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El presidente regional, Miguel Ángel Revilla, viajó el lunes a Bruselas para conseguir, a través de diferentes reuniones con representantes comunitarios a lo largo de dos días, que Cantabria sea incluida en la Red Transeuropea de Transportes, de la que fue excluida en 2014 ... cuando se diseñó el mapa ferroviario del viejo continente. El paso no es imprescindible, pero sí trascendental para sacar adelante la conexión Santander-Bilbao. El regionalista cerró ayer su ronda de encuentros con buenas impresiones y un «optimismo moderado». Todas fueron bien o muy bien menos una. Precisamente, una de las más importantes. No por el rango del interlocutor, sino por su posición y conocimiento del asunto. La que mantuvo con el español Pablo Fábregas, la persona a la que la comisaria del área de Fomento del gobierno comunitario, Adina Valean, ha encargado la gestión de la política de Redes Transeuropeas de Transportes e Inversiones.
La idea que sacó el regionalista de su diálogo con Fábregas es que la Comisión no tiene intención de modificar «ni un ápice» los planes actuales en la revisión del reglamento que está prevista para los próximos meses. Que se hará lo que hay y que el resto de demandas, incluida la de Cantabria, tendrán que esperar a la siguiente oportunidad. La decisión final no depende exclusivamente de él, pero desde luego es una voz autorizada que siembra dudas sobre la viabilidad del proyecto.
La explicación que recibió Revilla es que los recursos son «escasos» y múltiples las peticiones de los territorios a lo largo de todo el continente. «Aparentemente, no ha debido de entender muy bien las razones de peso de Cantabria, que son brutales en cuanto a la reducción del tráfico de camiones y de coches por carretera, que es el objetivo que ahora se marca la Unión Europea», subraya el presidente cántabro, quien, no obstante, anuncia una «dura batalla» frente a quienes se muestran reticentes a atender la demanda de la comunidad autónoma.
«Un jarro de agua fría», reconoce el Ejecutivo regional, que prefiere ver el vaso medio lleno. Porque lo cierto es que el resto de reuniones han sido más positivas. Las de ayer fueron al más alto nivel, con el vicepresidente de la Comisión Europea y Alto Representante para la Política Exterior, el socialista catalán Josep Borrell, y con otro de los vicepresidentes de la institución, el griego Margaritis Schinas. El apoyo del primero, el de Borrell, al que en 2018 el propio Revilla entregó en Potes el Premio Beato de Liébana y que es «amigo personal» del regionalista, se daba por descontado. De hecho, el exministro español de Exteriores se comprometió a mediar directamente con la comisaria de Transportes, Alina Valean, y a reivindicar la conexión con el Arco Atlántico a través del ferrocarril Santander-Bilbao, mientras que Schinas va a apoyar «a tope» esta petición.
«Nos ha dicho que va a encontrar aliados, que los tiene en la misma órbita de pensamiento, y que nos vayamos tranquilos a Cantabria», aseguró el presidente regional tras la reunión mantenida con el mandatario griego, que calificó como «muy reconfortante». Con el escenario ya dibujado, ahora Cantabria pretende iniciar un «lucha» para lograr doblar el brazo de Bruselas. Galicia, por ejemplo, lo consiguió el pasado julio al entrar en el Mecanismo Conectar Europa (MEC en sus siglas en inglés), que pone sobre la mesa 33.710 millones de euros para el impulso de estas líneas de tren, pero fue posible porque esta región sí estaba previamente en la Red Transeuropea de Transportes. Fábregas no es el primero que se pronuncia en contra de la posición de Cantabria.
El pasado mes de agosto fue María Luisa Domínguez, entonces directora general de Planificación Estratégica y Proyectos de Adif, y ahora presidenta de Adif, la que ya avanzaba de forma indirecta que había pocas posibilidades. En un artículo titulado 'Nuevos retos para el Corredor Atlántico' hacía un repaso amplio a los planes para el periodo 2021-2027 y Cantabria no figuraba por ningún lado.
