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A los arquitectos, como a casi todos los creadores expuestos a la luz pública, se les suele citar, recordar y valorar por lo último. En el caso del tándem Antonio Cruz y Antonio Ortiz, nombres de referencia internacional de la arquitectura española, lo primero ... que se viene a la cabeza es su autoría como diseñadores del Wanda Metropolitano, el estadio del Atlético de Madrid, proyecto distinguido y destacado con profusión el pasado año. Pero estos adalides de la denominada 'arquitectura de síntesis', caracterizados por su rigor y sobriedad, cuentan con una densa y reconocida trayectoria en la que asoman diseños como la celebrada ampliación del Rijksmuseum de Ámsterdam.
El sello de los arquitectos sevillanos quedará ligado a Santander a partir de la próxima década al ser los responsables de la transformación del histórico inmueble santanderino, el Banco Mercantil en la esquina de las calles Hernán Cortés y Sanz de Sautuola, integrado en la operación denominada Proyecto Pereda: el Santander trasladará la sede de su colección de arte al Paseo de Pereda, invertirá 40 millones en remodelar su edificio principal, con diseño del británico David Chipperfield, y el inmueble del antiguo Banesto, de cuya remodelación se encargan los veteranos arquitectos, aliados desde que se conocieron en la universidad.
El edificio, inaugurado en 1903, fue absorbido en los años cuarenta por el Banco Santander. Los trabajos previos en el inmueble comenzaron esta semana y en breve se conocerán detalles de la actuación arquitectónica. Según Cruz y Ortiz Arquitectos, su intervención «se concentrará en los espacios interiores del edificio» y en «no acentuar demasiado los contrastes entre lo existente y lo nuevo». De su estudio sevillano han surgido proyectos tan citados como la estación de la Cartuja de Sevilla. Una oficina «muy ecléctica» que coordina un equipo de casi medio centenar de personas con sedes en Madrid y Ámsterdam.
-¿Cómo se concibe su aportación al denominado Proyecto Pereda del Santander y Ana Botín?
-Este proyecto surge a partir de un concurso en el que se abordaban dos edificios del Banco Santander, el del Paseo de Pereda y el de la calle Hernán Cortés. Como consecuencia del mismo, a nosotros nos ha correspondido desarrollar el segundo.
-Una de las escasas denominaciones y definiciones sobre su intervención refería el término«un trabajo de introspección». ¿Qué supone este concepto?
-Sí, he leído ese término antes en alguna otra entrevista, pero creo que está usado erróneamente. Seguramente se querían referir a que este es un trabajo fundamentalmente de interiores porque el edificio, en buena medida, está protegido. No veo otra explicación.
-No es un proyecto complejo, según han avanzado, pero lógicamente siempre hay un sello, una seña de identidad que personaliza el encargo. ¿Cuál será en este caso?
-Al intervenir sobre un edificio existente hay que encontrar un equilibrio entre la situación actual, lo que el edificio tiene de más valioso y la nueva intervención que ha de ser siempre respetuosa.
-¿Cómo definen el paisaje urbanístico y arquitectónico de Santander, una ciudad marcada por el incendio de 1941?
-Es cierto que Santander es una ciudad marcada por distintos desastres, pero no hay que olvidar su geografía que es muy poderosa y determina en buena medida la imagen que de Santander todos tenemos.
-El Proyecto Pereda se configura con su intervención en un edificio y el trabajo de Chipperfield en el que acogerá la Colección de arte. ¿Cómo se abordará la colaboración? ¿Es obligada una coherencia o son planteamientos diferenciados y exentos?
-Ambos proyectos tendrán planteamientos distintos porque los problemas que se plantean son diferentes en ambos casos, pero estoy convencido de que el respeto de lo existente será común.
-Dado el carácter monumental del edificio no es posible esa intervención exterior vistosa. ¿En dónde se centrará la actuación más personalizada?
-Como decíamos antes, la intervención se concentrará en los espacios interiores del edificio, en valorar y respetar lo que de más valioso tiene y en añadir las nuevas y necesarias intervenciones, buscando no acentuar demasiado los contrastes o yuxtaposiciones entre lo existente y lo nuevo.
-Santander carecía de huellas de una arquitectura de autor salvo Ricardo Lorenzo. La escasa presencia de Navarro Baldeweg se plasmó en Altamira. Pero tras Saenz de Oiza (Palacio de Festivales) llegó el Centro Botín de Renzo Piano. Ahora se suma la excelencia de su estudio . ¿Tienen en cuenta ese entorno?
-Francamente no lo habíamos pensado de ese modo, nos concentramos en el entorno más próximo al edificio y en el propio edificio, más que en esas otras intervenciones que menciona.
-¿Cuentan ya con plazos concretos y factores que encorsetan su actuación, o afrontan el proyecto con total libertad de acción?
