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«Yo solo pido que bajen al barco como sea». Esta fue la súplica entre lágrimas de Mariano, hermano de Fernando Solano, el marinero santoñés de 54 años al que ayer se llevó la mar tras volcar su barco, el Maremi, a nueve millas ... al norte de Cabo Mayor. «Ya que no pueden bajar personas, que traigan todos los utensilios que haga falta... que baje un dron, un aparato, lo que sea, lo que haya... Pedimos que bajen a mirar al barco por debajo de la capa del cielo. Nada más queremos eso, por lo menos, para testificar si está el cadáver y recuperarlo».
Ayer familiares y compañeros han reclamado medios submarinos para encontrarlo, por si su cuerpo estuviera atrapado dentro del barco hundido. «Yo solo pido que bajen al barco como sea», ha implorado su hermano, Mariano Solano, en declaraciones a este periódico. Absolutamente roto, asegura que «hay mucha certezas de que mi hermano esté en el barco. Si no es al 100%, al 70%». Y es que, sostiene, que en el momento del naufragio,«Fernando estaba en la cubierta, justo enfrente de la tapa de la nevera, con el patrón del Maremi».
Pero la familia no quiere palabras de las autoridades. Quiere acciones y que no se dejen pasar las horas y los días. «Me ha llamado la delegada del Gobierno de Cantabria, Ainoa Quiñones, y me ha dicho que van a hacer todo lo posible y lo imposible para que traigan un dron o un aparato pero que están esperando la orden del Ministerio para traerlo».
Solano lamenta que «todo es burocracia». «Nos dan ánimos, nos dicen que sí, que sí, pero, luego, será lo que sea». Él tiene claro que existen los equipos submarinos especializados necesarios para mirar el interior de barco y recuerda el reciente rescate de una de las dos niñas desaparecidas en Canarias. «Con todos los respetos, si encontraron a una de las niñas a 1.000 metros de profundidad, cómo no van a encontrar un barco que tienen la ubicación exacta y está a 150 metros de profundidad».
Las esperanzas de la familia de encontrar con vida a Fernando se desvanecieron en la tarde de ayer cuando, a las cuatro y media, el Maremi se fue a pique. «Eso fue lo peor que ha podido pasar. Mientras estaba entre aguas, de una manera o de otra, aguantan el barco y cuando lo pongan todo en condiciones, se puede mirar. Ahora que se ha ido a pique, al fondo del mar, está complicado».
Mariano, que también es pescador, iba a bordo del Siempre al Alba, el pesquero que logró rescatar a cinco de los tripulantes del Maremi. «Estábamos a 300 metros pero no nos dio tiempo a echarle mano al barco. Solo pudimos ayudar a la gente que la sacamos nosotros». En ese mismo instante, Mariano, lo primero que hizo fue preguntar por su hermano « y me dijeron todos que no aparecía». Estaban todos menos Fernando. «Él y mi madre eran mi única familia».
Por eso, reitera una y otra vez el llamamiento a las autoridades para que hagan todo lo posible en el dispositivo de rescate. «Tienen que bajar al barco de la manera que sea, cómo sea, ya que ahora sólo están mirando por el mar y nada más».
A pesar de la dura situación, Mariano agradece a las autoridades y a todos los que «nos están apoyando de una manera u otra» en este trágico momento. Y da expresamente las gracias al armador del Siempre al Alba, Alfredo Sánchez, y al hijo de este y patrón de este barco, Óscar por «toda la ayuda que estoy teniendo de ellos. Se están portando excepcionalmente. No hay palabras. Cada minutos me llamando llamando, ofreciendo esto o lo otro y están para todo lo que les necesite».
La delegada del Gobierno en Cantabria, Ainoa Quiñones, cree que, tal y como está la embarcación en el fondo del mar, los buzos no podrán acceder a ella pues supondría un riesgo para sus vidas.
No se sabe a ciencia cierta dónde estaba Solano cuando sobrevino el inesperado y rápido vuelco del Maremi, un accidente inexplicable, mortífero, que no dio tiempo siquiera a los marineros a pedir socorro, y del que aún se investigan las causas. Los nueve compañeros del que era uno de los armadores del pesquero fueron rescatados con vida, tras ser vistos por otro barco agarrados a los corchos de las redes y al bote salvavidas quilla abajo. De Solano - Nando o Canuco, como lo conocían en Santoña, o 'papá', como lo llamaban sus marineros-, no se sabe nada.
