Secciones
Servicios
Destacamos
Aunque la facilidad de nuestro presidente regional para escribir libros mientras se ocupa de gobernar al pueblo es más que sobresaliente y demuestra que también los hombres podemos tener una dedicación exclusiva a dos o más cosas, hoy quiero hablarles por escrito de un ... seguro best-seller global, este más bien en la categoría de no-ficción política, que saldrá en 2019. Se trata de 'Después de las naciones' ('After Nations'), del escritor británico, joven pero ya famoso y laureado, Rana Dasgupta. Lo esencial de las tesis en que viene trabajando desde hace al menos dos años (ya estaba con este asunto dando conferencias en Helsinki en 2016) están esbozadas en un magnífico artículo que ha publicado este mes en el Reino Unido, titulado 'La defunción del estado nacional' ('The demise of the nation state').
Para los españoles estos temas no son mera filosofía de la historia o de la política, sino las portadas diarias de nuestros periódicos y los titulares de los informativos. ¿Ha fracasado España como estado-nación teniendo en cuenta el desafío que representa el independentismo catalán, o en la dificultad para asegurar unas pensiones dignas a largo plazo? ¿Tiene sentido que parte de los catalanes quieran montar un estado nacional cuando es una fórmula que está fracasando en todas partes como garante de concordia y prosperidad?
Los problemas del estado nacional nos afectan en Cantabria tan directamente como que ahora no hay Presupuesto español en vigor y de ahí penden unas inversiones que rondan los 300 millones de euros, como dos puntos largos de nuestro PIB. Desde 1985, España nos ha ido cediendo competencias por abajo, al tiempo que las cedía por arriba a la Unión Europea y a la Zona Euro. Esta triple construcción de las autonomías, de Europa, y de una nueva función articuladora del viejo estado nacional 'España' en ese contexto centrífugo/centrípeto, es la vida que nos ha tocado vivir y el abanico de posibilidades colectivas. La 'circunstancia', que decía Ortega.
Dasgupta analiza de modo contundente la decadencia del Estado nacional como solucionador de los problemas de organización de las sociedades contemporáneas. Es precisamente su pérdida de control sobre la evolución social la que está generando temores y frustraciones que son la raíz común de los populismos, de los extremismos ideológicos y religiosos o, sencillamente, de la emigración desesperada de millones de personas. Hay tres elementos que harán que el sistema de muchos estados nacionales, que nació en 1919 de los tratados que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial y en 1945 de los procesos de descolonización impulsados desde Washington y Moscú en libertadora rivalidad, vaya a peor en los años venideros.
En primer lugar, los Estados más desarrollados están inermes ante la fuerza globalizadora del capital y de grandes empresas de base tecnológica; eso, además, les impide asegurar los recursos económicos para sostener el nivel de vida y el estado del bienestar. En segundo lugar, el efecto globalizador provoca el caos en los países menos desarrollados, una vez que los dictadores y tiranos de la guerra fría han ido dejando tras de sí el caos y la violencia, como se puede ver en la República Democrática del Congo o en Libia. Y, en tercer lugar, un orden internacional que nunca ha sido un verdadera 'sociedad de naciones' sino un caciquismo egoísta de las principales potencias será visto como algo cada vez más ilegítimo.
Las soluciones sugeridas por el escritor británico vienen a ser el control global y la tributación de los grandes capitales para asegurar la redistribución dentro de y entre los países; la innovación de los formatos democráticos, y la creación de un nuevo concepto de ciudadanía que no sea hereditario en exclusiva ni vinculado al territorio.
Desde una óptica regional, lo más interesante es la panoplia de innovaciones democráticas para hacer frente a la fragilidad del Estado nacional. Dasgupta propone un doble movimiento por el cual se configura una 'Europa de las regiones', es decir, una Unión Europea más capaz de afrontar la globalización y unas regiones europeas más capaces de suscitar cohesión social y ajustes de detalle ante los problemas generales.
Aunque todo esto suene ahora muy progresista, lo cierto es que parece un recauchutado actual de lo que toda la vida se ha conocido como una estructura imperial: competencias importantes en un solo gran centro de poder político, y competencias menos importantes en un mosaico de unidades como pequeños reinos, ducados, ciudades-estado, condados, marcas, etcétera. Así eran los imperios europeos hace solo cien años. En este contexto, toda aspiración de autogobierno no puede ir más allá de constituir una tesela del mosaico supranacional, una compensación emocional y simbólica por la insignificancia geopolítica aceptada.
¿Hay alternativas a esta reconstrucción de espacios imperiales con suave estética federativo-republicana? (Después de todo, el Imperio Romano ya estaba creado dos siglos antes de que Octavio Augusto inaugurase la serie de emperadores. Al menos lo estaba desde que el historiador griego Polibio lo contó. Así que la primera forma imperial romana fue tranquilamente una república). ¿Verdaderamente estamos preparados para que España deje de ser la referencia de Cantabria? Dasgupta quizá está pensando en grandes regiones de la India o de Estados Unidos, o inmensidades como las provincias canadienses y los estados brasileños o australianos, pero las pequeñas regiones de Europa no son de ese jaez. Cantabria no podría funcionar como unidad constitutiva de una Federación paneuropea.
La superación del Estado nacional hay que hacerla desde el Estado nacional mismo y sin perder sus economías de escala. El concepto de 'región' es un poco raro cuando estás a dos horas de Londres, París, Frankfurt y Milán. Tecnologías e innovaciones crean la aldea global: no podemos gestionarla desde cada choza particular. Nuestra verdadera autonomía (frente a los poderosos del mundo) es Europa, y si no acertamos con su diseño lo vamos a lamentar hasta en el más remoto prado de Sejos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.