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Tutelar animales en general y fauna salvaje en particular obliga a asumir altas dosis de responsabilidad que se incrementan si lo que tenemos entre manos son especies en peligro de extinción, incluidos los individuos más grandes de la Tierra. Ningún zoológico, y menos uno público, ... debe tolerar que enferme un elefante porque lo mojan las goteras que caen sobre su habitáculo durante la noche. No puede ocurrir que mueran llamas, dromedarios y cobos de leche porque no tienen dónde guarecerse del frío y de la humedad. Ni que perezcan las jirafas por causas derivadas de las deficiencias en las instalaciones. Pero en Cabárceno ha sucedido y es bueno que se sepa para que no vuelva a pasar.
El Parque de la Naturaleza de Cabárceno se ha ganado a pulso su reputación internacional como centro de referencia en programas de investigación y de reproducción en cautividad de especies en riesgo de desaparición como el elefante africano, el gorila de llanura, el oso pardo, la cebra de Grévy, el asno somalí, el rinoceronte blanco. Esos reconocimientos llegaban mientras el personal que los hacía posibles predicaba en el desierto político y asistía a escapadas masivas de ciervos, gamos y antílopes por falta de vallado perimetral, soportaba «la carencia de una clínica veterinaria y de instalaciones de cuarentena acordes a los animales que tenemos» e incluso corría peligro físico en el manejo de ejemplares.
Los veterinarios de Cabárceno han denunciado durante años, de puertas para dentro, las penosas condiciones de los recintos de los animales y han reclamado soluciones, sin que los visitantes, ni siquiera los inspectores, nos percatáramos de la porquería que se escondía bajo la deslumbrante alfombra del parque.
A una situación como la que describe el jefe de los servicios veterinarios en un informe interno de 2015 que ha sacado a la luz El Diario sólo se llega después de años de deterioro y de dejadez en la reparación, modernización y ampliación de unas instalaciones que se reparten en 750 hectáreas de terreno y albergan a más de mil animales de casi 150 especies diferentes. Mantener un parque de estas características, con grandes mamíferos que ocupan amplios espacios, en algunos casos en régimen de «semilibertad», es costoso y requiere de inversiones que no se han ejecutado.
Los informes del coordinador de veterinarios se han difundido cuando ya se han corregido algunas de las graves anomalías denunciadas y cuando la mayoría de las que están pendientes, según indica en un documento de 2017, «son conocidas por la empresa y, por fin, esta legislatura están recogidas como obras a realizar» en el plan de inversiones de Cantur.
Lo peor que pueden hacer las formaciones políticas es utilizar el parque como arma arrojadiza. Los partidos que han ocupado el poder acusarán el golpe de sus recriminaciones cuando las vean regresar hacia ellos como un bumerán. Todos barrieron bajo el felpudo. El PP, hoy en la oposición, no puede endosar al PRC y al PSOE, hoy en el Gobierno, la responsabilidad sobre la situación del parque, al menos no sin sonrojo o sin compartirla. El impactante informe del veterinario jefe lo encargó el anterior director de Cabárceno en el verano de 2015, cuando ya estaba agotada la legislatura del PP y se sabía que iba a ser relevado por el recién constituido gobierno de PRC y PSOE. En el arranque del documento, Santiago Borragán señala que «en los últimos cuatro años no se ha acometido ninguna obra en los recintos que gestiono, y las pocas que se han hecho lo han sido obligadas porque era tal su estado que las cuadras se han caído al suelo».
Desempolvar la hemeroteca es un interesante ejercicio, pero no es muy útil si es sólo para recordar lo que opinaba Miguel Ángel Revilla de Cabárceno hace 29 años. Desde esa fecha ha llovido mucho, incluso dentro de la nave de elefantes. Cierto que en 1989 el líder del PRC calificó el proyecto de zoológico como «una monstruosidad, nacida del capricho de una mente disparatada», en alusión al entonces presidente regional, Juan Hormaechea. Quizá en su origen fue el antojo o el empeño de un político visionario, pero el parque de la naturaleza se ha convertido en uno de los principales emblemas turísticos de la región, con más de medio millón de visitantes al año. Hace tiempo que Revilla ha hecho 'suyo' Cabárceno y lo promociona a su estilo en las redes sociales y en las televisiones, donde lo mismo se exhibe dando el biberón a una cría de elefante, que supervisa en persona las cópulas del oso 'Furaco', de las que presume en su último libro.
El consejero de Turismo asegura que Cabárceno «tendrá todas sus instalaciones en orden para 2019». Más provechoso para el parque será recuperar de la hemeroteca estas palabras de Francisco Martín y comprobar si, vencido el plazo, ha cumplido el compromiso en el que está inmersa Cantur.
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