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La previsión barajaba que en Cantabria morirían en julio alrededor de 478 personas, unas 15 al día. Era la estimación que lanzaba el Instituto Carlos III en base a los datos de defunciones en la comunidad extraídos de su serie histórica. Pero este año la ... estadística se descuadra. Y es que el pasado mes, el organismo dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación contabilizó 669 fallecidos, casi 200 más que el año pasado. Es decir, un incremento que roza el 40%. Otro dato para comprender la magnitud del contraste entre este año y el anterior: los registros desvelaron que en julio de 2021 murieron 11 personas menos de las esperadas en esa primera estimación y este pasado mes se anota un exceso de 191 fallecidos. ¿Y a qué responde este desajuste? A día de hoy no se pueden conocer en detalle los motivos y habrá que esperar al año que viene para ver cómo el Instituto Nacional de Estadística desgrana con nombre y apellido las causas detrás de estas muertes. De momento, una conclusión: si se suman los decesos por coronavirus y por altas temperaturas, las cuentas no salen. Hay algo más.
En julio, Cantabria vivió en sus propias carnes la ola de calor asfixiante que asoló todo el país. De hecho, el día 14, la región apuntó su mayor temperatura desde que se cuenta con registros ; 43,5 grados en Cabuérniga. En esta jornada, según el sistema de monitorización de la mortalidad diaria del Instituto Carlos III (MoMo), murieron en la comunidad 34 personas, 18 más de la media diaria estimada, lo que supone la cifra más alta de todo el mes junto con el día 15. Hasta en cinco días del mes se notificaron 30 o más víctimas, cuando la previsión inicial era que murieran 15 cada día. Sin embargo, no se atribuye ninguna de estas defunciones a las altas temperaturas. Y esto no ocurre solo en estas cinco fechas. El organismo solo achaca al calor una de las 669 defunciones del mes.
Es decir, con los datos en la mano, los mercurios de récord no explicarían la demasía de muertes por las que hasta las propias funerarias se llevaban las manos a la cabeza hace un par de semanas: «Aquí hay personas que llevan trabajando más de 30 años y nunca habían visto nada parecido», explicaba a este periódico Joaquín Cavero, máximo responsable de Funeraria Montañesa. Y una vez terminado julio, se puede corroborar que ha sido el segundo mes con más fallecimientos en lo que va de año, solo por detrás de enero -en pleno invierno-, cuando murieron 695 personas, siete más que el mes pasado. Y no solo eso. También ha supuesto el julio más negro en cuanto a defunciones desde que comenzó la serie del MoMo, en 2015. Hasta ahora, el mayor número de decesos en este mes se había anotado en 2016 con 295, que son 173 menos que los de este año.
El coordinador de Urgencias del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla ya advertía en declaraciones a este periódico que, aunque no fuese de forma directa, las altas temperaturas podían influir en estas estadísticas: «No estamos hablando de que una persona muera por culpa de un golpe de calor; pero el calor intenso, como el frío, causan descompensaciones en los pacientes que tienen patologías previas, y esto puede complicar de forma severa su salud». Un factor que podría respaldar en cierta medida este aumento y más teniendo en cuenta que en Cantabria más del 11% de la población supera los 75 años.
Y si el calor no explica, al menos del todo, este desarreglo en los números, el coronavirus tampoco. Porque aunque el goteo de víctimas no termina de cesar en esta octava ola, las estadísticas de Sanidad tampoco absorben este exceso, ya que desde el 1 al 31 de julio, Cantabria sumó 58 defunciones por covid. Es decir, con estos números, el coronavirus y el calor explicarían solo 59 de los 191 óbitos de más contabilizados en el séptimo mes del año.
Ya hay voces que apuntan a que se podrían estar dando los primeros fallecimientos provocados por los retrasos en los diagnósticos y tratamientos de diversas patologías durante las etapas más duras de la pandemia. «Se dejaron de hacer programas de detección precoz de diversos cánceres; no se pudieron atender patologías coronarias, respiratorias, renales; mucha gente se quedó en casa y no notificó dolencias. Ahora podemos estar viendo las consecuencias de todo aquello», dice Rafael Bengoa, exconsejero vasco de Sanidad y codirector de SI-Health, según ha recogido el periódico El Correo.
Lo cierto es que el dato de Cantabria no deja de llamar la atención. Según el Instituto Carlos III en julio se han observado en España casi 41.000 muertes, un 20% más que la media para ese mes, es decir un porcentaje que se dobla en la región. Y si la comparativa se hace sobre un millón de habitantes, resulta que Cantabria es la quinta comunidad con mayor exceso de fallecimientos por detrás de Castilla y León, Asturias, Extremadura y Galicia.
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