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«Gracias por estar a mi lado cuando más lo he necesitado. Cuando no era agradable». En la primera de sus intervenciones, antes de que comenzara su segundo mandato y fuera proclamada oficialmente presidenta del PP de Cantabria en un congreso regional en el que ... no ha tenido alternativa, María José Sáenz de Buruaga se puso ante el micrófono con una gran sonrisa para tratar de ocultar la emoción. En algunos momentos estuvo al borde de la lágrima. Venía de escuchar como su número dos, María José González Revuelta, reconocía que habían sido «momentos duros». Sí se le vieron los ojos vidriosos cuando Ana Madrazo, que ejerció ayer como presidenta del cónclave, dio a conocer el resultado de la votación. El 97,56% de los cerca de mil compromisarios apoyaron el proyecto de la líder de la oposición a Revilla, que desde el Paraninfo de la Universidad de Cantabria dio el primer paso hacia el objetivo de llevar a la formación a Peña Herbosa tras las elecciones del próximo mes de mayo.
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Respaldo abrumador frente a la profunda división que originó en 2017 el anterior cónclave popular, que dividió en dos al partido y que ha marcado un turbulento mandato interno. Tanto que, hasta la salida de Pablo Casado de Génova, muchos afiliados veían a Buruaga más fuera que dentro. Tras cinco años y medio que dan para escribir una enciclopedia sobre las luchas internas de los partidos, defendió que la formación ha llegado a la meta de la unidad. «Estamos más unidos que nunca», celebró ante Alberto Núñez Feijóo. En su primera visita a Cantabria como presidente nacional –estuvo cuando era candidato único para presentar su proyecto–, él se encargó de cerrar el congreso y lo hizo con palabras bonitas para la protagonista de la jornada. Agradeciendo su valentía, su trabajo y su actitud, pero sin un apoyo explícito para que sea ella la persona que encabece la lista al Parlamento de Cantabria en los comicios autonómicos. Puede parecer evidente que así será, pero el gallego no lo confirmó.
La intensidad del apoyo de Feijóo a Buruaga era una de las incógnitas. La otra, los nombres de las personas que integrarán su nuevo equipo. O lo que es lo mismo: hasta qué punto aprovechaba la presidenta su posición de poder para integrar a los críticos. A los que desde el minuto uno tras el anterior congreso se esforzaron por poner piedras en el camino de la ganadora del proceso interno y a los que se separaron posteriormente del oficialismo y se convirtieron en la voz incómoda de Casado en Cantabria. Buruaga resolvió pronto esa incógnita al anunciar que mantendrá casi intacto su núcleo duro en la dirección, con María José González Revuelta como secretaria general e Íñigo Fernández como portavoz parlamentario.
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La estructura se ratificará hoy en la primera reunión del nuevo Comité Ejecutivo y no deja entrever guiños a los cargos más significativos del 'casadismo' en la región. Y mucho menos a los afines a Ignacio Diego. La mitad del partido que perdió en 2017, ya muy diluida y sin responsabilidades más allá de algunas alcaldías, ni siquiera llevó a sus principales rostros al congreso. Frente a eso, el discurso.«Ofrezco contar con todos, sin excepción. Espero que todos os sintáis representados en el fondo y en la forma con todo lo que hagamos a partir de ahora», señaló la de Suances, que sí hizo un guiño de reconciliación al pasado. Al acordarse de sus antecesores también pronunció el nombre de Ignacio Diego:«Todos los presidentes de este partido han sido importantes. Con sus aciertos y sus errores como los cometeré yo, han contribuido a hacer más grande este partido».
Además, en lo orgánico, Buruaga da un papel destacado a Juan José Alonso, exalcalde de Escalante, que se convertirá en coordinador general del PP, una figura que existe a nivel nacional y que aparece en los estatutos del partido, pero que nunca se había cubierto en Cantabria. No hay grandes cambios para «mantener lo que ha funcionado». Talento que no ha encontrado entre los críticos, que son pocos visto el resultado de la votación que ratificó la candidatura única –en parte porque un puñado de ellos ya no está en el PP–. No hay hueco en su directiva para Diego Movellán, Elena Castillo, Amaya Landín y Javier Puente, que durante el tiempo que sigan en las Cortes estarán en el Comité Ejecutivo como miembros natos. Hasta hace no tanto, tres de ellos sí tenían asiento y labores concretas. Ya no. La líder de la oposición advirtió antes de dar la lista de nombres que buscaba «evitar la acumulación de cargos», pero la prueba de que la exclusión fue intencionada es que esto no ha sido impedimento para encargar al también senador Félix de las Cuevas, el único oficialista en Madrid, la Secretaría de Transportes, Industria y Energía.
Como tampoco fue casualidad que la presidenta del PP rescatara a Ana Madrazo. Histórica diputada nacional por Cantabria, fue defenestrada por el 'casadismo', protagonizó un choque evidente con sus representantes en la región y hasta ayer ha estado fuera de la vida política. «Gracias por presidir este congreso con tanta elegancia», le agradeció. «Nadie en la vida es capaz de avanzar solo», dijo Buruaga, que afirmó no saber de «egos ni personalismos» y sí presumió de saber hacer buenos equipos. La unidad es una pata y el equipo, en el que también estará Gema Igual como vocal del Comité Ejecutivo, la otra con la que la líder conservadora quiere convertir en realidad ese «clamor» de cambio que escucha en la calle.
Quizás el mejor ejemplo de reconciliación fue el del presidente de Nuevas Generaciones, Álvaro Aguirre. Reivindicó la obligación del grupo juvenil de ser irreverente con sus mayores, pero también manifestó la lealtad de la organización «al partido y a sus líderes»:«Nunca caminarás sola».
«Podemos ganar las elecciones y dar a los cántabros un Gobierno solvente. Ese es el compromiso que asumimos: volver a gobernar para poner fin a este desastre», avanzó Buruaga en referencia a un bipartito al que augura poco futuro porque «en política no hay maldiciones eternas, o si no, que se lo digan a los andaluces». Frente a la conjunción PRC-PSOE, ofrece «política útil», diálogo hacia dentro y hacia afuera y la promesa de que «Cantabria tiene arreglo, porque hay otra manera de hacer las cosas». Gestión, como la que recordó que hizo Íñigo de la Serna, sentado en primera fila, en Santander y en Fomento.
¿La conclusión de un congreso exprés en el que no hubo debates orgánicos ni ponencias? «Esto es tan solo el principio, pero lo verdaderamente importante es que los cántabros nos elijan». A eso se pondrá Buruaga desde hoy.
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