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De Pontevedra, Cangas de Onís, Panes, Ruerrero, Selaya, Reinosa... El reloj no marcaba aún las diez de la mañana y la larga cola de camiones llegaba prácticamente hasta la puerta de entrada del Mercado Nacional de Ganados de Torrelavega. Ayer se celebró la feria de ... terneros de los martes, la tercera concentración de ganado vacuno tras declararse la semana pasada el brote de enfermedad hemorrágica epizoótica. «Todo el mundo quiere vender, no vaya a ser que también nos la acaben cerrando», comentaban temerosos en un corrillo un grupo de ganaderos mientras esperaban su turno en las taquillas. Las medidas higénico-sanitarias fueron máximas. Se verificaba que el ganado viniese desinsectado y se volvía a aplicar repelente, animal por animal, antes de autorizar su entrada al recinto. «Si nos las suspenden, sería la ruina económica para muchos. No sé cómo subsistirían los ganaderos», declaraba Ricardo Rábago, ganadero ya jubilado.
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En el ambiente no se palpaba tensión, pero sí una mayor rigidez. «Estamos asustados, por supuesto. Seguimos muy de cerca donde surgen los focos», señalaba Uco Fernández, que había traído su ganado desde Reinosa. Los transportistas aguardaban pacientemente su turno porque la burocracia ha aumentado. Los camiones y vehículos particulares con remolque se colocaron en fila y esperaron a que los profesionales pasasen por las taquillas para mostrar que tenían todos los papeles en regla. A la habitual -comprobar que la documentación del ganado y las guías estaban en regla-, se ha sumado ahora la provocada por la enfermedad hemorrágica.
«Un veterinario pide en la taquilla el certificado de desinsectación de los animales y de los vehículos en los que han sido transportados. Después, lo que hacemos nosotros es desinsectarlos de nuevo de uno en uno», explicó a El Diario Montañés Carlos González Cueli, veterinario responsable del equipo de control de acceso. «Por tanto, desde este punto hacia el interior, todos ellos están debidamente identificados, desinsectados y sin signos de enfermedades», recalcó.
Es un trabajo para el que ya están entrenados. Son capaces de 'despachar' más de 1.500 cabezas en un par de horas. En el Mercado Nacional de Ganados Jesús Collado Soto de Torrelavega, ayer, había tres mangas para que los transportistas y ganaderos desembarcaran las reses.
«Rociamos el lomo de todos los animales, uno por uno, con un producto totalmente natural que repele al insecto»
«Hace falta que entre el invierno ya, cuanto antes. Con un par de noches con helada, acabaríamos de golpe con el mosquito»
«El problema al que nos enfrenamos es grande y nos asusta. El brote se va a extender, a ver si sacan de una vez la vacuna»
«Nos gastamos mucho más dinero que antes en repelentes. Me paso el día echándoselo, y eso que aquí aún no ha llegado»
En cada una de ellas, un grupo de técnicos, veterinarios y personal de la instalación vigilaban que todo estuviera en regla. Con un depósito a la espalda, uno de ellos rociaba con un repelente antimosquitos el lomo de todas las reses. Precisamente, este fue uno de los principales temas de conversación a primera hora. «¿Qué les echaran?», se preguntaba un grupo de ganaderos desde los muelles de acceso donde los camiones maniobraban. «Es un producto completamente natural. Se fabrica con extracto de semillas del árbol del 'neem'. Es un aceite que se extrae y, como sucede con la 'citronella', tiene la capacidad de repeler a los mosquitos», detalló González Cueli.
«Es importante, porque si se aplica hoy, mañana podría tomarse la leche o comerse la carne del animal rociado. Si fuera antibiótico, te obligaría a no consumir en una o dos semanas. Hay productos que incluso no se pueden usar en animales», recalcó.
Por último, el responsable de los veterinarios quiso dejar claro, como ha venido haciendo la Consejería de Ganadería desde que declaró el brote en Cantabria, que la enfermedad hemorrágica epizoótica «solo afecta a los rumiantes y no se contagia entre ellos, solo a través de la picadura de un mosquito».
Este insecto del género de los 'Culicoides Spp' está detrás de la enfermedad que tantos quebraderos de cabeza está acarreando a los ganaderos de la región. «Hace falta que entre el invierno ya para poder erradicarlo. Con par de noches en las que hiele, acabaríamos con el mosquito», apuntó Pedro Martín, ganadero llegado desde Palencia. «Pero para eso, en el mejor de los casos, faltan quince o veinte días», subrayó. «El problema es que ya no tenemos inviernos como los de antes. Eso sí, en cuanto haga frío, adiós al mosquito», señaló a su lado Claudio Fernández Cano, que vino con sus animales desde Vega de Pas. «El brote es importante, y nos asusta. Se va a extender y va a ser muy difícil de erradicar. A ver si sacan una vacuna de una vez; si no, será imposible», anheló.
A la salud de los animales, se une el quebranto económico que les ocasiona. «Ahora nos gastamos mucho más dinero en los productos antimosquitos. Me paso todo el día echándoselo, y eso a que a mi zona, por fortuna, de momento no ha llegado», explicó María Elena Setién, ganadera del valle de Soba.
Por último, antes de abandonar las instalaciones, todos los vehículos que acudieron ayer a la feria de terneros fueron lavados y desinsectados otra vez.
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