusinos; pintar de colorines un faro; buscar un par de osos panda en el mercado o esperar que los chinos vinieran a estudiar español en Comillas. La situación económica y social de nuestra comunidad autónoma, a la que se suman las consecuencias de la pandemia, requerían mayores preocupaciones, respuestas más serias y contundentes y algo de imaginación».
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