-Sí, claro, hay plazos concretos y hay un programa al que hay que dar cumplimiento dentro de una cierta libertad de acción, pero siempre respetando las necesidades del cliente y el carácter del edificio existente, que en este caso es muy fuerte.
-Por experiencia de otros testimonios, ¿sus trabajos en el extranjero han resultado más cómodos y 'libres'?
-Cada situación es distinta, pero puedo asegurarle que en países realmente bien organizados, los arquitectos nos encontramos siempre sometidos a un escrutinio y a una supervisión que además consideramos deseable.
-¿Cómo definiría la seña de identidad de Cruz/Ortiz?
-Creo que somos una oficina muy ecléctica, que trata de encontrar soluciones particulares a problemas concretos. Podemos ser enérgicos cuando se aborda un gran estadio o más refinados cuando trabajamos sobre un museo o una galería de arte. Hay que encontrar siempre el tono correcto y adecuado a la ocasión.
-¿Levantar el Wanda ha supuesto un antes y un después en su vínculo laboral y creativo con España?
-El Wanda Metropolitano ha sido una obra importante, pero también en su momento lo fue para nosotros la estación de Santa Justa en Sevilla o cualquier otro proyecto, como los edificios universitarios que hemos hecho en Granada. En fin, hay bastantes obras que han sido importantes en nuestra trayectoria.
-¿Puede darse por enterrada la arquitectura espectáculo para bien y para mal?
-Arquitectura espectacular siempre habrá y no necesariamente ha de ser algo negativo. Lo que es importante es encontrar aquellas ocasiones en las que la espectacularidad sea necesaria, que son desde luego muchas menos de las que durante el período reciente se han dado.
-¿Por qué después de firmar obras celebradas en Europa, les resulta difícil el desembarco en EE UU?
-Quizás no lo hemos intentado con suficiente fuerza. Somos unos enamorados de Europa, es nuestro ámbito y encontramos muy estimulante trabajar en distintos países europeos, pero claro, sí, también nos gustaría trabajar en Estados Unidos, qué duda cabe.
-¿Hay una 'marca' arquitectónica española?
-Sí, sin duda se reconoce algo común en la producción de bastantes arquitectos españoles, pero no de todos. Son muchísimos más y ahí ya es difícil encontrar similitudes o paralelismos y también sería inútil buscarlos.
-Se identifican con la 'arquitectura de síntesis'. ¿En el fondo es una querencia renacentista por aglutinar todos los conceptos?
-Pues sí, usted lo ha dicho muy bien. No sé si se puede llamar renacentista o no, pero sí que en nuestra manera de hacer hay un empeño por integrar todos los factores que intervienen en la obra de arquitectura, o lo que es lo mismo, intentamos evitar la hipertrofia de ninguno de ellos. Y que finalmente aparezca una síntesis, aparezca el edificio como una síntesis de todo aquello que ha influido en su concepción o en su proceso constructivo.
–¿Echan de menos más debate público en torno a la arquitectura? Parece desde fuera un territorio muy dado a lo endogámico.
–La arquitectura no es un territorio especialmente endogámico, los hay que lo son mucho más. El trabajo del arquitecto estará siempre expuesto a la crítica, y que haya un debate previo sobre lo que se va a construir siempre es conveniente, ya que nuestros errores, los errores de los arquitectos, son caros y pueden durar mucho tiempo y hacer mucho daño: es decir, que cualquier control previo debiera ser bienvenido.
–¿La crisis ha propiciado un cambio de los conceptos esenciales de la arquitectura (desde la funcionalidad a la sencillez, economía de medios...)?
–Al menos así debería ser y todo va en esa dirección: el respeto al medio ambiente, y todo lo que ello implica, exige cada vez una arquitectura más cuidadosa y menos consumidora de materia y de energía.
–¿Han cambiado las limitaciones y oportunidades para las nuevas generaciones que han debido salir de España?
–Ciertamente la crisis económica reciente obligó a muchos arquitectos a salir fuera de España y a buscar trabajo en otras zonas. Por supuesto, todo depende de las circunstancia de cada uno pero a los más jóvenes creo que no les ha venido tan mal esta posibilidad de explorar y conocer un mundo más amplio. A otros más mayores, es decir, a gente ya con familia, la crisis les ha amputado una buena parte de su futuro que ahora han de reconstruir.
–¿Las nuevas tecnologías han modificado el proceso de trabajo o lo esencial permanece en la mesa del arquitecto?
–Ambas cosas son ciertas, las nuevas tecnologías han transformado la manera de trabajar de todos, no solo de los arquitectos, y de otra, consideramos necesario que las tecnologías no se apoderen completamente de la forma y que se siga manteniendo un control, que la forma no surja de la aplicación automática de unos programas.
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