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La red fluvial de Cantabria tiene 64 áreas de riesgo potencial significativo de inundación que abarcan una extensión de 320 kilómetros y afectan a unos 45.000 habitantes -5.598 viven en zonas declaradas de alto riesgo, 11.322 en áreas calificadas de medio ... riesgo y 28.269 en núcleos catalogados como riesgo bajo-, según los datos de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) a fecha de 2021. «Que un río se desborde es un fenómeno natural contra el que cabe la aplicación de medidas para prevenir y disminuir los efectos de las inundaciones», explican los representantes de la CHC, que tienen localizadas las áreas de mayor riesgo en los ejes del Pas y el Saja, ríos cuyas crecidas han generado a lo largo de los últimos años graves daños en Cabezón de la Sal, Mazcuerras, Unquera y Molleda, por poner cuatro ejemplos, a los que hay que sumar el Híjar a su paso por Reinosa. Para tratar de paliar los efectos de las inundaciones, las distintas administraciones llevan años invirtiendo en la limpieza y mejora de cauces y reforzando los municipios más amenazados.
El ejemplo más claro de éxito ha sido Reinosa, que parece haber sobrevivido a los últimos temporales sufridos, aunque los vecinos coinciden en que todavía no ha vuelto a llover como en el año 2019. Allí se ha trabajado en ampliar el cauce del río Híjar hacia el polígono industrial y proteger así toda la zona residencial de la avenida La Naval. Se extrajo material del río y se limpiaron las islas que salpicaban el cauce e impedían que el agua circulara bien cuando venían riadas.
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Violeta Santiago
En todo el cauce del Saja, en su paso por Cabezón de la Sal, Mazcuerras y Reocín, se han limpiado los cauces, se han habilitado desvíos y aliviaderos, y se han construido cotas para frenar el embate del río cuando viene enfurecido. Todavía hoy se sigue trabajando.
En Muñorrodero (Val de San Vicente), que tradicionalmente aparecía anegado, se invirtieron 400.000 euros para construir un gran cajón bajo la carretera autonómica (CA-181) que sirviera para acoger todo el agua y canalizarla después hacia una zona de aliviadero.
Las inundaciones de Ampuero, una situación que en los últimos años han sufrido los vecinos, podrán pasar a la historia en un plazo no muy lejano de tiempo. El convenio marco para ejecutar las obras para reducir el riesgo de inundación y restauración fluvial del municipio ya ha sido suscrito por el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento. Se invertirán cerca de 4,7 millones de euros, de los que 1,5 millones corresponden al pago de las expropiaciones de las 179 fincas afectadas, y el resto, 3,3 millones, a la obra en sí.
También parece que se solucionará el problema en Liendo, donde el desbordamiento del arroyo de Hazas ha causado problemas en los últimos años.
Incluso pese a las obras que llevan tiempo ejecutándose en Piélagos, nadie puede garantizar que el río no vuelva a invadir espacios que no son suyos. Vioño y Oruña son los puntos más afectados de este municipio cada vez que la lluvia se intensifica, y las obras de acondicionamiento del río Pas a su paso por estas localidades ayudan, en cierta medida, a frenar el impacto de las crecidas, pero no ha resuelto todo el problema.
J.C.R.
El riesgo de inundación de zonas de Cantabria no llega solo a través de los ríos, sino que también lo hace por la costa. Las últimas mareas vivas han vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de plantear ya medidas ante el crecimiento del nivel del mar. Los últimos expertos en hacerlo han sido los del Instituto de Hidráulica (IH), que avisan de que el nivel del océano subirá 80 centímetros en el año 2100.
El cambio climático implica que los temporales serán cada vez más intensos, las lluvias más torrenciales, las olas más grandes y los vientos más fuertes. Si a todo ello se le une el progresivo incremento del nivel del mar, es inevitable que todo ello tenga cada vez más impacto en las zonas costeras, y eso en Cantabria, que linda con el Cantábrico a lo largo de 284 kilómetros, comienza a ser una preocupación de primer orden. En una información publicada hace un mes en este periódico, Raúl Medina, director del IH, aconsejaba «adaptarse desde ya a la subida paulatina del mar». «En algunos casos hablamos de protegerse ante el incremento progresivo del nivel del mar y los temporales». Muestra de ello es el trabajo que se ha hecho con la construcción del refuerzo en el puerto de San Vicente de la Barquera. «En otros casos implicará retirarse». Sobre todo de aquellos espacios que se ganaron al mar antaño y que la fuerza de la naturaleza obligará a devolver a su legítimo dueño. «Y también podría acarrear el cambio de usos», añade.
El IH no es el único. Greenpaece, en su informe 'Crisis a toda costa', concluye que para 2030 ya se esperan impactos graves en la ría de Tina Menor, San Vicente de la Barquera, Punta Escubiles, Punta Candelaria, ría de Oyambre, Suances, Liencres, Santander, El Astillero, Somo, Noja, El Joyel, Santoña, Escalante, Montehano, Cicero, Laredo y Castro Urdiales.
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