Salvamento Marítimo, en un día complicado por la festividad de la patrona de los marineros y por todos los actos previstos, ha coordinado un dispositivo que involucra a medios y personal de distintas instituciones. Participa el Helimer 222 de Salvamento, el helicóptero del Gobierno de Cantabria y embarcaciones de Salvamento, del Servicio Marítimo Provincial de la Guardia Civil y de Cruz Roja. Losmismo que volverán a la mar a primera hora de este sábado.
En Santoña la desolación es absoluta. El dolor, indescriptible. Lo cuentan sus amigos, su «familia» del muelle. Hasta que el Maremi no se hundió mantenían un hilo de esperanza, que ya han perdido. «Ayer, dentro de la gravedad de lo que había pasado, manteníamos la esperanza de que estuviera Nando dentro del barco, pero ahora se nos ha hundido el mundo», cuenta el patrón mayor de Santoña y presidente de la Federación de Cofradías de Pescadores, Miguel Fernández. En estos momentos ellos también solo piden «que Nando vuelva a casa», que se dispongan de todos los medios necesarios para encontrar su cuerpo. Y aprovecha para pedir al Gobierno de Cantabria que haga todo lo posible para llevar un submarino con cámara para rastrear el interior del barco hundido, si es que no pueden acceder los buzos.
Piensan sus colegas de la mar que, dentro de la desgracia de perder a un amigo, ha sido una suerte que los otros nueve estén vivos. Calculan que estuvieron una media hora en el agua, después de que el barco volcara de repente en medio de la noche. Se dio la casualidad de que otra embarcación, el Itsasoan, tuvo que hacer una maniobra para apartarse de un tercer buque que faenaba en la zona y, al girarse, fue cuando vio a cuatro hombres agarrados a un bote volcado, la barca roja en la que pudieron aferrarse cuando el Maremi se dio la vuelta. Luego, al aproximarse, escucharon sus gritos. El Itsasoa fue consciente en ese momento de la gravedad de la situación y activó la alarma. Y así fue cómo llegó el aviso al Siempre al Alba, también de Santoña, que es el que estaba más cerca y pudo llegar a tiempo de socorrer a otros cinco marineros que estaban en el mar agarrados a los corchos de las redes.
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Mariña Álvarez Ana Cobo
Los marineros de Santoña son como una gran familia, que continúan la saga pesquera generación tras generación. Y no es extraordinario que en el Siempre al Alba la noche del trágico accidente del Maremi estuviera trabajando un hermano de Nando. Mariano. Cuando la tripulación de este barco sacó del mar a los cinco marineros ya sabían que Nando no estaba con ellos. «Benja -el patrón del Maremi- arrimó a tres de ellos al bote. ¿Y Nando?, ¿y Nando?, ¿Nando...?, preguntaba. Y Nando no estaba», relata Miguel Fernández, que piensa que esa media hora debió de ser terrible para los náufragos, al saber que uno de los compañeros estaba desaparecido. «Benja y Marce (padre de Benja, otro armador del Maremi, socio de Nando) están hundidos», dice casi entre lágrimas el patrón mayor.
A Nando le quedaba un año para retirarse y tenía muchos planes para su etapa de marinero jubilado... pero hasta llegar ese momento, estaba involucrado totalmente con su oficio y con los asuntos de la cofradía santoñesa. «Era un hombre de muelle. Aquí estaba todo el tiempo. Tenía su barco impoluto y lo tuvimos en la Feria de Artes Fijas, colaborando, enseñando el funcionamiento a los visitantes... siempre estaba dispuesto a todo. Estuvo dos semanas trabajando con ello aquí sin cobrar nada, con su barco a disposición de la Cofradía para que la gente lo viera», ensalza Miguel Fernández.
Hoy, en el puerto, los pocos que pueden hablar destacan que Santoña y la Cofradía han perdido a un amigo «y lo único que queremos ahora es que nos lo traigan a casa». Porque, cuando suceden estas tragedias, ven que suele ensalzarse a la persona fallecida. «Pero en este caso es la pura realidad. Jamás ha tenido un conflicto con nadie, siempre ha colaborado con todos. Era una gran persona de muelle, al que conocía todo el mundo. Un trozo de pan».
También el vicepresidente de la Cofradía, Miguel Ángel Pérez, ha querido hablar de su amigo Nando y descubre, para describirlo, que los marineros del Maremi «le llamaban papá. Porque era muy amable con toda la gente y quería mucho a su tripulación. Era un amigo dentro y fuera del barco». «Nando era íntimo de un tío mío. Comentaban que en cuanto se retirasen iban a comprarse una casita en el sur. Tenía muchas ilusiones. Lo siento muchísimo por sus hijos y por su mujer».
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