Secciones
Servicios
Destacamos
Hasta hace justo doce días, Cantabria contemplaba casi como espectador la vertiginosa propagación del virus respiratorio de origen chino que enseñó al mundo un lugar en el mapa llamado Wuhan. Con inevitable preocupación, por el bombardeo de informaciones sobre un patógeno desconocido que brotó ... en diciembre en aquella ciudad de la China central, a más de 9.600 kilómetros de aquí. El 30 de enero, la Organización Mundial de la Salud decretó la emergencia global. Apenas 24 horas después el Covid-19, que ya había causado 170 muertos y más de 8.000 afectados en 18 países, se detectaba por primera vez en España. Hasta entonces, el sistema sanitario cántabro se había enfrentado al coronavirus sólo en las múltiples reuniones para diseñar el protocolo de actuación ante la llegada de posibles contagiados. Había que organizar la cadena y se decidió que Valdecilla centralizaría la asistencia de toda infección detectada en la región.
Pero el salto del virus a Europa, con Italia como nuevo foco de la epidemia, acortaba las distancias, a través de los ocho vuelos semanales desde el aeropuerto Seve Ballesteros (cuatro a Roma, dos a Bolonia y dos a Milán), y aumentaba la ansiedad. Fue el conducto por el que llegaron las primeras sospechas reales del coronavirus a Cantabria. Y el 29 de febrero se estrenó el marcador de positivos (una joven italiana, residente en la región, que había vuelto de Venecia). A éste, le siguieron otros once. Salvo los dos últimos, uno procedente del País Vasco y otro vinculado a un contagio en Madrid, el resto compartían el nexo de Italia, por viaje o por contacto con recién llegados.
26 de febrero Se activa el protocolo: El 061 moviliza el operativo ante el aviso de un «posible coronavirus» en Liébana, que fue negativo
27 de febrero Se activa el protocolo: El 061 moviliza el operativo ante el aviso de un «posible coronavirus» en Liébana, que fue negativo
29 de febrero Primer caso: Las pruebas confirman el diagnóstico en una mujer italiana residente en Cantabria llegada de Venecia.
2 de marzo Nueve más: Se eleva el balance de contagios a diez, todos jóvenes, con síntomas leves y vinculados al foco de Italia.
6 de marzo Caso once: La cifra de afectados en Cantabria se eleva a once, tras el caso de una mujer contagiada en el País Vasco.
7 de marzo Último positivo: Es una persona de mediana edad que tuvo contacto estrecho con un caso confirmado en Madrid.
Pero el ensayo general del protocolo de la Consejería de Sanidad fue el día 26 -en ese momento ya eran 26 los casos confirmados en España-. En torno a las 13.00 horas, el centro coordinador del 061 movilizaba una ambulancia para ir a recoger a su domicilio, en Liébana, el primer «posible coronavirus» en Cantabria. Resultó negativo, pero el procedimiento sirvió de simulacro para detectar algunas deficiencias del proceso.
Antes de adentrarse en el Desfiladero de la Hermida, los técnicos sanitarios de Ambuibérica a cargo del traslado, recibían las instrucciones por teléfono desde el 061 para evitar el eventual contagio, toda vez que ellos reiteraban «la falta de formación por parte de la empresa». «Es una vergüenza», se quejaban sus compañeros.
Días antes, la plantilla, en pleno conflicto laboral por otro motivo, ya había hecho llegar a Sanidad sus quejas, «porque lo veíamos venir». «Los trabajadores de las ambulancias estamos siendo los grandes olvidados en las actuaciones que está llevando a cabo la Consejería ante esta alerta sanitaria». Los sindicatos también criticaron la «tremenda irresponsabilidad de Ambuibérica» por exponer a su personal sin la debida preparación, y exigían al SCS que tomara medidas.
Noticia Relacionada
Ana Rosa García
En medio del despliegue de aquel miércoles, los técnicos recibieron la orden de recoger otra muestra a domicilio en el camino de vuelta de Potes (una única ambulancia había asignada para este cometido en toda la región) y la contraorden de trasladar al paciente a Valdecilla y, después, ir a buscar al segundo (no sólo la muestra). Entre tanto, en Urgencias, que ya habían tenido alguna que otra falsa alarma, todo listo para la recepción enfundados en los trajes plastificados de protección. Sólo esa jornada recibieron cuatro casos sospechosos. Y tres más, a la siguiente. Todos negativos. Pero «en cualquier momento» llegará el positivo, decía el consejero Miguel Rodríguez, en su única declaración pública durante esta crisis.
Al contrario que en otras autonomías, la política de comunicación, centralizada en la Dirección General de Salud Pública, que dirige Paloma Navas, sigue a rajatabla la consigna de minimizar la información para «no crear una alarma innecesaria». De tal forma que las únicas comparecencias públicas se han dado con los resultados de confirmación de Microbiología en la mano. La primera, el pasado lunes, sorprendió por lo abultado del balance: otros nueve positivos. En 48 horas Cantabria pasó de registrar un único caso -comunicado en nota de prensa- a colocarse como la sexta comunidad con más presencia de coronavirus en términos absolutos. Ya entonces, las mascarillas, cada vez más frecuentes en los pasajeros que aterrizaban en el aeropuerto (que notaba también el bajón del tráfico con los enlaces a Italia), se habían agotado en las farmacias, al igual que los geles desinfectantes, pese a que la propia Navas insistía en que «el uso indiscriminado de mascarillas no está justificado para nada».
Con la confirmación de que los positivos se habían elevado a diez, el trabajo de control de las redes de contacto de cada uno de ellos, a cargo de Salud Pública, se multiplicó exponencialmente -con más de 140 seguimientos de posibles contagios en marcha-. Al igual que las llamadas al 112 y al 061, donde se ha reforzado al personal de centro coordinador. La indicación, si no hay síntomas graves, es permanecer en casa, donde un profesional sanitario se desplazará para tomar sus muestras, trasladadas después al laboratorio de Microbiología de Valdecilla para determinar el diagnóstico. Pero, con la demanda en aumento, llegó el «caos» a los centros de salud y a los SUAP, cuyo personal estaba asignado en origen para esa recogida a domicilio. Sindicatos y profesionales reclamaron al unísono una «solución más lógica»: no exponer a los sanitarios de toda la red, sino crear un grupo específico para ese cometido y evitar así el trastorno en consultas y servicios de urgencias.
En respuesta a estas críticas, se creó el miércoles una Unidad de Intervención, integrada por diez profesionales de enfermería voluntarios del 061 y exclusiva para la toma de muestras. Una medida actualizada en la séptima versión del protocolo, que el personal de enfermería de Sierrallana (Torrelavega), a través de Satse, denunció que allí «no se estaba cumpliendo», cuando dos de sus pacientes ingresados habían sido derivados a Valdecilla como casos sospechosos, aunque finalmente fueron descartados.
La presencia del coronavirus en Cantabria se mantuvo estable hasta el viernes, que se informó del caso once (cifra elevada ayer a doce), aunque ese mismo día un imprevisto irrumpió en Valdecilla, obligando a poner bajo vigilancia a 18 profesionales sanitarios de Urgencias. Todos de baja laboral durante 14 días, como medida preventiva, tras haber atendido el pasado fin de semana a un paciente con una infección respiratoria, que no se incluyó en el protocolo «porque no cumplía los criterios», y que el viernes (seis días después) se supo que había dado positivo en Covid-19 en Madrid. Además, el seguimiento se extiende a otros diez profesionales -cuatro sanitarios y seis de limpieza-, estos considerados de bajo riesgo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.