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Laura Fonquernie, José Ahumada, David Carrera y José Carlos Rojo
Santander | Torrelavega
Jueves, 30 de abril 2020, 07:19
«Hay muchos establecimientos que no van a abrir porque eso supone perder dinero». Así de contundente es la respuesta de Ángel Cuevas, presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, al plan de desescalada presentado el martes por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y que pone el 11 de mayo como fecha para la reapertura de bares y restaurantes. Las fases marcadas han caído como un jarro de agua fría en el sector, que las ha recibido con «mucho disgusto». Sin unas medidas económicas –como flexibilizar los ERTE– que permitan a la hostelería recuperarse mientras reanuda de manera paulatina la actividad, ni un protocolo sanitario específico, algunos locales se niegan a sacar las terrazas cuando llegue el momento. No solo en Cantabria, «hay un clamor nacional de las asociaciones de negarnos a abrir», insiste Cuevas. Los plazos son importantes como hoja de ruta hacia la normalidad, pero para los hosteleros «no sólo es el cuándo sino el cómo se hace», comenta el presidente.
Después de casi dos meses cerrados, a estas alturas «ya hay una parte del sector que está arruinado». Es decir, hay bares y restaurantes que no se cuestionan cuándo subirán la persiana porque saben que no lo harán. «Tenemos constancia de establecimientos que no aguantan el tirón, ya han entregado las llaves de la propiedad y no abrirán». Por eso lo importante ahora es que «el porcentaje de afectados no aumente», añade el presidente de la asociación. Con las condiciones de reapertura, el cierre de establecimientos en España podría ascender hasta el 30%.
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Laura Fonquernie David Carrera
La hostelería urge ayudas económicas que vayan aparejadas al plan como único remedio para evitar un daño aún mayor. Un apoyo que, de momento, no llega. En primer lugar hablan de los ERTE, una propuesta que continúa sin respuesta por parte del Ejecutivo. «Pedimos que los dejen flexibles, de modo que se puedan modular durante los próximos seis meses», explica Cuevas, y así dar margen a que se recupere la normalidad y los establecimientos se acerquen un poco más al ritmo de facturación previo a la crisis sanitaria del coronavirus.
El inicio de la desescalada prevé la apertura de las terrazas con un «30% de la capacidad del local» por lo que los ingresos serán limitados. Y, además, dadas las restricciones, sólo trabajará una parte de la plantilla. «A una cafetería en Santander que tiene diez empleados y ahora meterá a tres, no puedes cargarle la seguridad social de los otros siete», ejemplifica el hostelero.
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También solicitan margen con el pago de los «préstamos ICO» que autónomos y empresarios han solicitado para hacer frente a los gastos. Concretamente lo han hecho «un 50% del total de los dos mil asociados que tenemos», señala. En este sentido, haría falta «cortar las amortizaciones un año de manera que paguemos los intereses, pero no la cuota», explica Cuevas entre otras medidas que proponen desde el sector como ayudas para cubrir los alquileres y gastos mínimos. En resumen, «se trata de no asfixiar» a los negocios.
La preocupación de bares y restaurantes no se queda en la parte económica, se extiende también a la sanitaria. «Antes del coche, necesito tener el carné de conducir», compara Cuevas. Y el ejemplo es sencillo. Para poder hablar de abrir los establecimientos primero necesitan saber cómo deben hacerlo, cuáles son las condiciones y medidas de seguridad que tendrán que cumplir. «A día de hoy no tenemos un protocolo específico», dice sorprendido.
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Lo importante es garantizar «la salud de trabajadores y clientes», pero «no sabemos cómo hacerlo». Falta concreción. También hay muchas dudas sobre los aforos permitidos, «hay desorganización». Y es que si no fuera por esas dificultades y la falta de claridad, Cuevas reconoce que los plazos marcados podrían ser positivos porque «cogeríamos el verano» y eso, en este momento, «sería aceptable».
Una incertidumbre que llega con un sector «tocadísimo» y que alimenta la «desesperación» de los empresarios. La hostelería es «potente», reconoce Cuevas. Porque son muchos establecimientos con volumen de negocio y de clientes, pero «no lo somos financieramente». En Cantabria el 70% de las bares son pequeños, establecimientos que viven al día, con lo que recaudan hoy y a la expectativa de ver qué pasa mañana. Y la mitad de los locales «no pueden permitirse un mes sin facturar», resume el presidente de los hosteleros.
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Javier Collado - Restaurante La Dársena
Javier Collado, propietario del restaurante La Dársena, en Suances, dice que ha aprovechado estos días de confinamiento para preparar la que será «nueva forma de trabajar» en su establecimiento. De cara a este fin de semana seguirán preparando comida para entregar a domicilio y a partir del lunes «tendremos todo organizado para ofrecer el servicio de recogida de comida», aclara «sin consumo en el local». Dice que el restaurante recobrará la «nueva normalidad» a partir del 11 de mayo «cuando abriremos la terraza con el aforo limitado al 30%». Todo ello con las máximas medidas de seguridad. «Lo mismo que fuimos de los primeros en cerrar, por responsabilidad, ahora hemos estado trabajando para recuperar la normalidad y reabrir con medidas de higiene y seguridad reforzadas», afirma. Y en este sentido es tajante: «Si tuviera cualquier duda al respecto, no abro». «Precaución y calma», repite este veterano hostelero que ha hecho acopio de equipos individuales de protección (máscaras, mascarillas y guantes), además de geles y desinfectantes, tanto a disposición de los trabajadores como de los clientes. «La terraza la abriremos con cinco o seis mesas en lugar de las quince que tengo, guardando una distancia de seguridad, y sobre todo vamos a reforzar todas aquellas medidas relacionadas con la limpieza y la seguridad y en ello hemos estado trabajando mientras estábamos cerrados», señala. Además de reconocer que en el sector «hay bastante desconcierto y quejas porque hay muchas dudas», Javier confía que «cuanto antes pueda ir incorporando a mis empleados», ahora en ERTE.
Rafael Prieto - El Serbal / Querida Margarita
No saben con exactitud cuándo abrirán, ni en qué condiciones. Tampoco el Gobierno de Sánchez da solución a la incapacidad económica de cualquiera de estos negocios para asumir el gasto del total de la plantilla abriendo sólo a un 30% de su capacidad. «No tenemos nada claro y hablo en plural porque estoy en contacto con otros profesionales que se encuentran en mi misma situación», asegura Rafael Prieto, máximo responsable de los restaurantes El Serbal –con una estrella Michelin– y Querida Margarita, ambos en la capital cántabra.
«¿Qué significa que puedo abrir al 30% de mi capacidad?», cuestiona Prieto. «Yo tengo ocho mesas en un comedor de 70 metros cuadrados en Querida Margarita y sin embargo en los 200 metros cuadrados de El Serbal sólo tengo 13 mesas. Por esa regla de tres podría decir que El Serbal ya está muy por debajo de su capacidad y podría abrir en las condiciones en las que estoy, ¿no?», critica el restaurador aludiendo a que se hace necesario una mayor concreción sobre las mesas que se pueden disponer por metro cuadrado.
«De las inversiones ni hablamos. Cuando se barajaron posibilidades con la ley antitabaco la gente hizo obras que luego no sirvieron para nada. Mientras no aclaren un poco más las cosas, la incertidumbre es tan grande que lo mejor es no hacer nada».
Eso sí, solicita que el aviso de apertura se realice con días de antelación. «Si me dicen de un domingo para un lunes que puedo ponerme a trabajar, invertiré varios días en limpieza, desinfección y preparación. Necesitamos más margen de maniobra y un anuncio con anticipación».
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