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La última reunión oficial y solemne entre Miguel Ángel Revilla y María José Sáenz de Buruaga tuvo lugar en mayo de 2022 en Peña Herbosa. Entonces, los líderes del PRC y del PP se sentaron alrededor de la misma mesa para explorar la posibilidad de un acuerdo entre las dos formaciones sobre la Ley del Suelo, que semanas después se aprobó en el Parlamento de Cantabria únicamente con los votos de los socios del bipartito. En aquella ocasión el diálogo no dio sus frutos. Un año y un mes después, ambas partes se volverán a ver las caras con el asunto de la gobernabilidad como único asunto en el orden del día. Y la situación es muy distinta. No solo porque tras el resultado de las elecciones del pasado 28M la posición de fuerza no la tienen los regionalistas, sino los populares, también porque todo apunta a que el camino para el PRC facilite la investidura de la ganadora de los comicios autonómicos está más que allanado. Porque los populares quieren una investidura sin depender de Vox y el PRC está dispuesto a no impedirla –con no votar 'no' es suficiente– a cambio de unas condiciones mínimas. Eso es lo que empezarán a resolver la semana que viene.
Condiciones mínimas Los regionalistas reclaman que el nuevo Gobierno «no se comporte como en 2011 con las comisiones de investigación»
Una conversación amable Buruaga llamó ayer a Revilla, pero todavía no ha designado a los miembros de su equipo negociador
Ayuntamientos La líder popular da libertad total a sus ediles para negociar los pactos:«Confío en vosotros»
Como avanzó que haría ante los suyos durante la celebración el jueves de la Junta Directiva Regional del PP, Sáenz de Buruaga mantuvo este viernes una conversación telefónica con Revilla y acordaron que sus partidos comiencen las negociaciones el próximo martes. No hay una hora y un lugar cerrado, pero parece que la foto se producirá ese día. Y tampoco está confirmado que sean los dos máximos responsables de estas formaciones las que hablen cara a cara. Puede que lo hagan, en esta primera toma de contacto, los respectivos equipos negociadores. Los cuatro miembros designados por Revilla en el PRC (Paula Fernández, Javier López Marcano, Guillermo Blanco y Rosa Díaz) y los que designe Sáenz de Buruaga, que por el momento no ha dado a conocer sus nombres. Tendrán que hablar, pero las dos partes ya conocen las líneas rojas que se han autoimpuesto cada una de las partes.
La del PP es clara. «Pedimos la confianza a los cántabros para gobernar en solitario y nos la han dado, así que gobernaremos en solitario», aseguraba la futura presidenta del Ejecutivo cántabro, que advertía a las voces regionalista que pedían un gobierno bicolor con ambas siglas que el asunto «no va de la supervivencia del Partido Regionalista. Ya no. Esto va de Cantabria». La premisa es clara. Y por parte del PRC está aceptada antes de que empiece oficialmente el diálogo a dos bandas porque ya han confirmado que irán a la oposición. Vox, con quien Buruaga también contactará a partir del martes (igual que con el PSOE, aunque el resultado es obvio), sí tenía pensado exigir consejerías, pero con la abstención de los de Revilla su voto ya no es necesario. Por lo menos para la investidura.
Frente a esas corrientes que quieren tener carteras en un Gobierno dirigido por el PP (al estilo de lo que ocurrió entre 1995 y 2003 con José Ramón Martínez Sieso como presidente) y los que optan directamente por el 'no' en cualquiera de los casos –esa parecía la postura del Revilla la noche del domingo y del lunes, antes del giro que dio el martes–, el líder del PRC convenció en la noche del jueves a los suyos en una reunión de la Ejecutiva de que lo mejor era optar por la abstención. Una abstención condicionada, básicamente, a tres cosas. Primero, que el futuro Ejecutivo no frene los proyectos que están en marcha (el centro logístico de La Pasiega, el nuevo Mupac o la instalación de la terapia de protones en Valdecilla, principalmente) ni que cese en las reivindicaciones de infraestructuras al Estado. Segundo, que no se discrimine a ningún ayuntamiento en el reparto de recursos por no ser afín al partido en el poder. Y tercero, que el PP no haga una causa general contra los gobernantes salientes.