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Cierto que en ese momento el Gobierno regional no había iniciado su ofensiva y tampoco tenía el apoyo explícito del Estado -es imprescindible que el Ministerio pida la inclusión de sus regiones, pero no suficiente-, que ya ha garantizado su respaldo a la iniciativa. Además, Revilla pone en valor los «muchos aliados» que ha conseguido en estos dos días en Bruselas, entre ellos la Representación Permanente de España ante la UE y los eurodiputados españoles Izaskun Bilbao (PNV), Luis Garicano (Cs), Isabel García Muñoz (PSOE) y Pablo Arias (PP). En caso de que la Comisaria de Transportes no incluya a Cantabria en el nuevo mapa ferroviario del continente, es la Eurocámara la que tiene la opción en una segunda ronda de tratar de corregir el documento. Según explicó el presidente autonómico, la reunión con los representantes de los grupos políticos fue «un éxito». Los tres primeros dieron su apoyo «sin fisuras», mientras que el integrante del Grupo Popular se comprometió a estudiar el proyecto ferroviario entre Santander y Bilbao y se sumará a la causa «en cuento vea que es bueno para Cantabria».
Miguel Ángel revilla
Presidente de Cantabria
«Que no desprecie la capacidad de lucha que tiene esta región para trabajar los temas que considera justos y este es uno de los más justos que he defendido en mi vida», respondió el líder regionalista tras ver a Fábregas.
Estar en la Red Transeuropea de Transportes supondría un espaldarazo al proyecto de tren entre Santander y Bilbao, que ahora se encuentra en fase de redacción, unos trabajos que tardarán al menos un año. En estos momentos, el viaje requiere de tres horas y cinco minutos y el proyecto que se está redactando contempla una línea rápida de un máximo de 50 minutos con paradas en Laredo y Castro Urdiales. Con él se pretende aliviar una vía con una elevada densidad de tráfico, que se traduce en retenciones habituales los fines de semana. Y en el caso de las mercancías, tener una salida directa de los productos tanto hacia el Mediterráneo como al resto de Europa a través del Corredor Atlántico. Y tenerlo en el horizonte de 2030, no en 2050, como podría ocurrir si no prosperan los actuales esfuerzos.
Si Cantabria está ahora peleando este asunto en Bruselas es porque no lo estuvo hace una década. Desde la oposición, acusan al bipartito de llegar diez años tarde con su reivindicación y también al expresidente Rodríguez Zapatero de no negociar la entrada de Cantabria en la red. Tanto PRC como PSOE se defienden y recuerdan que, aunque se tardó años en redactar el reglamento, cuando se aprobó en 2014 quien estaba en el poder, tanto a nivel nacional como regional, era el Partido Popular de Mariano Rajoy y de Ignacio Diego.
Antes de cerrar la agenda europea en Bruselas con una reunión con la comunidad cántabra residente en la capital belga, el presidente Miguel Ángel Revilla tuvo ayer un último encuentro institucional con el jefe de gabinete de la comisaria de Cohesión y Reformas -la titular de la cartera tuvo que cancelar la cita a última hora por un problema personal-, Hugo Sobral. Un encuentro en el que el regionalista estuvo acompañado, como en el resto de citas de estas dos jornadas, por la consejera de Presidencia, Paula Fernández Viaña, y la responsable de la Oficina de Cantabria en Europa, Inma Valencia.
Si Borrell se mostró, según Revilla, «entregado a la causa» del tren que pide Cantabria y el vicepresidente Schinas «no sólo se ha mojado, sino que es un apoyo incondicional» para una obra que conocía a la perfección, en esta última comisaría europea también parece que han comprado la causa cántabra. La petición de estar incluidos en el Corredor Atlántico y también otro asunto propio de su departamento. Porque Sobral mostró su «respaldo expreso» para que la estrategia de lucha contra la despoblación que está implementando Cantabria opte a fondos europeos a través del mecanismo del Ceder 2021-2027. Es así porque los planes del Gobierno autonómico están en «perfecta consonancia» con las políticas de cohesión de la Comisión Europea.
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