La campaña ha durado tres meses y ha estado marcada por su inicio tempranero el 1 de marzo, en el que la anchoa apareció antes que el verdel. Este año se confirman «movimientos de los bancos un tanto extraños», comenta el presidente de la Cofradía de la Anchoa, Tino Sampedro: «Antes se movían de este a oeste, y ahora ya aparecen por Gijón, es muy raro», dice, y alude posibles razones como la temperatura del agua. «Es algo que ya pasó el año pasado». ¿Cómo se ha comportado la costera en cuanto capturas? «Al principio, los ejemplares que sacaban eran muy pequeños, con la consiguiente incertidumbre para el conservero, pero este último mes ha cambiado, hay menos de 30 peces por kilo, es decir, que el pez que está saliendo es más grande», lo que juega a favor del negocio de la conserva ya que, al hacer la anchoa, el animal llega a mermar hasta un 30%, «y si el pez es demasiado pequeño, una vez tratado no tendría mercado», comenta Sampedro.
Tras el breve parón para la pesquería del verdel, la segunda parte de la campaña (desde mediados de abril y mayo) se ha desarrollado principalmente en aguas de Cantabria y Asturias.
Ambos cofrades confirman el «buen estado» de la salud de la biomasa del bocarte en esta campaña, ya que con las restricciones y los cupos ven asegurada la especie.
Con el fin de la costera de la anchoa, buena parte de la flota de bajura de cerco dejará de lado las redes para preparar sus barcos para la campaña del bonito, que presumiblemente empezará a mediados de junio y contará con unos 120 desde Cantabria, según Miguel Fernández.
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