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La quinta ola de covid ha impactado de lleno en la Atención Primaria, donde «no ha habido ni un momento de respiro» desde que empezó la pandemia, como apunta la gerente al mando de la red de centros de salud y SUAP (servicios ... de urgencias) de Cantabria, Teresa Ugarte, médico de familia de profesión. Y lo ha hecho en el momento más crítico. En pleno verano, con el galimatías que supone cuadrar las plantillas que se quedan cojas por falta de sustitutos para cubrir las vacaciones –no hay bolsa de facultativos ni de enfermería de la que tirar–, y con el despliegue de la campaña de vacunación, que supone una tarea añadida a la actividad habitual de los ambulatorios justo cuando empezaban a recuperar las consultas presenciales en detrimento de las telefónicas. «Tratamos de mantener esa idea, pero se nos complica», admite Ugarte. «La Atención Primaria está agotada». Un cansancio palpable en las conversaciones con sus profesionales recabadas por este periódico, que coinciden en que «ya no da más de sí».
El problema de base es que el sistema viene lastrado por una falta de profesionales cada vez mayor –son más las jubilaciones que las nuevas incorporaciones a través de los residentes (MIR)– y que en verano es mucho más evidente por los descansos vacacionales. «No hay médicos para contratar». Y tampoco sobra personal de enfermería. De hecho, el Servicio Cántabro de Salud ha tenido que recurrir a jubilados para dar apoyo en los puntos de vacunación. Un refuerzo insuficiente para desahogar una presión que no para de crecer. Sobre la mesa está «sacar una parte importante de la vacunación a puntos externos», explica Ugarte, que insiste en que Sanidad trabaja para revertir la «saturación» de la Atención Primaria. «Lo más visible sería captar recursos humanos y se hace, aunque no es fácil», reconoce.
falta de refuerzos
La oleada covid que sacude a todo el país aún no ha puesto en aprietos a los hospitales, porque los contagios se concentran en la población más joven (el grueso son menores de 30 años), pero todo apunta a que va camino de hacerlo. Así lo avanzó el viernes el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann: se esperan el doble de ingresos durante la próxima semana, que ya serán cuatro veces más que los registrados la pasada. Al cierre del viernes había 45 hospitalizados, de ellos ocho en la UCI de Valdecilla, lejos aún de la presión de las olas anteriores. Pero en los centros de salud la situación es bien distinta. Faltan manos para atender la vacunación, el seguimiento de los contactos estrechos en aislamiento en casa, más los asuntos administrativos derivados de ellos (trámites de bajas, comunicación de pruebas covid...), y conjugarlo con la agenda rutinaria de un ambulatorio. Una sobrecarga que se añade al trabajo asumido de compañeros de vacaciones y sin sustituir. Los sanitarios se declaran «agotados». Y el verano no ha hecho más que empezar.
El propio consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez definió esta semana la situación como «terrible» debido al crecimiento exponencial de contagios.«Aunque no ingresen, la gente necesita atención sanitaria». No obstante, «no podemos hacer más que refuerzos y en los médicos es imposible porque no hay nadie para contratar», añadió.
7.000personas había en cuarentena por positivo o contacto estrecho a principios de semana.
La sensación de no parar se percibe al entrar en cualquier centro de salud. En el de Vargas, en Santander, el personal administrativo no da abasto a atender llamadas telefónicas mientras, en otra esquina, Lourdes Odriozola, responsable de Enfermería, administra dosis a la población que acude cada día para vacunarse. «Tenemos que atender lo rutinario, además de las vacunas y los contactos estrechos. Y todo sin sustituciones de verano. Estamos desbordados de trabajo», resume la sanitaria. Los datos de positivos –el viernes con 358 Cantabria registró el récord de contagios desde el inicio de la pandemia– caen como una losa sobre la mochila de los ambulatorios porque cada contagio implica más trabajo.
¿Cómo afectan esas cifras? La persona con covid en cuarentena domiciliaria y sus contactos estrechos pasan a la agenda de los equipos de enfermería de Atención Primaria. Para hacerse una idea basta un dato. A principios de esta semana había más de 7.000 personas en cuarentena domiciliaria tras dar positivo en las pruebas o por haber sido contacto de uno. Además ocurre que al tratarse en su mayoría de gente joven, el rastreo se multiplica. «Habían bajado bastante, pero ahora se nota otra vez el pico». Por poner otro ejemplo, en la agenda del equipo de enfermería del centro de salud santanderino, el pasado lunes 5 de julio –la jornada que más trabajo acumula tras el fin de semana– había anotadas 32 llamadas pendientes a contactos de algún positivo. Un «seguimiento» que se reparte entre el personal del centro y que es una pata del resto de tareas pendientes. «Nos ponemos en contacto con todos ellos para saber cómo están y darles el resultado de la PCR aunque les llegue al móvil», explica José Ramón López, coordinador médico. «Son muchas llamadas diarias».
