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A las siete de la mañana los hombres de Bruno Fermández, patrón del 'Mar Caribe' colindrés, ya habían desembarcado en su lonja los algo más de nueve mil kilos de bonito que traían en sus bodegas. A esa misma hora los tripulantes del 'Beti Gure ... Iskander', embarcación con base en Santurce, ya tenían en sus correspondientes tinas los 5.500 kilos de bonito que presentaron a la venta en la lonja de Santoña. De este modo, los puertos de Colindres y Santoña se convierten en los primeros en los que entra bonito fresco, en concreto 14.500 kilos, de una costera que tiene asignada una cuota de 16.6 millones de kilos para toda la flota.
Una vez en la lonja colindresa el pescado se subastó a una media de 5,90 euros el kilo, aunque las piezas más grandes llegaron hasta los 11 euros. En Santoña, el bonito se despachó a una media de 5,80 euros el kilos, aunque con oscilaciones entre los 9,10 euros el kilo para una partida con los ejemplares más grandes, y 4,38 euros el kilo para los denominados 'monos', las piezas más pequeñas.
Esas catorce toneladas y media de bonito acabaron muy repartidos por la región pues en la puja entraron tanto minoristas como compradores de mercados de abasto, supermercados y de las grandes superficies. Se trata, en cualquier caso, del primer bonito fresco que entra en Cantabria. Lo normal sería que la costera se prolongase hasta octubre, pero si el bonito entra pronto y en masa al Cantábrico ello multiplica las opciones de la flota, y puede agotar el cupo antes de tiempo, como ya sucedió el pasado año.
«Es temprano para saber cómo se va a comportar el bonito y, por tanto, cómo va a ser la costera», apunta Miguel Fernández, patrón mayor de la Cofradía de Santoña. «Las perspectivas son buenas porque hay bocarte en la mar, que es lo que entra a comer el bonito al Cantábrico, pero si también encuentra comestina por otros lugares... nunca se sabe», señala Fernández.
De momento el bonito aún se halla lejos, al menos los grandes bancos de ese atún blanco que asciendo por el Atlántico entre las Azores y la península. Y aunque esos bancos ya se van aproximando a aguas gallegas, aún se necesitan al menos dos días de navegación para llegar a la zona y, luego, dar con ellos. Por allí faena desde mediados de mayo cerca de cuarenta barcos, todos artesanales, de cacea, entre ellos una decena de pabellón cántabro. Hay embarcaciones de San Vicente de la Barquera, Comillas, Santander, Santoña y Laredo, todos en su primera 'marea' (en el argot pesquero, viaje de ida y vuelta a por bonito), salvo el 'Nuevo Chisu' pejino que ya está en la segunda después de haber desembarcado el pasado jueves en el puerto de Avilés unos seis mil kilos de bonito.
Los cardúmenes de bonito, para satisfacción y alivio de los barcos de cacea, aún se hallan lejos, a muchas millas mar adentro, lo que echa para atrás a los grandes buques de cerco o 'tanqueros', de cebo vivo, pues por cuestiones de gasto de combustible, principalmente, y de personal, no les sale a cuenta navegar tan lejos. Son los pequeños barcos, con tres o cuatro tripulantes, los que sí se aventuran y se aprovechan de faenar con menos competencia. Saben sus patrones que una vez que el bonito entra en el Cantábrico prácticamente toda la flota del norte se hace a la mar y la rivalidad se multiplica.
De momento donde se está encontrando mayor cantidad de bonito es a unas 260 millas/500 kilómetros al oeste de Galicia (430 millas/800 kilómetros de Santander). No obstante hay rumores de que algunos barcos han dado con puntas de bonito ya mucho más cerca, al noroeste de La Coruña, lo que ha servido para activar a buena parte de la flota del norte –antaño la festividad del Carmen era 'la fecha' en la que se movilizaban– ante la posibilidad de que el bonito acceda al Cantábrico la próxima semana; de hecho, Fernández apunta que esta semana medio centenar de barcos de cacea de Cantabria comenzará a hacerse a la mar, y que unos veinticinco de vivero lo harán ya la próxima semana.
Si se confirma que el bonito está a punto de entrar al Cantábrico a alimentarse, julio será cuando la costera entre en ebullición. De momento las descargas habidas la semana pasada en Burela, Avilés, Gijón, y ayer en Santoña son el anticipo.
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