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Nacho González Ucelay
Santander
Jueves, 17 de junio 2021, 07:06
El fin del uso obligatorio de las mascarillas en exteriores, una decisión que el Gobierno de Pedro Sánchez sopesa tomar en las próximas semanas ante la buena situación epidemiológica que presenta el país después de que el proceso de vacunación ya haya conseguido alcanzar la ... velocidad de crucero, está recabando diferentes opiniones de las comunidades autónomas, entre ellas Cantabria, que, en su caso concreto, apuesta por la prudencia.
«Nuestra situación epidemiológica es muy buena. La incidencia es muy baja ahora mismo. Vista desde ese ángulo, la decisión de poner fin al uso obligatorio de las mascarillas en exteriores, a mí me parece justificada», acepta el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann, que hace un importante matiz. «Me parece justificada siempre que estemos hablando de espacios que, además de ser exteriores, permitan a cualquier ciudadano guardar la distancia social, que es un factor clave porque la transmisibilidad del virus se reduce muchísimo».
Un poco preocupado porque el final del estado de alarma «ha degradado la adherencia de los ciudadanos en su conjunto a algunas medidas de prevención que a mí me parecen fundamentales para evitar los contagios», Wallmann, que aprovecha y hace un llamamiento a recuperarlas, acepta por lo tanto el fin del uso obligatorio de las mascarillas «o en la playa o en la montaña», al aire libre y con espacio suficiente para fijar las distancias, «pero no así en eventos multitudinarios de ningún tipo».
Reinhard Wallmann, Director de Salud Pública
Margarita del Val, Inmunóloga
Marcos López Hoyos, Inmunólogo
Celia Gómez, Gerente del SCS
Más prudente aún, si cabe, la gerente del Servicio Cántabro de Salud (SCS), Celia Gómez, que entiende que esa decisión «se tomará en base a lo que recomienden los expertos», apuesta por «no tomar decisiones que puedan suponer un paso atrás» en la buena tendencia de los datos epidemiológicos.
Cantabria, subrayó la gerente, «se atendrá a lo que digan tanto el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud como la Comisión de Salud Pública», que, finalmente, no abordó el asunto en su reunión de ayer como se esperaba.
«Todos estamos deseando quitarnos ya las mascarillas y más ahora que está llegando el calor, pero tenemos que esperar a que nos digan cómo y en qué circunstancias para que eso sea seguro», añadió Gómez, que recordó que «hemos invertido demasiado esfuerzo» como para echarlo por tierra con una decisión que resulte precipitada.
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En la línea de Wallmann y Gómez, el presidente de Cantabria, que sólo puede aportar una opinión «personal y no profesional», sostiene que el fin del uso obligatorio de las mascarillas en la calle, como propone Sánchez, «es una decisión que hay que meditar bien» por las consecuencias que puede acarrear.
«El virus sigue ahí, al acecho, y la variante delta, la india, todavía no ha dicho su última palabra», dice Miguel Ángel Revilla, que no ve mal un relajamiento de la medida en espacios abiertos muy determinados.
«Yo, personalmente, voy a seguir poniéndome la mascarilla en los lugares más concurridos, en los actos multitudinarios, en las terrazas... Allá donde yo vea que hay mucha gente», asegura. «Ahora bien, en aquellos espacios donde no me cruce con nadie, donde pueda mantener una distancia con los demás, es decir, en la playa, en el monte, en lugares alejados, yo supongo que me la iré metiendo en el bolsillo», reconoce el presidente.
Jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Marqués de Valdecilla, el doctor Marcos López Hoyos se toma el anuncio del Gobierno central con las lógicas reservas de quien sabe muy bien de lo que se habla.
«Aunque es verdad que vamos aproximándonos a la inmunidad, todavía necesitamos alcanzar un mayor nivel de vacunación», recuerda para empezar el doctor, a quien el fin del uso obligatorio de la mascarilla le parece algo precipitado al menos en los términos que propone el Gobierno central.
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«Todo va a depender del comportamiento de la variante delta», dice el inmunólogo. «En función de ello habrá que decidir». Si remite, o al menos se contiene, «igual podría hacerse un intento en julio». Pero un intento «en espacios abiertos en los que se asegure una buena ventila-ción y el distanciamiento social». No, por ejemplo, en un concierto, «donde la gente grita y contacta físicamente», explica el doctor, horrorizado por las escenas que observó durante el partido que disputaron el martes las selecciones de Hungría y Portugal en el Puskas Arena de Budapest: «68.000 espectadores reunidos, sin mascarilla, entonando el himno juntos, gritando juntos... Lo que vimos durante ese partido no se debería permitir».
Miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la química, viróloga e inmunóloga Margarita del Val tampoco es partidaria de tomar una decisión a la ligera.
«La mascarilla ha ayudado mucho», dice la reputada investigadora, para quien es preciso que la ciudadanía tenga muy claro que ninguna medida es infalible ni funciona bien por sí misma si no se complementa con otras. «La vacuna ayuda pero no es infalible cuando el que está vacunado es otro y no tú». De ahí que el uso de los tapabocas, insiste, «sea muy importante».
«No nos conviene un exceso de confianza», dice la viróloga, que no se cierra a relajar el uso de las mascarillas en lugares alejados, «en playas o en montañas» y siempre procurando mantener una distancia muy prudencial. «En el centro de las ciudades... pues habría que considerarlo», duda Del Val, que, como Wallmann, lamenta que parte de la ciudadanía haya bajado los brazos a algunas medidas tan necesarias como esa de la distancia social. «Ya no la estamos respetando, y eso, a la hora de valorar una decisión como esta de poner fin al uso obligatorio de la mascarilla, puede suponer un serio problema», previene.
En la misma línea de opinión, el presidente del Colegio de Médicos de Cantabria, Javier Hernández de Sande, apuesta por «mantener las mismas medidas de prevención frente al virus hasta que no hayamos alcanzado los índices de vacunación considerados adecuados».
En tanto los números no alcancen para relajar restricciones, «yo soy partidario de continuar haciendo uso de las mascarillas» salvo en muy contados lugares. «En la playa, en la montaña, en el campo, donde no nos crucemos con la gente, sí. En la calle, no, aún no», dice.
Hernández de Sande, y el resto de los especialistas consultados, se pronunciaron tras el anuncio del Gobierno de Pedro Sánchez de poner fin al uso obligatorio de las mascarillas, que ayer sonó contundente en la boca del propio presidente.
«Pronto vamos a abandonar las mascarillas en la calle», aseguró Sánchez.
Sin embargo, esa esperanzadora y esperada noticia del presidente recibió horas después un auténtico jarro de agua fría ante la imposibilidad, un día más, de que las comunidades autónomas entre sí y con el propio Ministerio de Sanidad consiguieran alcanzar un acuerdo para pactar un calendario que ponga una fecha para retirar los tapabocas en el exterior.
Así, un Consejo de Interterritorial del Sistema Nacional de Salud que se exhibió muy dividido pospuso el debate para no ahondar más entre las diferencias entre territorios.
Mientras media Europa ya ha puesto una fecha para descubrir los rostros de sus ciudadanos, el único acuerdo alcanzado en España fue seguir emplazándose a discutir el asunto la semana que viene, cuando se sabrá, o no, cuándo destaparan los suyos los españoles.
El anuncio del Gobierno central acerca de la posibilidad de suprimir en breve el uso obligatorio de la mascarilla en algunos espacios abiertos provocó ayer reacciones dispares en las comunidades autónomas. Así, las hay que ya miran al mes de julio como la fecha en la que se podría empezar a relajar la utilización de los tapabocas, y las hay también que consideran precipitado proponer este debate en la situación epidemiológica actual.
En este contexto, gobiernos como el de Murcia ya han anunciado que propondrán que el uso de la mascarilla en espacios exteriores no sea obligatorio a partir del mes de julio. Y Cataluña también ha adelantado que realizará esta misma propuesta, si bien no han especificado una fecha en concreto.
En el caso de Navarra, el Gobierno Foral señala también que es «probable» que a lo largo del séptimo mes del año se pueda relajar el uso de la mascarilla de los ciudadanos, eso sí, no en todos sino en ciertos espacios.
A favor de plantear ese debate también se han posicionado Baleares, Galicia o la Comunidad Valenciana, que propone abordar una nueva norma que regule el uso de la mascarilla en la que se establezcan unas reglas generales de los espacios en los que se puede eliminar.
En el caso de Madrid, el Ejecutivo regional ha defendido que las decisiones sobre el uso de mascarilla en exteriores se deberían adoptar por consenso a nivel nacional.
En el lado opuesto de estas autonomías se han colocado Andalucía, Castilla y León y País Vasco, que coinciden en señalar que es «precipitado» plantear el debate que se ha suscitado en las últimas fechas sobre el uso de la mascarilla.
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