«No queremos lo mismo que ocurrió en 2011. Esperemos que no se comporten como en aquella legislatura, con esa tortura de un montón de comisiones de investigación e, incluso, llevándolas a los tribunales. No tenemos nada que ocultar, pero que se dediquen a gobernar», avisó Revilla sobre este último punto, el más peliagudo. El PP no pondrá problemas sobre los dos primeros asuntos, pero lo de las comisiones de investigación –en campaña la líder popular no ha usado ese término, pero sí se ha hablado de auditorías– es más conflictivo. Lo que no exige el PRC es extender el acuerdo al ámbito municipal, donde da liberta a sus alcaldes. Igual que el PP. «A ninguno os voy a decir lo que tenéis que hacer. Ni cómo ni con quién. Confió en vosotros», dijo Buruaga el jueves a los candidatos populares que tienen que pactar gobiernos locales.
En su conversación, Revilla ha trasladado a Buruaga la disposición de su partido a facilitar su investidura y, en consecuencia, la formación de un Gobierno del PP en solitario.
Revilla ha explicado que lo hace «por Cantabria, para que pueda gobernar sola, sin apéndices que nosotros consideramos negativos» para la comunidad.
Y aunque no pedirá «ningún tipo de sillón» para los regionalistas a cambio de la gobernabilidad, si exigirá al PP que «siga siendo reivindicativo con el Gobierno de España» y que «no se pare ninguna obra de las que hay en marcha» como cuando entró en el Ejecutivo regional en 2011 y «se echaron atrás proyectos tremendos» que estaban en ejecución«.
El regionalista, que ha hecho estas declaraciones en el Palacio de La Magdalena, donde ha acudido a la apertura de la asamblea de la Asociación Cántabra de la Empresa Familiar, confía en que sus premisas se van a respetar porque son «de sentido común» y así se lo habría expresado la líder del PP.
Además, el PRC nombró una comisión negociadora -formada por los tres vicesecretarios, Paula Fernández, Javier López Marcano y Guillermo Blanco, y por la alcaldesa de Polanco, Rosa Díaz- para abordar esos requisitos y «firmará algún tipo de acuerdo» para que se cumplan.
Aún así, cree que la negociación será «fácil», porque «no se puede ser más generosos». «No hay coalición con el PP para nada, no hay ningún cargo ni ninguna cosa que no sea eso: un espíritu de colaboración en base al respeto de toda la política positiva que hemos dejado en marcha y que no debe de ser cercenada, nada más», ha aclarado el presidente de Cantabria en funciones.
De lo que no se hablará en el encuentro entre PP y PRC, según Revilla, es de los pactos en los ayuntamientos, porque les da libertad para actuar según crean conveniente. «Del ayuntamiento no se habla porque son ellos, el PRC no tiene ninguna disciplina de voto, nadie conoce mejor un ayuntamiento que los concejales, por lo tanto los pactos que se estaban haciendo ya y se hacen es en función de la voluntad que tenga cada comité local».
Preguntado acerca de los datos del paro conocidos este viernes, que reflejan 748 desempleados menos en mayo en Cantabria, Revilla ha respondido que la comunidad «está en muy buenas condiciones para seguir mejorando» y es la segunda autonomía con menos paro de España.
«Dejamos una Cantabria mucho mejor que la Cantabria que hemos heredado», ha asegurado, aunque a pesar de ello regionalistas y socialistas abandonan el Gobierno regional por una «marea» de la derecha que ha llevado al PP a la victoria.
Aún así, ha abogado por «ser comprensivos» con las derrotas y asumirlas, porque los ciudadanos «no se equivocan nunca». «No hay que echar la culpa a la gente, la gente vota por razones que además son comunes a todos los españoles, salvo en Euskadi y Cataluña».
«Era previsible y ahora toca estar en la oposición», ha apostillado Revilla, que está convencido de que el PRC es un partido «para permanecer en Cantabria» cuando el ya no esté al frente, que será «pronto», y por ello afronta una transición para dar paso a un nuevo secretario general cuando termine la legislatura.
A pesar de pasar a la oposición, Revilla asegura que «no va a desaparecer de la esfera pública» y, además, va a tener «mucho más tiempo» para cosas como dar conferencias, promocionar sus libros o ir a programas de televisión.
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Ana del Castillo
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