1.820casos por cien mil habitantes es la incidencia acumulada a 14 días de los 20 a los 29 años
Y toda esa actividad con una plantilla reducida debido a las vacaciones, en su caso las de seis médicos. Huecos que se quedan vacíos en los ambulatorios porque no llegan refuerzos. «La gota que colma el vaso», señala el facultativo. Pero es que, además, la población no ha dejado de acudir a los centros de salud por todos los motivos de salud que no son covid. Y siguen llegando decenas de llamadas con dudas sobre la vacuna. Ellos son el primer punto de información y cuando «la gente se encuentra mal nos llama. La mayoría de las indicaciones para pruebas PCR salen también de aquí». Porque a veces es el propio paciente quien detecta los síntomas, una consulta más.
«Los positivos son sólo la punta del iceberg», insiste el médico. Detrás de cada uno hay una red de posibles infectados que hay que identificar y después controlar. «Y es una bola». Los profesionales se dejan la piel cada día para responder a las necesidades de cada paciente «y la atención es buena», pero hay un momento en el que «no llegas a todo», reconoce López.
llamadas telefónicas
La situación ahora les afecta «más que nunca», pero desde Atención Primaria recuerdan que «no estamos colapsados de ahora, lo estamos desde la primera ola», explica Dolores Quijano, médico en el centro de salud de Laredo. El foco ha estado casi siempre puesto en la situación de los hospitales, mientras los centros de salud asumían la carga de trabajo en un segundo plano, cuestionado por las dificultades para acceder a consultas presenciales y las líneas telefónicas siempre comunicando. «Estamos agotados», confiesa. La situación es de «preocupación» por el cansancio de los compañeros y la sobrecarga laboral a la que se suman otros aspectos como, en su caso, la falta de pediatra. El asumir tantas tareas ha ocurrido «más veces», puntualiza Carmen Vallejo, compañera del centro. Y lo han ido asumiendo conforme llegaban, pero «la salud de los compañeros entonces era mucho mejor», admite.
El verano siempre es una época complicada para la Atención Primaria, por las ausencias vacacionales de una plantilla siempre coja y, a su vez, una mayor demanda, que en circunstancias normales se aprecia sobre todo en los municipios más turísticos donde la población se multiplica por la llegada de visitantes. Pero las circunstancias actuales distan de parecerse a una normalidad como la de antes. Por si no era suficiente con el trabajo extra de la campaña de vacunación masiva –localizar, citar y administrar inyecciones–, el remate está siendo la explosión de positivos de la onda juvenil. «El año pasado la situación estaba mejor, más tranquila», reconoce la coordinadora de Enfermería de Vargas.
sin descanso
El Colegio de Médicos de Cantabria también ha advertido de la delicada situación que atraviesan los centros de salud. Los servicios están «saturados» y es un «esfuerzo muy alto», explicaba Gema Suárez, presidenta de la Asociación Cántabra de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc) y trabajadora en el SUAP de Cotolino, en Castro Urdiales. Una situación que «entristece». Para la profesional, retirar las mascarillas ha lanzado un «mensaje inadecuado» a la población y esa relajación está marcando el empeoramiento de la crisis sanitaria. Por eso pide también a la población «calma» porque la demanda de asistencia es «muy alta», pero los recursos no llegan. «Nosotros seguimos ahí», subraya. Y es importante «hacer un uso adecuado» e intentar distinguir qué es urgente y qué no.
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También la presidenta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia en Cantabria (SEMG), Soledad Melgosa, destaca los mismos problemas desde el centro del Zapatón, en Torrelavega, donde «hemos notado un aumento de los casos y las vacaciones han producido la ausencia de tres médicos».
En la misma línea, el presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria en Cantabria (Semergen), Alfonso Valcarce, médico de familia en el centro de salud de El Alisal de Santander, insiste en que «no hemos dejado de trabajar ni de ver pacientes». Por eso hay un punto en el que coinciden la Gerencia y los trabajadores y es en el llamamiento a la «prudencia» a la población. Por un lado, «en el uso de los servicios de salud durante estas próximas semanas», señala la gerente. Es clave utilizar de forma adecuada la Atención Primaria. Y, por otro, «seguir siendo rigurosos con las medidas de higiene y protección», añade Teresa Ugarte. Mascarilla y distancia de seguridad porque el bicho sigue ahí y «no es momento de bajar la guardia», recuerdan desde el centro de salud de Vargas. «La vacuna no es un chaleco antibalas», concluye Valcarce.
En los centros de salud también han percibido la 'ola joven' en el perfil de pacientes al que atienden. Apenas llegan casos de personas mayores. El tipo de población es «gente joven y sus padres como contactos estrechos», resume Lourdes Odriozola, coordinadora de enfermería en el centro de salud de Vargas, en Santander. Ahora los contagios son, en su mayoría, «ligados al ámbito social» , explica Rocío Amieva, enfermera de continuidad enPuerto Chico. Y la franja de edad se traduce en que «se multipliquen los contactos estrechos». Cada positivo, supone más contactos que los que se registraban antes.
