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El presidente Revilla concluyó este martes la campaña exprés que le ha llevado a Bruselas para defender la inclusión de Cantabria en los proyectos del Corredor Atlántico Ferroviario que se ejecutarán hasta 2030. Fue una jornada de sensaciones encontradas, de transitar en cuestión de ... minutos entre el abatimiento y el optimismo.
El mazazo vino de un alto funcionario de la UE, Pablo Fábregas -menos mal que es español y responsable de los asuntos de nuestro país en materia de infraestructuras-, cuando soltó a quemarropa que no ve margen para que la UE cambie los planes del Corredor Atlántico, que hay muchos proyectos y poco dinero, y que la prioridad son los países más necesitados. Cuando Revilla le sugirió que el tren rápido aliviaría la altísima densidad del tráfico por carretera entre Bilbao y Santander, el técnico comunitario aconsejó imponer un peaje en la autopista entre las dos capitales, no se sabe si para recaudar dinero para el tren o para disuadir a los usuarios y que se queden en casa. En ese momento, el presidente cántabro recogió los papeles y levantó el campamento: 'Apaga y vámonos'.
La pesadumbre se disipó en cuanto apareció el simpático vicepresidente griego de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, que en su excelente español que mejora cada día junto a su esposa asturiana, ofreció a Revilla todo su apoyo y el de sus aliados en la Comisión, en el Consejo de Ministros de la UE y en el Europarlamento, y un pronóstico optimista, no sólo para incorporar a Cantabria al Corredor Atlántico, sino para mantener el control del lobo y para superar la crisis de la industria electrointensiva. O sea, lo que haga falta. No es de extrañar que Revilla se viniera arriba y cavilara ya cómo invitar a Schinas a Cantabria y dispensarle un reconocimiento público.
El presidente regional cuenta también con la influencia favorable del también vicepresidente de la UE, Josep Borrell, amigo desde 1995 cuando el catalán era ministro de Obras Públicas y Revilla consejero del ramo y vicepresidente del Gobierno autónomo PP-PRC que presidía José Joaquín Martínez Sieso. Juntos organizaron una conferencia de vivienda en el Palacio de La Magdalena al que Borrell tiene gran apego. También a la comarca de Liébana, por la que ayer preguntó a Revilla y este le recordó el Premio Beato que le fue otorgado en 2018, por si le había olvidado, ahora que le toca defender los intereses de Cantabria como número 2 de la UE, tras la presidenta Ursula von der Leyen.
La animada recepción a los cántabros residentes en Bruselas en la Oficina del Gobierno regional, con la presencia de la embajadora de España en Bélgica, Beatriz Larrotza, puso fin a la intensa visita de Revilla y su equipo a las instituciones de la UE. Ahora queda por saber si se cumple el decepcionante diagnóstico del displicente funcionario Fábregas o los felices augurios del seductor político Schinas.
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