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En dos meses se cumplirá un año desde que el término confinamiento empezó a acaparar las conversaciones sin apenas desentonar, con la naturalidad que acompaña a quien entra a un sitio conocido. Ahora hay otra palabra que acapara el protagonismo: vacuna. No es nueva, sin ... embargo nunca se ha hablado tanto de una campaña de vacunación. La estrategia preparada en Cantabria para inmunizar contra el covid ha cambiado de plazos conforme avanzaban las semanas. Uno de los puntos que más críticas ha despertado es la administración de la vacuna de Pfizer en residencias, el grupo prioritario. Tras muchas idas y venidas, Sanidad puso una fecha final: terminar la campaña en los centros de mayores este domingo. Aunque a principios de semana anunció el 21 de enero como fecha límite. De esa lista sólo se han quedado fuera los centros con brotes activos como le ha ocurrido a las residencias Bimbiles de Sancibrián, Obra San Martín y Las Esclavas. A estas alturas de la campaña se han inyectado 19.421 vacunas, el 99,1% de las recibidas, según los datos del SCS. De ellas 9.448 en residencias.
El 27 de diciembre, cuando en CAD de Cueto recibieron el primer pinchazo 39 personas, había cuatro equipos de enfermería para administrar las dosis. El número resultó insuficiente. Una semana después Atención Primaria se sumó a la vacunación. Y en estos días han seguido dos protocolos según la residencia. En las que hay menos de cien personas, los pinchazos los administra el personal sanitario de los centros de salud de la zona básica por eso la llegada pasa más desapercibida. No se ven esas imágenes de la llegada de ambulancias escoltadas por la Policía Nacional y el técnico de emergencias sanitarias cruzando la puerta con la nevera donde se mantienen los viales.
Ocurrió en el CAD San Miguel el pasado martes 12 de diciembre. Dos enfermeras y la médico del centro de salud de Ajo se acercaron a la residencia casi sin hacer ruido. Allí entran con todo preparado. Porque para ellas la campaña empieza horas antes, cuando el Servicio Cántabro de Salud envía los viales descongelados al ambulatorio. De cada uno se pueden extraer hasta seis dosis, pero primero hay que reconstruir la vacuna. Y los plazos son clave. Las unidades llegan los lunes -de momento solo de Pfizer, más de 5.000 dosis semanales- y se trasladan a una nave donde se mantienen en ultracongeladores a -80 grados. En cada paso que dan tienen una sombra: la Policía Nacional que se encarga de garantizar que no hay incidentes en los traslados. Una labor que asumen con «responsabilidad» porque supone asegurar el suministro.
VIALES
ESTRATEGIA
OPERATIVO
En la nave descansan hasta que se envían a los puntos de vacunación. Lo primero es descongelarla y trasladarlas en neveras. Una vez fuera de éstas hay dos horas para diluirlas con suero y prepararlas. Hecho el proceso, si no se administra en cinco horas, se pierden. Por eso los márgenes importan. En los ambulatorios se encargan de la dilución y llegan al centro con todo listo para inyectar las dosis directamente.
Puertas para adentro, en las residencias, esperan con un protocolo marcado para seguir manteniendo las medidas de seguridad. Habilitan una sala para los pinchazos, con seis sillas separadas. Las personas mayores esperan su turno divididos en los grupos burbuja en los que conviven y los profesionales se reparten también de seis en seis. Antes de la administración, los responsables de los centros organizan otros dos aspectos esenciales y que ralentizan el proceso. Pedir el consentimiento firmado de los residentes o tutores legales, dado que la vacuna es voluntaria. Y concretar con exactitud el número de personas para ajustar las dosis.
A lo largo de estas tres semanas la estrategia de vacunación contra el covid de Cantabria ha cambiado de plazos casi a diario. Empezó en los centros de mayores y fue dando pasos despacio -la primera semana se administraron apenas el 5,2% de las dosis- hasta que se solapó con la vacunación al personal sanitario de Valdecilla que arrancó el 5 de enero, después de los festivos navideños, y terminó el fin de semana. Ya el martes 12 de enero la región pasó de estar a la cola en el ritmo de vacunación a ocupar los puestos de cabeza con el 80,54% de dosis administradas, según el informe que publica el Ministerio de Sanidad con los datos de todas las comunidades.
Por el camino se sumó a los trabajadores de Sierrallana, Laredo y Tres Mares, en Reinosa. Y el lunes 11 de enero se añadieron también los profesionales de Atención Primaria. Todo mientras aún no se había finalizado con el grupo prioritario, las residencias. Para así comenzar con la segunda dosis en Cueto, necesaria para conseguir inmunidad contra el bicho. Como se puso en marcha la vacunación de muchos colectivos, el Servicio Cántabro de Salud optó por frenar la del personal sanitario para garantizar el suministro a las residencias y conseguir el objetivo de terminar allí. Así que las citas programadas para el jueves y el viernes se retrasaron. Y se retoman esta semana. Sí continuaron las inyecciones a los trabajadores de emergencias sanitarias y de los centros de salud.
Cantabria afronta desde hoy una nueva semana de vacunación con otro contratiempo, ya que vendrá «condicionada» por la notificación por parte del Ministerio de Sanidad de la reducción al 50% de los viales a recibir en esta jornada en la entrega semanal de Pfizer. Así lo anunció ayer la gerente del Servicio Cántabro de Salud (SCS), Celia Gómez, que explicó que la farmacéutica había comunicado esta situación debido a «cambios en las líneas de producción con el objetivo de optimizar la fabricación», aunque no concretó cómo iba afectar al cronograma de vacunacion previsto por Sanidad.
Cantabria afronta desde hoy una nueva semana de vacunación con otro contratiempo, ya que vendrá «condicionada» por la notificación por parte del Ministerio de Sanidad de la reducción al 50% de los viales a recibir en esta jornada en la entrega semanal de Pfizer. Así lo anunció ayer la gerente del Servicio Cántabro de Salud (SCS), Celia Gómez, que explicó que la farmacéutica había comunicado esta situación debido a «cambios en las líneas de producción con el objetivo de optimizar la fabricación», aunque no concretó cómo iba afectar al cronograma de vacunacion previsto por Sanidad.
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