Rocío Amieva | Enfermera de continuidad
Rocío Amieva es enfermera de continuidad en el centro de salud de Puertochico y se dedica a atender la agenda de contactos estrechos desde hace un año. «Además de ayudar en las vacunas, extracciones...». La profesional explica que esta ola «se está notando mucho». Y que, al tratarse de gente joven, los contactos estrechos –ligado al ámbito social– «se multiplican» y a veces incluso «cuesta localizarlos», añade. Y alguno incluso no cumple la cuarentena. El de ahora es un momento de «mucho trabajo» que no le permite «dedicar a cada paciente el tiempo que me gustaría», reconoce. Aún así «damos abasto porque nos organizamos y nos apoyamos entre todo el equipo», resume. Pero Atención Primaria «estaba desbordada antes de la pandemia». ¿Uno de los problemas? Que no hay «recambio para cubrir jubilaciones».
Carlos Cerveró | Médico en Nueva Montaña
La pandemia son «ciclos» y en esta última ola ha influido la «relajación de medidas», comenta Carlos Cerveró, médico coordinador del centro de salud de Nueva Montaña. «En Atención Primaria somos los primeros que detectamos la subida» y esta vez el aumento ha sido «enorme», añade. Lo que supone un incremento «considerable de la actividad». El problema es que es una sobrecarga de trabajo que llega «sobre una base que ya estaba saturadísima», señala el profesional. La actividad es «frenética» y trabajan con la sensación de ser un «saco sin fondo» que les lleva a estar «colapsados». Buscan cómo organizarse para llegar a todo, pero lo hacen con «dificultad y obliga a posponer seguimiento de algunas patologías crónicas», reconoce Cerveró. Porque con los recursos humanos «los tiempos no dan».
Gema Suárez | Médico en Castro
«Retirar las mascarillas ha sido un mensaje inadecuado», comenta Gema Suárez, presidenta de la Asociación Cántabra de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC) y trabajadora en el SUAP de Cotolino, en Castro Urdiales. Perciben que las «decisiones políticas no son acordes» con la situación que ven los sanitarios. Los médicos llegan al verano «saturados y agotados» y con la sensación de que cada día se añaden más tareas a la lista. En Atención Primaria urge una «reforma estructural» que ya existía antes y que la pandemia «ha precipitado», comenta. Declara que hacen un «sobre esfuerzo» por dar respuesta a la demanda asistencial y llegan a todo porque «nos organizamos» para abarcarlo con unos recursos limitados. Pero la realidad es que existe una «necesidad de cambio», subraya Suárez.
Raquel Menezo | Enfermera en Cazoña
«La lucha es constante y tenemos un límite», dice con contundencia Raquel Menezo, enfermera en el centro de salud de Cazoña y vicepresidenta del Colegio de Enfermería. Los profesionales sanitarios de Atención Primaria «estamos viviendo una situación agotadora física y mentalmente», reconoce. Porque además de las consultas programadas y urgentes incluidas en su rutina asistencial, están «saturados por el aumento de casos positivos y contactos estrechos», coincide con el resto de compañeros. Hasta ahora han mantenido una «actitud motivadora» que después de año y medio ya se está «derrumbando», reconoce. «Esa falta de responsabilidad de una parte de la población que no cumple las medidas de protección y seguridad nos pone en una situación de riesgo a todos», recuerda la enfermera.
Alfonso Valcarce | Médico en El Alisal
Ver como en cuestión de semanas la situación empeora y «retrocedemos» es algo que «decepciona», admite Alfonso Valcarce, médico en El Alisal, en Santander, y presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria en Cantabria (Semergen). Las agendas de los profesionales están «saturadísimas y no damos abasto», señala el profesional. Una carga de trabajo que le impide poder tomarse con cada paciente «el tiempo que me gustaría», añade, aunque siempre busquen la mejor calidad. «La pandemia ha puesto de manifiesto carencias que ya conocíamos». Pero ahora, después de año y medio de crisis, los médicos están muy «cansados y agotados» porque allí no han dejado de trabajar ni un momento. Por eso Valcarcel pide a la población «un pequeño esfuerzo» para contener los contagios.
Silvia García | Enfermera en Isabel II
Los centros de salud ya han retomado muchas citas presenciales y el resumen es que «estamos trabajando mucho más», explica Silvia García, enfermera en Isabel II, en Santander. «El verano pasado era otra cosa, pero este está siendo muy fuerte», añade. No ha bajado el ritmo en ningún momento y eso se nota en los ánimos. «Gota a gota» es un suma y sigue que hace que «la gente llega al verano muy cansada». Al final en Atención Primaria son «la primera respuesta para todo», comenta García. Organizan el personal como pueden para el seguimiento de los contactos estrechos, las citas para vacunarse contra el covid, los pinchazos frente a la meningitis en la población adolescente (otra campaña añadida)... Y todo con «tres o cuatro enfermeras menos diarias», señala la enfermera. Una carga de trabajo que «se nota muchísimo».
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